Capítulo 9

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Cuando Lee terminó de hablar, Sabela, Marta y Miriam tuvieron que hacer un esfuerzo conjunto para sacar a Alba del vestuario.

—Bueno, aficionados al deporte, si no aparecen más locos corriendo por las gradas con instrumentos cortantes, creo que ya estamos preparados para jugar al tenis —dijo el comentarista cuando la cámara enfocó a Natalia sentada en la banda bebiendo una botella de agua. Lo que la cámara no mostraba era el caos que tenía dentro de la cabeza.

Marta Lacunza se levantó y clavó una mirada fulminante en la cabina, cortando cualquier otro comentario chistoso que tuviera en mente el locutor. Luego se volvió hacia Alba y le ofreció unos cacahuetes.

—Pruébalos, saben mucho mejor que las uñas.

—No lo puedo evitar, estoy nerviosa por ella.

—Créeme, chica, ella ya está suficientemente nerviosa por las dos. Éste es el año de Nat, Albita, lo noto.

—Servicio, señorita Lacunza.

Natalia fue a la línea de saque y esperó a que le lanzaran las pelotas. Tomó aliento con fuerza y lo soltó despacio, dejando caer los hombros en un esfuerzo por relajarse.

Manu y Joe aguantaron la respiración cuando lanzó la pelota al aire preparándose para enviarla por encima de la red. Este saque les daría una idea de la potencia que todavía le quedaba a Natalia, teniendo en cuenta que ahora tenía dos cortes en el tronco. Debía de haber usado todas las técnicas de meditación que había aprendido en su corta vida, porque a los dos hombres les pareció ver briznas de pelusa de la bola al entrar en contacto con la raqueta.

—Quince a nada —el juez de silla señaló el lado de Natalia y esperó a que el siguiente saque pasara por encima de la red. Las jugadoras tuvieron que esperar un par de minutos a que la gente se calmase. Por mucho que apreciasen a Lee por su esfuerzo para llegar a la final, ahora que el partido estaba en marcha, su lealtad estaba firmemente atrincherada en el lado de la red correspondiente a Natalia.

Todavía se estaba disputando el tercer juego del primer set cuando Logan regresó a su asiento. Se había quitado la chaqueta y parecía un aficionado cualquiera que había venido para disfrutar del tenis. Después de meter al señor Lacunza en un coche patrulla, había colocado agentes de uniforme por las gradas para vigilar por si aparecía algún otro fan problemático.

—¿Cómo va? —preguntó.

—Ha ganado el primer juego y ha estado a punto de romper en el segundo, pero Lee ha aguantado —Alba dejó de hablar en cuanto Natalia volvió a poner la pelota en juego. Se quedó en la línea de saque e hizo correr a Lee por toda la pista con la colocación de la bola.

—Cuarenta a nada —el juez de silla señaló de nuevo el lado de Natalia. Ese servicio fue seguido de un saque directo que ganó el juego. El primer set terminó en menos de cincuenta minutos y Natalia parecía tener buen aspecto para las personas que la miraban y la querían. Manu observó su cara por si veía alguna indicación de debilidad o dolor, pero se quedó sorprendido al ver solamente la habitual cara de partido de Natalia.

Ocurrió en el tercer juego del segundo set. Natalia había ganado los dos primeros y Lee empezaba a sentir la fatiga de correr y del calor. En una persecución desesperada para alcanzar una bola que Natalia había enviado en una dirección que no se esperaba, Lee le devolvió un globo alto. Cuando Natalia se estiró para lanzar un mate, casi oyó los puntos que se saltaban y el dolor fue instantáneo. La pelota cayó dentro de la línea de fondo marcando el punto para Lee, seguida de la raqueta de Natalia.

—¿Señorita Natalia? —preguntó el juez de línea cuando hizo una mueca de dolor al agacharse para recoger la raqueta.

—Estoy bien.

Juego, set y partido // AlbaliaWhere stories live. Discover now