‣ Capitulo 19

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                                                                                                                                                            Especial de Navidad
Maratón 1/2

Antes de salir del trabajo Annie se ofreció a pasar por mí, me llamo media hora antes de dar por finalizado mi día laboral diciéndome que quería que la acompañará a un lugar que no menciono en nuestra corta llamada, lo único que mencionó fue que la esperara en la esquina de la calle y que no me fuera en el bus con Dean, y ahora aquí estamos las dos en el auto recorriendo algunas avenidas de la ciudad y escuchando Radiohead en silencio con un volumen decente. En cuanto el auto dobla por la calle 8 nos adentramos en la amplia avenida y me doy cuenta de a dónde nos dirigimos, a decir verdad siempre que vengo a este lugar me vuelvo una persona vulnerable y muy sensible.

Nos trajo a visitar a papá.

Ver su nombre tallado en letras plateadas sobre la lápida de mármol negro no me hace bien. En mi cabeza sólo pasan como una corriente fuerte de agua todos esos recuerdos que tuve a su lado y todos esos buenos consejos que me daba en esas conversaciones que teníamos por las noches después de cenar. Su ausencia dejó para siempre en mí un vació que nadie podrá llenar nunca, es una cicatriz que estará conmigo para toda mi vida y sólo podrá sanar el día que pueda volver a verlo y estar a su lado.

Richard Bogdánov Faulkner

18 de Septiembre de 1977 – 25 de Agosto de 2018

Fuiste el mejor hijo, esposo, padre y amigo. Siempre serás recordado con amor y con gran orgullo por haber salvado la vida de muchas personas.

"Mientras vivamos ellos también vivirán para siempre en nuestra memoria"

El mármol oscuro está lleno de polvo y las flores amarillas que mi madre trajo hace un par de meses han perdido su color por completo poniéndose de un café muy claro y que pinta oscuro en las puntas de los pétalos. El césped a su alrededor está crecido unos cinco centímetros desde la última vez que estuvimos aquí y se ve demasiado verde.

Annie está sentada a mí lado, con ambas piernas al pecho y la cabeza recargada en ellas, llora en silencio pasando las yemas de los dedos con suavidad por encima de la hierba y no quita los ojos de la pequeña foto a blanco y negro de mi padre justo por encima de su nombre. En cambio yo contengo el llanto y mejor cierro los ojos pidiéndole en silencio que tiene que ayudarnos de alguna forma a que mi madre deje de beber, que Annie ya no pelee más con ella porque ambas son lo único que tengo y perderlas seria lo peor que podría pasarme ahora, que haga que esa persona que estuvo acechándome como un tigre en el callejón desaparezca y me deje tranquila, porque aunque no lo parezca tengo miedo de estar sola y volverme a encontrar con algo de lo que ya no pueda huir. 

Cuando termino de tener esa pequeña charla con él, quito el papel blanco sedoso que cubre el nuevo ramo de rosas amarillas que compré antes de ingresar al cementerio y una vez que ya están desatadas tomo las viejas y las sustituyo por las nuevas acomodándolas de forma que el aire no pueda llevárselas.

— ¿Crees que las cosas serían diferentes si él aun estuviera aquí? —Annie sorbe la nariz limpiándose las lágrimas con la manga de su suéter largo. La miro y tiene la cara roja y los ojos vidriosos, ella sigue mirando el trozo de piedra que ya no luce tan reluciente como esa tarde que lo pusieron.

—Quiero pensar que sí. —Tomo unas cuentas hojas del césped largo y las enrosco entre mis dedos. Quizá si papá estuviera aquí algunas cosas serían muy diferentes o quizá todo estaría como antes, el futuro siempre es impredecible y no puedo contestarle eso con la seguridad que mi hermana necesita oír. — ¿Por qué no le avisaste a mamá que vendríamos?—Cuestiono, a mi madre le gusta mucho venir a visitarlo y sólo una ocasión Gustav ha venido con ella en el tiempo que llevan juntos.

PELIGROSO DESEO || LIBRO 1 +18 [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora