La noche de Peter y Gwen

Capítulo 13 .:Disfrutándose hasta el infinito y más allá:.

Vi sus blanquizcas y sensuales piernas, aprecié su celestial y magnifica condición de mujer, pasé los ojos por su angosta cintura deleitándome con su vientre, contemplé con devoción sus maravillosos pechos deteniéndome un poquito más en sus rozados y tentadores pezones, miré sus finos brazos y sus atractivos hombros, subí la mirada por su delicado cuello y finalmente llegué a su precioso y angelical rostro. Y aunque esta haya sido la segunda vez que la contemplaba desnuda fue tan impresionante como la primera vez.

Verdaderamente esa imagen de Gwen desnuda entra las sábanas de mi cama quedaría guardada en mi mente para siempre, atesorada como lo mejor que mis ojos hayan visto, y es que ser testigo visual de toda la sensualidad de Gwen no tenía precio, simplemente era algo incalculable, a lo que yo era el único que tenía el privilegio de observar. ¡Y de tocar! Solo yo, solo yo podía verla y tocarla porque solo yo tenía su permiso, únicamente yo la había conquistado de modo que me concediera ese honor, y es que solo yo sabía cómo cuidar de un tesoro como ella.

La miré a los ojos y pude notar que su mirada estaba en mi entrepierna, me miré a donde ella me miraba y de nuevo volví a ver a Gwen, que se había puesto roja de la vergüenza.

—Sí que te encantó dulzura. —dije haciendo que se avergonzara más, por lo que se cubrió la cara con las manos, escondiendo su sonrisa, yo reí de lo tierna e inocente que se había visto, y luego me acerqué una vez más, le di un beso en el cuello que la hizo suspirar y de nuevo volví a su cara, la cual ya las manos no tapaban, deposité un beso en la frente y otro en sus labios, luego me tumbé a su lado, la tomé de la cintura para dejarla sobre mí, y ya en mi torso la sostuve con firmeza y una vez más insistí: —Ya dime Gwen, ¿Por qué te encantó? —sin esfuerzo alguno mi voz había sido profunda y grave, eso la hizo temblar un poco y quise pensar que era por el modo en que hablaba.

—Pues... —comenzó, y al momento en que lo hizo no solo mi curiosidad aumentó sino también mi ansiedad. —Yo nunca había visto uno, —con eso empezó a derretirme, poniéndome a sonreír como bobo. —y la verdad es que... —se sonrojó sola y eso me dejó más expectante —yo... siempre solía verte un poquito más allá... a veces no podía evitar mirarte el trasero Peter, —apretó los labios en una sonrisa y yo me sentí bastante halagado y sobre todo sorprendido de que desde hacía tiempo mi nena ya me hubiera estado viendo de esa manera. —Pero no solo te miraba el trasero... —de nuevo se cubrió la cara con las manos y negó con la cabeza, moviendo sus rubios mechones, pero yo le quité las manos despejando su cara.

—Gwen, —dije serio y a la vez jugando. —dime lo que sea, no tengas vergüenza de hablar así frente a mí, porque te juró que es lo que más deseo escuchar. —aseguré viendo como ella aun apretaba los labios y como los ojitos le brillaban, después respiró hondo y siguió.

—Está bien. —Se tranquilizó —Pero no me juzgues ni te enojes, que si hablo así de sucio es por tu culpa. —dijo hablando rápido, en modo de advertencia, sintiéndome algo divertido cuando volvió a mencionar la palabra sucio, luego de eso asentí enérgicamente con la cabeza, deseando que ella continuara, Gwen volvió a respirar hondo y hablo: —También solía mirar el cierre de tu pantalón, imaginando... —dijo de manera pausada, pero luego fue todo lo contrario. —¡Imaginando como lo tendrías! —se puso totalmente roja y yo también, pero por dos motivos diferentes, ella de vergüenza y yo de emoción, mi corazón valla que bombeaba con fuerza.

—No pares Gwen, sigue, sigue. —pedí con la voz cortada por la emoción que me dominaba, vi que sí quería seguir hablando pero la voz no le salía, y yo comprendí eso, así que esperé a que ella se tranquilizara, disfrutando del juego que sus dedos tenían en mi torso, y por suerte solo fueron unos segundos de espera hasta que de nuevo sus maravillosas palabras conquistaron mis oídos.