Capítulo 16

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Boruto abrió los ojos con dificultad, se sentía muy cansado y los párpados le pesaban, era esa sensación de cuando duermes de más y todo te resulta agobiante al despertar.

Se giró boca arriba con un bostezo y se frotó el rostro, cuando se descubrió los ojos por fin, intentó adivinar qué hora se supone que era al ver en los cristales un suave reflejo rosado. Se apoyó con los codos para echar un vistazo a su ventana, pero el petricor llegó primero a su nariz, relajándolo por completo.

Había llovido y el sol comenzaba a ocultarse dejando ese rastro rosáceo, con razón la habitación estaba tan fresca como en las noches de invierno.

Se levantó casi tropezando con las sábanas, dejándolas atrás para perderse en el baño. Él era consciente del desastre anterior, aunque también estaba seguro de que Sara intentó arreglarlo en un inútil intento porque al final terminó yendo por Hina. «Dios mío, que mal padre soy» pensó.

El agua helada comenzó a caer, casi dándole un escalofrío, tocando levemente lo más parecido a un cosquilleo, devolviendo su mente a unos momentos atrás. No había sido un sueño, los sueños no sabían tan bien.

Apagó la regadera y salió frotándose el cabello con la toalla, se secaba rápido, que suerte. Pero en estos momentos temía al salir de la habitación. «Vamos Boruto, ni que haya sido tu primera vez» pero con Sarada sí, le contraatacó su subconsciencia. Extendió la toalla en una silla y tomó una de sus camisetas sueltas de algodón, estaba cansado de las formales y quería disfrutar un momento en su casa antes de regresar al trabajo, hizo lo mismo con los pantalones al elegir un pans.

Abrió la puerta encontrando la sala y el pasillo oscuro, la única lucecita que se extendía era la que filtraba debajo del cuarto de Hina. Se acercó despacio y abrió la puerta lentamente, con cuidado de no hacer ruido.

—Si, se miran bonitas ¡Me gusta! —gritó con emoción observando su reflejo en el espejo de mano.

Ambas estaban en la esponjosa alfombra amarilla de Hina probando los peinados que ella siempre pedía. Sarada terminó de ajustar las trenzas con una goma y le acomodó los cabellos sueltos de su flequillo. Por un momento sintió algo que no sabía describir, nunca se había detenido en su pecho un sentimiento como ese. Quizá era el clima exquisito de una fuerte lluvia o el amor que sentía por ambas.

—¡A papá siempre le salen feas!

Boruto carraspeó la garganta, indignado. La sinceridad de Hina fue una daga para su bella burbuja de paternidad.

—¡Papá! —tiró el espejo y corrió hacia él, extendiendo los brazos para que la cargue.

—Nada de papá —cruzó los brazos.

—¿Por qué estas molesto? —jaló su camiseta con insistencia—, si ya te había dicho que peinas feo, pero no me importa, igual te quiero y voy a la escuela así.

—No pues gracias.

Hina amplió más su sonrisa y volvió a estirar las manos. Boruto suspiró como un padre derrotado y se inclinó para cargarla.

—No te voy a poder cargar toda la vida eh —la acomodó en sus brazos, ella ya no era una bebé y no le hacía feliz darse cuenta.

—Vi un video en YouTube de una mujer que se casó y su papá la cargó hasta el altar. ¡Yo también quiero eso!

—Ni te vas a casar en primer lugar.

Sarada se levantó, riendo y siguiéndolos. Lo que quedó de la tarde pasó muy rápido y los ojos de Hina comenzaban a cansarse, era sorprendente como la energía de un niño podía apagarse de un momento a otro, pero incluso ella se sentía cansada después de una película de casi tres horas.

Una niñera para... DADDY『EN EMISIÓN』Where stories live. Discover now