Toma mi mano

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POV Usagi-san

Salgo del ascensor procurando no caerme, esa noche he bebido más de la cuenta y sé que al llegar a la habitación podré descansar hasta que Aiwaka llegue a molestarme por un nuevo evento.

Estoy cansado... por lo menos pude escabullirme del chico que equivocadamente besé en el bar. A pesar de ser hermoso, todavía no me siento capaz de comenzar ninguna relación otra vez.

Con dificultad abro la puerta, tan ebrio estoy... me burlo de mi estado, es lamentable, pero mi papel de Playboy lo justifica. Doy la vuelta y la borrachera desaparece como por arte de magia... ahí está observándome...

—¿Misaki?
—No quería interrumpir, perdón... yo... —estas llorando. Me quito el saco y me dirijo hacia él, mis brazos lo rodean, se acurruca en mi pecho, las lágrimas mojan mi camisa mientras sus sollozos inundan la habitación.
¡Dios! ¿Qué te ha pasado?

Los toques en la puerta indican que el servicio al cuarto ha llegado, te has quedado dormido y no me has dicho nada, recibo el desayuno ya bañado y cambiado. El mesero extiende un sobre con el logo del hotel, extrañado lo abro, entorno los ojos y entiendo como Misaki llegó a mi habitación.

Por más que me parezca ridículo, no puedo evitar darle una explicación al muchacho, el responde que por escrito... garabateo algunas palabras y devuelvo el papel. Nuevamente quedamos él y yo.

Lo siento moverse en la cama, se levanta con el cabello desordenado y sobando sus ojos como cuando lo hacía en nuestra casa... son solo recuerdos, pero a sus veintitantos años sigue manteniendo esa frescura del adolescente que me enamoró... para qué miento, te sigo amando, quizás ese es mi castigo con los Takahashi, con tu hermano diez años y contigo... tal vez sea siempre.

Se levanta bostezando y como si fuera un niño toma el pequeño oso que me ha regalado el club de fans de mis novelas BL. Se acerca a la mesa y se sirve como si yo no estuviese presente, quiero que hable, que me explique el porqué de su visita, pero las preguntas mueren en mi boca cuando en medio de primer mordisco a su tostada me miras y sonríes.

—Dormí bien, gracias por dejarme quedar... te extrañaba.

Asiento con la cabeza y lo acompaño, acomoda al peluche en su regazo y comienza a devorar, literalmente, los huevos y las tostadas... ¿cuánto llevas sin comer?

La llamada de Aiwaka entra apartándome de la mesa, mientras se dirige al baño, te sigo escuchando la agenda para el día de hoy, falta menos de una hora para que la rueda de prensa comience, el tiempo justo para poder hablar.

Termino de arreglarme, el ruido de la ducha me indica que estás bañándote, así que te irás... tal vez solo necesitabas descanso. Recojo la mesa y dejo todo en el corredor para que se lo lleven. Al cerrar la puerta te veo vistiendo una de mis camisas, tus piernas se muestran tentadoras debajo de ella, trago saliva, debo recordar mi trabajo y, sobre todo, que estas casado.

—¿Puedo quedarme hoy aquí?
—Misaki... —tu rostro muestra desilusión, no me dejas hablar y te das vuelta.
—Entiendo... lo siento si te incomode...
—Quedate —digo evitando que se aleje, llegó a su lado y le abrazo— solo que cuando regrese, me dirás lo que pasa.
—¡Hai! —es un susurro, pero suficiente para mí.

En la recepción busco al gerente, necesito aclarar quien es y evitar cualquier desaire, quiero llegar y encontrarlo como cuando vivía conmigo. El hombre me escucha, su expresión me deja con la duda si cree mi historia, finalmente sonríe y me explica que desde que le dieron el nombre supo de quien se trataba, pero el recepcionista había confundido las cosas.

Me voy más tranquilo, me despido con una reverencia y salgo de la oficina, antes de salir escucho como da una orden por teléfono. Llego al lobby donde puedo ver las noticias...

—Así que ya lo sabes Misaki.

Tardes NegrasWhere stories live. Discover now