Libre Albedrío

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Llegaba tarde, lo sabía. Siempre terminaba llegando tarde. Aunque para ser justos, corrió a su encuentro en cuanto se enteró.

Allí estaba, ese bendito café, la había visto en tantas ocasiones. La había amado de innumerables formas y la había perdido un incontable número de veces. Pero jamás imaginó ésta situación. Encontrarla allí.

Se detuvo a unos centímetros de la puerta, el miedo, la rabia y el dolor lo consumían. Habían transcurrido demasiados años, tantos que le hubiese encantado decir que ya no recordaba, pero bien sabía que no era así, cada uno de los segundos se marcaba a fuego en cada rincón de su ser.

Acomodó su traje, y finalmente su mano se encontró con el picaporte. El interior, era tal como lo recordaba, ruidoso, con un potente aroma a café recién preparado y con una luz incandescente, que lejos se encontraba de simular alguna estación real. Todavía no podía entender cómo es que éste era el escenario que el jefe mayor había escogido, pero no estaba en él cuestionar las decisiones de sus superiores.

Con temor, buscó entre las mesas, hasta que finalmente la vio. Estaba de espaldas, mirando por la ventana. Podía reconocerla a kilómetros de distancia, siempre fue así, después de esa primera vez, ya no pudo olvidarla, aunque lo intentó le fue imposible. Para alguien como él, el amor estaba prohibido, nunca había sabido bien porque. Luego de amarla lo entendió. Ellos no olvidan, ni aman a otras personas. Lo que significaba una maldición para muchos, a él le resultó el sentimiento más hermoso que había experimentado jamás, pero fue cuando la perdió donde entendió la verdadera razón de que esto fuera denegado a los de su especie.

Comenzó a acercarse a ella, vacilante ¿lo habría visto llegar desde esa ventana? Imposible... ¿Qué decía? Quizá lo correcto hubiera sido dejarla atrás aquella primera vez, pero de alguna forma ella seguía presentándose ¿qué más podía hacer? Era un cobarde, de eso no había dudas, un cobarde egoísta, pero estaba dispuesto a lo que sea que tenga que enfrentar. Ya era un castigo tener que encontrarla allí.

Se detuvo nuevamente a centímetros de ella, pero ya era demasiado tarde para huir, ella ya lo había notado.

- Llegaste – su voz siempre había tenido un efecto mágico en él. Tenía algo irresistible, una mezcla de alegría y tristeza ¿había sido siempre así? – Te estuve esperando

Finalmente giró su rostro, lo que tanto temía estaba pasando ¿a qué se iba a enfrentar?

Le dedicó una sonrisa, una de las más hermosas que tenía, lo había hecho de nuevo

- ¿No vas a sentarte? – preguntó, sin que su sonrisa se deformara

- Si – se sentía tan impotente ¿Por qué le mostraba eso? - ¿Esperaste mucho?

- No, no demasiado... mmm ¿cuánto será? ¿5 minutos tal vez?

Estaba mintiendo ¿Por qué lo hacía? Siempre era lo mismo, ocultaba lo que de verdad sentía, lo que pasaba ¿para qué? Para protegerlo, a él, que no necesitaba eso. Que no lo merecía. Sin embargo ella comenzó a reír, dejándolo totalmente desconcertado.

- ¿Por qué esa cara? ¿te molesta que mienta?

- Ya no me cuides – los tonos de ambos eran diferentes, parecía que se encontraban en conversaciones totalmente distintas

- Nunca lo hice para cuidarte, de hecho era para cuidarme a mí... ¿Qué si estuve esperando mucho tiempo? Creo que demasiado – Tanto la confesión, como el repentino cambio en su forma de hablar fueron nuevamente desconcertantes, su corazón palpitaba a mil revoluciones por segundo ¿Qué era esto? ¿Qué tenía que esperar? – Creo que si lo pongo en tiempo... mmm diría que estuve esperándote una vida entera

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⏰ Last updated: Sep 15, 2019 ⏰

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