No sabía bien en que momento, él, que había sido siempre tan aplicado a las reglas que le habían impuesto, sucumbió a romperlas. Sin embargo sabía exactamente el por qué de su decisión. Y había sido la misma, que lo había llevado a caer en lo más profundo de la oscuridad, tantas veces. El amor. El mismo, que la condenó a ella, a llevar siempre el mismo nombre, siempre la misma historia, siempre el mismo final.