ᘛ Cuatro ᘚ

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Después de pasar la tarde con Adrien, Marinette se apresuró en alistarse para llegar a tiempo al trabajo. Aquella escapada improvisada con su entonces amigo había hecho que el tiempo se le viniera encima, pero aún y así, no se arrepentía de esos momentos compartidos con el rubio.

Cuando llegó al lugar de trabajo, la azabache se inmiscuyó en los camerinos, para vestirse con uno de los provocativos conjuntos que había y el antifaz que la caracterizaba. Removiéndose la cabellera y aplicándose un maquillaje más resultón.

En su cabeza ya imaginaba el reencuentro con aquel rebelde motorista. En cómo actuaría cuando lo tuviera enfrente y tratara decirle algo que la desarmara; algo a lo que tendría que actuar con indiferencia para no levantar sospechas.

Bufó frustrada ante aquel pensamiento. Revisando su reflejo en el espejo, instantes previos a abandonar el reservado e ir hacia la barra, donde su exuberante compañera de melena dorada le sonreía con amabilidad.

—Ya era hora. —Expresó la muchacha— Pensaba que no venías.

—Lo siento, he tenido un ligero contratiempo. —Se disculpó la euroasiática— ¿Alguna novedad?

—Lo de siempre. —Aborreció mientras servía dos copas en una bandeja—. Te toca atender mesas...

Ladybug echó un vistazo a su alrededor con disimulo. Luego regresando su atención en su compañera, la cual la miraba curiosa.

—¿Pasa algo?

—No. —Negó la rubia—. Es solo que... Te noto distraída...

—Oh, pues... No, no lo estoy. —Sujetó la bandeja en una actitud proactiva—. ¿Qué mesa es?

—La cuatro. —Contestó divertida, señalando al fondo—. Y ten cuidado; son de los que tienen las manos largas.

«Perfecto. Vamos a jugar al cascanueces...» 

—Gracias por el aviso...

Se dio la vuelta y encaminó hacia la mesa que su compañera le indicó. Tratando mostrarse risueña, pese a estar aborrecida de ese ambiente pecaminoso y turbio.

Por otro lado, el muchacho de mirada verdusca contemplaba la entrada del bar desde el otro lado de la acera. 

Aún se sentía indeciso sobre lo que tenía que hacer, más aún al recordar la discusión que tuvo con la bailarina la última noche que tuvo la oportunidad de estar con ella. 

Una parte de él quería marcharse, dejarla hacer su vida y cumplir a su promesa de no volver a molestarla. Sin embargo la extrañaba más de lo que era capaz de aceptar y aunque se contradecía a sí mismo sobre lo que hacía y decía, el deseo por volver a verla era más grande que cualquier otra cosa. 

« Parado aquí no solucionarás nada, ve por ella de una maldita vez »

Dio una última calada a su cigarrillo, se alborotó un poco el cabello y con un andar decidido se dirigió al bar, adentrándose en éste con cierta cautela. 

Una vez dentro se escabulló hacia la mesa que siempre solía ocupar, al menos durante la semana en que recurría el sitio con el único propósito de verla y pasar algo de tiempo con su adorada bailarina. 

Recorrió el sitio con la mirada y en cuanto sus gemas se posaron en la bella joven de melena obsidiana, su corazón comenzó a latir con fuerza y su respiración se entre cortó mientras que él no podía hacer nada por dejar de mirarla. 

—Bichito... Allí estás.

Así mismo, Ladybug servía las mesas con pesadumbre. Tratando mantenerse natural, pese a los tediosos clientes que frecuentaban el local y que la hacían sentir como a un sucio objeto.

𝐁𝐀𝐃 𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆𝐒 | Adrinette | Feat Marichat8989Where stories live. Discover now