Los Latidos de tu Corazón [SabiGiyuu]

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Para Giyuu, la pérdida no es algo extraño.

Sus padres habían muerto cuando él era joven, y la única hermana que lo crió falleció la noche antes de su boda, dando su vida para protegerlo de un monstruo de ojos fríos e implacables colmillos. En unas pocas horas, su vida había terminado, y el sol se puso sobre un día que debía ser gozoso pero no lo fue, repleto de sangre y miedo.

A decir verdad, no tenían demasiado, pero lo poco que tenían se había desvanecido como humo entre sus dedos. El sentimiento de pérdida no lo deja solo, se aferra a el de una manera nauseabunda, sosteniendo sus tobillos y amenazándolo con arrastrarlo en lo profundo del agua que debe mantenerlo con vida. Es helado y brutal, y hay ciertos días en donde desea haber sido él quien hubiera muerto en su lugar.

— Pero ¿qué hay de todas las cosas que aún tienes?

Es en días como esos donde Sabito lo encuentra en el techo por la noche, mirando las estrellas (distantes, imperdonables) como si al rogar lo suficiente, éstas bajaran del cielo y lo llevaran a él también. Es en días como esos donde Sabito se sienta a su lado y presiona sus manos sobre los brazos y hombros de Giyuu, su pulso palpitando detrás de su piel recordándole que él está vivo, y está aquí.

—No me has perdido ¿verdad?

Pero casi lo haces. Giyuu no lo dice porque no necesita hacerlo, él está siempre ahí, atormentándolo en noches silenciosas, fantasmas, sangre y dolor y Sabito (fuerte, indestructible Sabito) destrozado en pedazos en los brazos de ese demonio. Le había dicho que viviera, así que ¿por qué razón Sabito estaba tan dispuesto a morir por otros?

—Sobreviví ¿no es así? —Sabito sabe, puede leerlo como a un libro abierto, ve esa mirada aterrada y atrae a Giyuu solo un poco más cerca. Envuelve sus cálidos dedos alrededor de su muñeca, y lentamente descansa su mano en su pecho, su pulso tangible justo por encima de su piel —Aún late.

A veces, cuando los días son así, Sabito se enoja—"¡no desperdicies los sacrificios que otros han hecho por ti!" gritaría, y Giyuu lo miraría, arraigado a la tierra. Pero esta noche es gentil, quizás porque sabe que Giyuu romperá en pedazos si alza su voz, o quizás porque está demasiado cansado para hacerlo.

Las estrellas se sienten solo un poco más cálidas.

—No me dejes.—cuando Giyuu habla, su voz se rompe y el agarre en las ropas de Sabito se vuelve más fuerte, y tiene miedo que se escape de sus dedos si aparta sus ojos de él. No me dejes, te amo, quiere decir, pero no puede.

—No lo haré.—y no es una promesa, nunca podría serlo, no con el trabajo que hacen o las cosas que ven a diario. Pero por ahora, por esta noche, definitivamente se siente como una.