Capitulo Uno

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Suspiré.
—Acá vamos de nuevo –dije medio dormida. Levanté la vista observando la edificación de ladrillos que se posaba frente a mí. Las enredaderas recorrían cada bloque cubriéndolos con un poco de verde. Aún estaba parada fuera de las altas y blancas rejas. La pintura de estas estaba rasgada y vieja dando paso al acero debajo. Crucé mis brazos mientras una mueca de dolor pintaba mi rostro; podía visualizar el año completo: las noches sin dormir, el estrés, el sinfín de rumores y los insoportables profesores que creían que su materia era la única existente.

Sentí que alguien se acercó a mi costado.

—El verano paso muy rápido –se quejó Kate–. En serio que no es justo esto de tener 9 meses de clases y solo 3 de verano ¡Recién me empezaba a relajar!

—No creo estar lista para esto –dijo alguien dramáticamente. Giré para encontrarme con Luna en mi lado izquierdo, llevaba su uniforme desordenado junto con su típica mochila naranja–. Quiero volver a casa –comentó con desagrado.

Comenzamos a avanzar hacia el interior antes de que se nos hiciera tarde. Pasando las puertas era un nuevo mundo, colmado de alumnos colocando libros dentro de sus casilleros y poniéndose al día con sus compañeros. Afortunadamente nosotras habíamos pasado casi todo el verano juntas, ya que nuestras familias se llevaban bien y solíamos planear vacaciones en conjunto. Sin embargo, luego del primer mes, cada una fue por separado. Los últimos días de verano aseguraban ser pesadamente insoportables. El calor recorría los colmados pasillos extinguiendo el poco aire puro y frío que había. Fuera no corría ni una sola gota de viento.

—Kate, contanos, ¿cómo la pasaste en Las Leñas? –preguntó Luna sin levantar la vista de su teléfono.

—Sí, como te... –No pude terminar la oración, ya que, al voltear a mi derecha, Kate se había esfumado. Levemente golpeé el brazo de Lu para que se detuviera. Tardó un instante en darse cuenta de la ausencia de Kate para luego voltear y retroceder juntas adonde ella yacía inmóvil, mirando alrededor.

—Se dan cuenta de que todo el mundo nos está mirando, ¿no? – dijo preocupada. Levanté la mirada y recorrí de forma inquieta mis alrededores. Podía contemplar cómo las personas que antes parecían estar absortas en su mundo ahora observaban hacia nuestra dirección. ¿Acaso me había perdido de algo? Fruncí el ceño mostrando confusión. Parecía un patrón; observaban hacia nosotras, se miraban entre sí y comenzaban a susurrar.

De repente, el rostro de Luna se transformó colocándose frente a nosotras mientras palpitaba su cara.

—¿Tengo algo? –exclamó paranoica. En el instante en el que las palabras salieron de su boca su expresión se convirtió en una de asombro ¿Pero qué le pasaba a todo el mundo?

Vi cómo Kate se hacía a un lado mientras me advertía.

—Cuidado, Elena –pero era muy tarde para reaccionar a tiempo. Sentí cómo alguien chocaba contra mi hombro, como si estuviera cubierta con pintura transparente. Esto causó que perdiera el equilibrio y tirara mi celular junto a los auriculares que estaban conectados en él.

La fuerza del cuerpo que me llevó por delante no solo logró que mi teléfono se estampara contra el suelo, sino que también fue capaz de lograr que mi cuerpo se tambaleara y quedara de rodillas en el piso. Esperaba, por su propio bien, que mi celular estuviera en perfectas condiciones.

Sin pensarlo dos veces dije rompiendo el silencio absoluto del pasillo: —Permiso, ¿no?

Entonces el morocho de ojos azules volteó hacia mí. El olor a colonia masculina me golpeó como un camión. ¿Acaso lo conocía de algún lado?.. No, no lo creía, jamás lo había visto por el colegio. No me tomó mucho tiempo examinar sus rasgos faciales; mandíbula marcada, cabellos revueltos, intensos ojos azules... y cómo olvidar esa sonrisa de suficiencia. No tardó en hacer lo mismo que yo y rápidamente me escaneó de arriba abajo sin pestañear para después darse vuelta y alejarse. ¿Perdón?

Moon Night Where stories live. Discover now