3. Oscuridad del corazón

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Varios días pasaron desde que (Y/N) había vuelto de presentar el examen y las cosas simplemente parecían seguir como antes. Ella continuaba realizando su danza Kagura mientras ayudaba al sacerdote a encargarse del templo y de vez en cuando bajaba a la aldea cercana a conseguir algunas cosas para el templo o a ayudar a los aldeanos.

Todo parecía ser igual que antes pero las cosas sí habían cambiado un poco desde que ella se encontró con Tanjiro. Gracias a las palabras de Tanjiro, ella decidió que no escaparía más pero sobre todo, ella decidió que ya era hora de enfrentar aquel problema que surgió tras la muerte de su amigo.

Aquella mañana mientras ella barría el patio como de costumbre, logró escuchar cómo alguien parecía comenzar a subir por aquella larga escalera de piedra. Llena de curiosidad se acercó hasta la entrada del templo y logró ver en la distancia como una persona vestida en ropas ligeras de color blanco y un sombrero de bambú colgado en su espalda junto a lo que parecía ser una larga caja de madera subía lentamente por aquellas escaleras.

(Y/N) miró atentamente a aquella persona mientras continuaba su camino hasta que finalmente estuvo lo suficientemente cerca como para que ella lograra ver que el parte del rostro del joven se encontraba cubierta con una máscara de color dorado. Su largo cabello algo despeinado se encontraba amarrado a medias mientras que también ella logró ver que el joven traía vendajes en el cuello y en su mano derecha. Cuando llegó hasta donde la chica se encontraba, él dejó salir una leve sonrisa.

—Tu eres (Y/N) ¿cierto? —habló amablemente mientras comienza a desamarrar la tela que mantenía aquella pequeña caja de madera amarrada a su espalda para luego sujetarla entre sus manos y extender la caja a la chica frente a él—. Vengo a entregarte la espada que forjamos para ti, y espero que esta vez no la pierdas para que seamos capaces de protegerte...

(Y/N) extendió sus brazos para recibir aquella caja y una vez que la tuvo en sus manos quería invitar al joven a pasar y ofrecerle algo por su largo viaje pero para cuando volvió a levantar su mirada, esa persona ya no estaba por ninguna parte; lo único que había en el lugar en donde previamente él se encontraba, eran únicamente unas mariposas plateadas que lentamente se alejaron volando.

Ella sujetó fuertemente la caja y la llevó a donde se encontraba Shin. Colocó la caja de madera sobre la mesa que se encontraba en medio de aquella habitación mientras llegaba el sacerdote y Gentouka para ver lo que sucedía.

—Veo que tu katana ha llegado ya... —murmuró Shin dejando su pipa de lado para levantarse de la mesa en donde se encontraba y se acercó hasta donde (Y/N). La chica abrió la caja para sacar la katana que se encontraba cuidadosamente guardada en una funda de tela de un hermoso color rojo.

—¿De qué color crees que se torne? —preguntó Gentouka lleno de curiosidad mientras veía como (Y/N) retiraba aquella funda roja para sacar la katana y sujetarla entre sus manos —Aunque en lo personal me gustaría que su color sea tan blanca como el de la luna...

—Negra como la noche tal vez... o simplemente un rojo vivo... —comentó Shin.

(Y/N) desenfundó la katana y dejó la vaina de lado para mirar con atención aquella hoja de acero. Había escuchado que las nichirinto cambiaban de color dependiendo del dueño por lo que estaba llena de curiosidad por saber de color sería la katana que la acompañaría durante su viaje.

Todos esperaron en silencio varios segundos hasta que la hoja de la katana lentamente comenzó a cambiar de color pero esta había terminado de una forma peculiar. Tanto el filo como el resto de la hoja se había tornado tan plateado y claro que era capaz de ver su propio reflejo en ella.

El ambiente se quedó en silencio sin que nadie supiera qué decir en esa situación y justo cuando (Y/N) se decidió a decir algo, su cuervo mensajero entró en la habitación y se posó sobre la caja de madera que se encontraba sobre la mesa.

Lazos Rotos (Kimetsu no Yaiba x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora