Día 86

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Abrí el refrigerador en busca de algo. Lo que sea.

Nada.

Al parecer me había terminado lo último hacía un par de días.

Cerré la puerta, resignada, y caminé otra vez a la habitación, el lugar donde me había pasado los días completos desde que volví del hospital.

Después de dos largos días de internación en completa soledad -a excepción de los mil médicos especialistas en diferentes porquerías-, me dieron de alta volviendo a casa con un estúpido papel con una dieta detallada y algún par de recetas de medicamentos.

Papeles que arrojé al piso apenas entré, y allí quedaron. Porque ni siquuera pensaba en limpiar la casa, mucho menos en llevar una alimentación saludable y preocuparme por tomar medicamentos.

Tampoco era como si comiera demasiado. Ya no me importaba cómo me viera, no me importaba si engordaba o lo que fuera. Después de todo, ya ni la sensación de hambre constante mantenía mis pensamientos lejos de Jiwoo.
Sólo la angustia que cargaba todo el tiempo me cerraba el estómago. Y si cada tanto sentía de golpe todo el hambre que antes había estado ausente, cualquier cosa que hubiera en el refrigerador estaba bien.
Jinsol solía encargarse de que estuviera lleno, así que hasta hacía unos días atrás me mantenía comiendo algunas de esas cosas ya vencidas o secas. Ahora que se habían terminado, la única opción era volver a acostarme. Estaba claro que no saldría a comprar nada.

Al entrar nuevamente a la habitación noté la pantalla de mi celular brillando.

¿En qué momento lo había encendido?

Cada día tenía la esperanza de recibir un mensaje de Jiwoo. Pero eso nunca pasaba.

Y, cansada de esperar algo que sabía que no llegaría, había terminado por apagar mi celular, como si con ello apagara también el sentimiento de soledad y desconsuelo.

Pero al parecer había vuelto a encenderlo en algún momento. Así que más por curiosidad que por interés, lo tomé para ver de qué o quién se trataba.

¿Una llamada de Jinsol?

La ignoré. Ni siquiera me molesté en rechazarla. Dejé el teléfono donde se encontraba anteriormente y volví a mi lugar en la cama.

Pero el maldito volvió a sonar.

Otra, y otra vez.

-¿Sí?

Decidí atender para librarme. Sabía que si seguía ignorándolo podía terminar peor.

Mi voz sonaba horrible, y apenas con ese monosílabo noté que era la primera palabra que pronunciaba en días.

-Sooyoung, ¿estás en tu casa ahora?

-¿Qué quieres, Jinsol? ¿Por qué estás llamándome?

-Estoy afuera de tu casa, necesito hablar contigo.

-No hay nada que hablar, Jinsol, nosotras ya no...

-No me interesa interrumpir en tu relación ni en tu vida, Sooyoung -dijo en tono molesto y mi corazón se quebró un poco más al escuchar la palabra relación-. Por favor abre y te prometo que seré breve.

-Déjame en paz.

-No tengo opción.

Cortó la llamada pero automáticamente escuché la puerta abrirse por lo que di un salto de la cama y corrí para evitarlo, pero ya era tarde. Jinsol estaba dentro.

-Aún conservo la llave y creo que esto es necesario, lo siento -dijo antes de mirar alrededor y descubrir el desastre en el que su casa se había convertido.

-¿Qué quieres?

Entró y se sentó cómodamente en el sillón de siempre, mientras yo me mantenía parada, a la defensiva, mirándola desde allí.

-Supe que estuviste internada y que nadie se encargó de ti.

-¿Y qué?

La angustia no me permitía ser cortés, sólo quería que se fuera y me dejara en paz con mi miseria. Sentía que había venido únicamente para burlarse.

-¿"¿y qué?"? Que si sigues de esta forma vas a acabar muy, muy mal, Sooyoung.

-Eso no tiene por qué importarte, Jinsol.

-Pero lo hace y lo seguirá haciendo. Y voy a encargarme te guste o no.

-¿Estás jugando el papel de heroína para recuperarme?

Ella revoleó los ojos y llevó sus manos a su rostro en una mueca de hartazgo.

-Escucha, Sooyoung -dijo apartando sus manos, manteniendo la misma firmeza que antes-, deberías dejar de creer que cada buena acción conlleva intenciones ocultas. Respeto tu decisión y la acepto -hizo una pausa que no respondí y continuó hablando-. Mentiría si dijera que no siento nada por ti, pero no tengo interés en recuperarte tampoco. ¿Por qué querría estar al lado de alguien que ama a alguien más?

Apreté mis labios y exhalé fuertemente. No tenía nada que refutarle.

-Como sea, no necesito ayuda -mi posición seguía siendo rígida aunque en el fondo no dejaba de ser culpa. Ni siquiera merecía que ella fuese tan amable conmigo.

-¿Estás tomándome por idiota? Claro que la necesitas.

-Sólo quiero estar sola.

-No pretendo vivir aquí. Sólo pasaré a visitarte de vez en cuando y ver si necesitas algo. Por el momento te traje algo de comida -dijo abriendo su bolso y dejándome una bolsa no muy grande con alimentos.

Bajé la guardia y relajé apenas un poco mi postura.

-Gracias -dije alcanzando la bolsa con mis manos-. No era necesario.

-No es nada -sonrió levemente aunque, conociéndola, no era una sonrisa sincera.

Un silencio incómodo reinó en la densidad del ambiente hasta que eligió tomar la palabra otra vez.

-Llámame si necesitas algo. Ya me voy -dijo para luego pararse y caminar hacia la puerta. Observó los papeles en el piso y yo rogué por que no los alce-. Hasta luego, Sooyoung.

-Adiós, Jinsol -dije desde mi lugar-. Y gracias de nuevo.

Ella sólo lanzó una sonrisa fugaz y su imagen desapareció tras la puerta.

Ahora tenía algo que comer. Pero no tenía el deseo. Todo el apetito se había ido ahora. La visita de Jinsol me había dejado totalmente desconcertada y con un millón de preguntas.

¿Por qué se interesaba en ayudarme después de haber sido una idiota con ella?

No tenía sentido.

Quizá habría preferido que me odie, que quisiera verme sufrir y se regocijara en eso.

Pero no. Ella estaba preocupada por mí y totalmente dispuesta a ayudarme.

Mi sentimiento de culpa jamás terminaba.

¿Y dónde estaba viviendo ella ahora?

Debí imaginarme que no buscaba burlarse de mí desde el momento en que decidió que me quedara al menos hasta que me sintiera mejor.

Aunque eso parecía estar cada vez más y más lejos de suceder.

Liar  •【ChuuVes】Where stories live. Discover now