Epílogo.

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A Alba le fascina ver como su prometida se mueve de un lado a otro del estudio, deshaciéndose de las roídas sábanas que durante años han cubierto las pinturas de su madre, escogiendo un cuadro, y colgándolo en alguno de los huecos libres de la pared.

Mientras tanto, ella la observa desde su rinconcito junto al ventanal, con su cuaderno de dibujo y el lápiz ya olvidados en su regazo. La tiene encandilada la gracilidad de aquel cuerpo esbelto subiendo y bajando de la escalera como si flotara, o la destreza y soltura con la que sus manos de dedos finos y ágiles manipulan los lienzos a su antojo, lejos ya de la torpeza de aquellas zarpas enormes que habían sido incapaces de sostener un tenedor.

Alba está enamorada de aquellas manos humanas y de como son capaces de componer melodías celestiales, ya sea en el pianoforte o sobre la piel de su futura esposa.

Para colgar el último cuadro, Natalia aparta la escalera y simplemente se pone de puntillas, dando después un par de pasos para observar orgullosa el conjunto de su obra, a lo que Alba no puede evitar soltar una risita adorable.

- ¿Qué te parece tan gracioso?

-Nada, -Le contesta la joven, -Que a veces pareces un bebé de dos metros.

Natalia se acerca cual felino, con una sonrisa pícara dibujándose en sus labios, y le tiende la mano para ayudarla a levantarse del suelo.

-Pues señorita, va usted a casarse con este bebé de dos metros.

-Que sepas que me siento engañada, -Le dice Alba, mientras rodea el cuello de la princesa con sus brazos y se pone de puntillas para darle un beso en los labios, -Pensaba que al romperse la maldición dejarías de sacarme tres cabezas.

-Lo siento, -Contesta Natalia, que se agacha hasta ponerse a su altura y le devuelve el beso, -Pero lo de ser un chopo viene de serie, cariño.

Un leve carraspeo proveniente de la puerta las saca de su burbuja y ambas, todavía entrelazadas, se giran para encontrarse con Julia y Sabela esperando.

-Disculpad, Altezas, -Se dirige a ellas Sabela, -Solo veníamos a informaros de que todo está listo para la recepción de esta noche. Pronto empezarán a llegar los primeros invitados y deberían estar listas para recibirlos.

-Y Alba debería pasarse por la cocina también, -Interviene Julia, aunque esta con un tono más divertido, -Antes de que Rafi y Alfonso empiecen a tirarse platos a la cabeza.

Alba hace una mueca de hastío con la boca y se separa unos centímetros de su prometida.

- ¿Me explicas por qué tenías que organizar una pedida formal? -Le pregunta a Natalia mientras sacude la falda del vestido para intentar deshacerse de las arrugas.

-Cosas de la nobleza, amor. Casarse con una princesa requiere ciertos protocolos.

-Pues si lo llego a saber, me quedo con la bestia gruñona.

La morena no puede evitar soltar una carcajada.

-Si ya sabía yo que te gustaba más la Natalia peluda.

-Mmhm. -Alba asiente, mientras su prometida vuelve a rodearle la cintura con los brazos. -Era más achuchable, al menos cuando no tenía pinta de querer comerme.

-Pero amor... -Le contesta Natalia, con tono sensual y acercándose peligrosamente a los labios de su prometida hasta que puede sentir su aliento en ellos, -Yo siempre tengo hambre de ti.


Y vivieron felices, pero sin comer perdices, que Alba es vegetariana.

FIN

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Ahora sí que se acabó.

Ha sido todo un honor que ocuparais un poquito de vuestro tiempo en leer esta pequeña historia. 

Espero veros más allá de las estrellas.

Love,

Lenna


De castillos y princesas encantadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora