(E-2) Me gustas

3.4K 71 0
                                    

Victor: La verdad... -parecía algo sorprendido por mi alegato- me gustas, me gustas mucho, quiero conocerte cada vez más, me interesas, eres una mujer increíble, con una inteligencia enorme, pero sobre todo, unos sentimientos plenos, dulces, e inmensos. Me gustas, y quiero estar contigo, y aunque nos conozcamos muy poco, siento que te he tenido conmigo en otra vida. -Me tomó de las manos, mirándome fijamente, yo estaba completamente roja y a punto de llorar de la alegría- Quiero que seas mi pareja. ¿Tu lo quieres?
Yo: -Estaba muda, me sentía la persona más afortunada del mundo, estaba tan feliz que no podía pensar en otra cosa que no sea contarles a todos lo que había entre nosotros- Si, quiero estar contigo. -Dije con una sonrisa inmensa que seguro me causará muchas arrugas en el futuro.-
Lo tomé de la mano y lo levanté de la silla, hice que me siguiera a mi cuarto por las escaleras. Al entrar cerré la puerta, él se sentó en la cama y yo me paré en frente suyo. Me quité la ropa desfilando para que disfrute de verme.
Yo: ¿Querías conocerme más, no?
Sonrió y se mordió el labio. Con el cuerpo desnudo me senté sobre sus piernas, nos besamos mientras me tocaba, pude sentir como su miembro se endurecía a través de su ropa, la cual yo le iba quitando lentamente, contenerse más no era una opción, desde que pasó por mi puerta no se podría detener más. Al estar desnudo puse su miembro en mi interior y cabalgué lentamente sobre el, para acostumbrar mi interior a su gran forma, me avergonzaba un poco la situación imaginándome a mí misma, también me avergonzaba no poder disfrutar de su miembro al completo. Los besos y las caricias nunca faltaron, los jadeos, gemidos suaves, era hermoso y perfecto, poco a poco podía introducirlo más y más en mí, y cada milímetro extra se sentía mejor. Cambiamos de posición, él me tomó de los muslos y me apoyo en la cama, se puso sobre mí y comenzó a embestirme, yo rodeé su cintura con mis piernas y su cuello con mis brazos. Fue bueno y amable conmigo, pero aún seguía siendo mi primeras, nada había cambiado eso, así que gemía demasiado y, a pesar de sentirse bien, llegaba a doler hasta cierto punto, pero sobre todo, era demasiado excitante.
Su cuerpo trabajado, sus manos duras y firmes, y aunque suene algo grosero, su enorme miembro, me tenían rendida, no quería escapar, pero si quisiera hacerlo estaría muy jodida.

El niñeroWhere stories live. Discover now