Junto al árbol de flores blancas

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Cuando Severus termino de llorar se reincorporo en silencio y se dedicó a observar a la gente del parque con mirada melancólica, Sirius a su lado simplemente decidió unírsele mirando a la gente sin emitir palabra alguna tampoco.

- Ella tenía razón, tu hombro es un buen lugar para llorar- hablo finalmente el pelinegro rompiendo el silencio.

- Tú siempre dices cosas así ¿De quién hablas? ¿Por qué siento que te conozco de algún sitio?- Pregunto el castaño mirándolo directamente a los ojos.

- Tu y yo nos conocemos de antes, nos encontramos el día en el que la dejamos ir,- el universitario se levantó de su asiento y comenzó a caminar, Sirius sin dudarlo comenzó a seguirlo- pero supongo que como yo sé más de ti que lo que tú sabes de mí- comento antes de señalar el puesto de hog dogs frente a él- ¿Quieres comer uno?

A Sirius no le importaba en lo absoluto ningún alimento en ese momento, pero ya que el ojinegro estaba respondiendo sus dudas finalmente decidió al menos complacerle con eso.

- Yo los compró, soy el mayor después de todo- respondió el ojiazul acercándose al puesto de hog dogs.

Luego de comer sus respectivos hog dogs de la forma más lenta posible desde el punto de vista de Sirius, el ojinegro retomo la conversación.

- ¿Quieres escuchar una historia?- pregunto al hombre a su lado.

- Por supuesto- contesto el castaño suponiendo que la historia podría resolver aquellas dudas que lo embargaban.

- Existía un niño solitario en una vieja casa, ya que tenía agorafobia no podía salir ni conocer personas, simplemente pasaba sus días mirando por la ventana en aquella casa junto al árbol de flores blancas.

- ¿Un árbol de flores blancas?- indago el ojiazul recordando las palabras de su pelirroja amiga.

- Si, un árbol de flores blancas- aclaro el pelinegro-, en fin, aquel niño se encontraba atrapado en su propio mundo, completamente solo, hasta que ella llego, la niña de cabello rojo.

“Lily” pensó de inmediato el castaño pero no interrumpió la historia del otro.

- Los padres de aquella niña se mudaron a la otra casa junto al árbol de flores blancas y ella desde ese momento intento interactuar con el niño, le lanzaba cosas a su ventana para llamar su atención, piedritas, ramas y una vez hasta le lanzo un zapato, nunca desistió hasta que un día el temeroso niño se asomó por la ventana y le pregunto nervioso: “¿Por qué no te vas?”

Sirius escuchaba atento sin atreverse a interrumpir.

- “Porque no me da la gana” respondió ella sin pena alguna “¿Por qué tu no sales?” pregunto aquella niña inocentemente, “Porque tengo miedo” confeso el chico finalmente.

Severus guardo silencio de nuevo totalmente perdido en sus recuerdos.

- ¿Y qué sucedió?- cuestiono Sirius que no podía contener más su curiosidad.

- Ella solo le sonrió y le dijo: “Sal, te prometo que yo estaré siempre contigo, así que no hay nada que temer”- el ojinegro suspiro con tristeza-, ella jamás debió hacer aquella promesa.

CON ÉL NOWhere stories live. Discover now