Luna de miel

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Hanji estaba tumbada de lado en la cama de la pequeña habitación del jet privado, acurrucada contra el fuerte pecho de su marido, donde retumbaba el rítmico latido del corazón de él, arrullándola como uno de sus sonidos favoritos en todo el mundo.

Levi la rodeaba con los brazos y le daba suaves y amorosos besos en el cuello, que le enviaban deliciosos estremecimientos de placer.

Se había estirado con cuidado, para no arrugar la falda de su hermoso vestido de novia, estaba descalza, sus preciosos zapatos Manolo Blahnik habían quedado olvidados en el suelo.

Deslizó una mano por el fuerte pecho de su esposo, acariciando la suave tela de la camisa, llegó hasta su cuello y le deshizo la elegante corbata negra con los dedos. Entonces procedió a desabrocharle los primeros botones de la camisa.

La ronca y sensual voz de su marido, cargada de amor y deseo, le sonó en el oído:

- Amor mío... no me provoques... ahora debes descansar.

Ella sonrió contra el cuello de él y le dió un suave beso, su marido se estremeció bajo sus labios:

- No te provoco... lo hago para que estés más cómodo... y para esto... - Deslizó la mano por el interior de su camisa y la depositó encima de su retumbante corazón, sonrió satisfecha al notar el órgano que mantenía a su marido con vida debajo de su mano - para notar tu corazón... adoro sentirlo latir... llenándote de vida...

Él la miró con sus hermosos ojos de plata llenos de amor y le sonrió con ternura. Se inclinó y empezó a darle cortos besos en los labios, dulces y amorosos:

- Mi ángel... mi preciosa esposa...

Ella lamió su labio inferior con los dientes y él abrió su boca, permitiendo que sus lenguas se encontraran juntas.

- No puedo esperar para desenvolverte y hacerte el amor... mi esposa... mi bella esposa... voy a hacerte mía para siempre...

Hanji sintió un estremecimiento recorrerla entera.

Estaba profundamente enamorada del hombre que se había convertido en su esposo.

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Cuando les indicaron que debían dirgirse a las butacas y abrocharse el cinturón ya que iban a aterrizar, Levi sacudió con suavidad a su hermosa esposa, que se había quedado profundamente dormida apoyada en su pecho.

Él le acarició los cabellos chocolate con ternura y le besó la frente mientras la sacudía con delicadeza:

- Amor... amor...

Ella se acurrucó contra su pecho, hundiendo su bello rostro en su camisa:

- Mmm....

- Amor... tenemos que ir a las butacas, vamos a aterrizar...

Ella abrió sus hermosos ojos de chocolate, cargados de sueño y lo miró, su corazón se estremeció al verla:

- Aterrizamos?

- Sí mi vida.

Sus ojos se desperezaron con rapidez, llenándose de una chispa de vida e ilusión que Levi secretamente adoraba.

- Vamos! Quiero ver por la ventana a ver si adivino donde estamos!

Aplaudió contenta aún estirada y con su bello vestido de novia puesto.

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