iv

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—¿Por qué volviste a escuchar a Bring Me The Horizon? 

—Porque ando emo —contesté simplemente, aguantando la sonrisa que se quería interponer en mis labios a pesar de que mi rostro estaba oculto con la almohada.

Parker rio. —Vamos, tenemos una fiesta a la que ir —agarró mi pie derecho y comenzó a arrastrarme fuera de la cama. 

Y tal cual como en la película 'Un Viernes de Locos', me agarré de la parte de madera de la cama mientras Parker tiraba de ambos de mis pies. 

—Luke no estamos en esa película que ve tu hermana a cada rato —comentó soltando mis pies luego de unos minutos de lucha. 

Rode en la cama de forma que quedé acostado de espalda. —¿Por qué siempre que estoy emo me sacas a una fiesta? No, mejor dicho, ¿por qué siempre que estoy emo hay una fiesta? —pregunté poniendo mi mano derecha bajo mi mentón para parecer más filosófico. 

Parker rio. Me senté en la cama y vi como investigaba entre mi armario. 

—¿Qué buscas? —pregunté con el ceño fruncido. 

—Tu franela azul. 

Mis ojos se abrieron inmediatamente y salté fuera de la cama. En un segundo ya estaba a su lado. 

—No las va a usar.

—¿Por qué no? —preguntó haciendo puchero mientras seguía buscando.

—Porque es mía.

—Egoísta. Préstamela.

—No. ¿Y si la quiero usar ahora?

—Egoísta —dejó de buscar para observarme con una pequeña sonrisa en sus labios. —¿Eso significa que vas a ir? —preguntó con esperanza.

Puse los ojos en blanco y saqué la franela que estaba a la vista. —Voy a ir para que no la tengas que usar. 

—Egoísta. ¿Por qué no me la prestas? —continuó indagando en mi armario. 

—Porque resalta mis ojos azules —comenté e hice que echaba mi cabello hacia atrás, como lo hacen las mujeres.

—Racista. Todo porque tengo los ojos cafés, ¿verdad? No todos tenemos los genes alterados para tener ojos azules.

—Idiota. 

—Egoísta.

—Racista.

—Te odio.

—Te amo Lukey —rode los ojos y reí. 

Me quité la polera de Nirvana con la cara feliz y me puse la flanela sin polera abajo. Abotoné los botones y dejé los dos primeros sueltos. 

—Oi, ¿sin nada abajo? —comentó Parker, colocandose mi polera de 'Destroy Yourself See Who Gives A Fuck.'

—Quien sabe. Quizás tenga suerte hoy —tomé los pantalones negros ajustados que estaban en el suelo y me los coloqué. 

—Ella, la que tiene sexo todos los días. 

Puse los ojos en blanco. 

—Idiota —murmuré. 

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—Siiiiiidneeeeeeeeeeeeeey —arrastré las vocales de su nombre, el alcohol tomando prácticamente el control de mi cuerpo. 

Ni siquiera sabía lo que decía, menos lo que hacía. Tan sólo dejaba que mi cuerpo se controlara por si solo. 

Quizás beber tanto no fue una buena idea; pero a quien le importa. No tienes diecisiete todos los años. 

Coloqué mi cabeza sobre su hombro derecho y cerré los ojos, sintiendo mis párpados pesados. 

No respondió, podía sentir como su cuerpo subia y bajaba junto a su respiración pero no me contestó. Fruncí el ceño por unos pocos segundos. 

—¿Sabes que tu nombre me recuerda a Nemo? —comenté, riendo un poco. 

—Estúpido —murmuró entre dientes. Su cuerpo se movió y presentí que se cruzó de brazos. Pero no me alejaba. Me dejaba estar apoyado sobre su hombro. 

Eso era extraño, ¿no? Si supuestamente nos odiabamos, ¿no? 

Sintiendo como mi cuello comenzaba a doler, coloqué mi espalda derecha y traté de poner atención a lo que pasaba a mi alrededor.

Pero era un poco complicado. 

La supuesta fiesta a la que Parker me había traido en realidad fue una junta con alcohol y música fuerte y un poco de comida. Básicamente una fiesta pero con como veinte personas, quizás más. ¿Para qué iba a contarlos? 

Podía ver como habían personas conversando en los sillones, otros se estaban besando. Había un círculo de personas al medio de la habitación, todos sentados en el suelo mientras jugaban a girar la botella. Creo que jugaban a verdad o reto. 

No veía a Parker por ninguna parte. Pero si veía a Maya, Harry y Andrew jugando a la botellita. 

—¿Sabes? —comenté de brazos cruzados. Por el rabillo del ojo vi como Sindey volteaba su rostro, observandome. —Te pareces a una amiga. 

—¿En serio? —contestó con una tono de voz de intriga. No sabía si Sindey había bebido algo o no; realmente no me importaba. Quizás ha estado desde que comenzó la fiesta aquí sentada, quizás no. De nuevo, realmente no me importa. 

Asentí, relamiendo mis labios. —No sé si es por la forma de tu cara o que, pero cuando te vi, me recordaste a ella. 

—¿Cómo se llama? —murmuró, aunque ni siquiera sé por qué murmuró si la música estaba alta y habían gritos por toda la habitación. Pero aún así la escuché. 

—La pregunta debió haber sido; Cómo se llamaba. Murió cuando tenía doce años —reí amargamente, sintiendo como mis ojos comenzaba a aguarse y un nudo se formaba en mi garganta. 

—Lo siento... —volvió a murmurar. 

Volví a reír, sintiendo un sabor agrio en mi boca. 

¿Por qué le había dicho en primer lugar que me recordaba a ella

Han pasado cinco años desde que murió. Ya hasta he olvidado como era el tono de su voz, pero nunca podré olvidar los momentos que pasamos juntos; las tardes en que solamente jugabamos y no nos importaba nada más.

Viejo, esos eran los mejores tiempos. 

—Su nombre era Becca, Rebecca —suspiré, sintiendo como una lágrima bajaba por mi mejilla. La limpié antes de que Sydney tuviera noción de ella. —Murió de cáncer —me encogí de hombros, sintiendo al mismo tiempo como una presión en mi cuerpo. 

No podía negar que me sentía incómodo al hablar de ella. Esta muerta por el amor de dios, ¿a quién no le da cosa hablar de un muerto y de las cosas que pasaron juntos? Quizás, Becca murió a los doce años, pero era mi mejor amiga. Y eso es lo que importa. 

—¿Cáncer? —repitió Sydney sorprendia. 

Asentí. Sentía ganas de reír pero mi estado de ánimo había caído drásticamente como para realmente reír. 

—Por eso leí en parte Bajo La Misma Estrella —no tenía control sobre mi boca. No podía retener mi lengua. 

Siempre me pasaba esto cuando bebo demás. Hablo y hablo y sigo hablando de cosas que nunca diré sobrio. Deberían de ponerme un scoch en la boca una vez que termino de beber para no revelar cosas de la que mañana me arrepentiré. 

—Lo leí para... —me encogí de hombros. Por primera vez en la noche, mi cerebro estaba funcionando sobriamente. Por suerte mi boca decidió cerrarse antes de que revelara mi secreto. 

—Lo siento —murmuró Sydney, apoyando su cabeza en mi hombro tal cual como lo había hecho yo hace unos minutos. Pero además de apoyar su cabeza, rodeo mi brazo con los suyos, como si estuviera aferrandose a mi. 

Y estoy seguro que es culpa del alcohol que mi corazón se acelerara ante su contacto. 

the fault in our starsWhere stories live. Discover now