Capítulo 1

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Hoy tenía que coger un avión que me llevaría hasta Cambridge, allí me esperaría el chófer de la familia para llevarme hasta mi piso, cerca de la universidad.

Tras esas casi dos horas que tenía en avión desde la Coruña hasta la T4 de Barajas, en Madrid, aún tuve que esperar tres horas hasta que mi avión saliese a Estados Unidos. Tenía dos mensajes de mi hermano diciéndome que me estaría esperando junto a los chicos en nuestro piso.

La típica vocecilla a través de los megáfonos que había por la terminal anunciaba mi vuelo.

"Salida del vuelo Iberia 3477 con destino Cambridge, Massachusetts, embarquen por la puerta D34"

Cogí con fuerza mi pequeña maleta de mano y fui hasta la azafata que estaba en el mostrador, marcando mi billete y dándome una sonrisa me dejó pasar. Por mucho que digan que en primera se viaja de lujo, nunca mejor dicho, no es para tanto. Para mi gusto prefería tener a alguien al lado que me de un poco de conversación, no un espacio vacío y a una azafata preguntándome cada cinco minutos si se me ofrecía algo. ¡No, no quería un maldito vaso de agua, ni vino, ni nada! Entiendo que es su trabajo, pero no deberían insistir tanto cuando el pasajero, en este caso pasajera, les ha dicho que no desea nada de beber, y menos cuando es una adolescente malhumorada y que destila odio por cada poro de su cuerpo.

Cuando aterrizamos cogí de nuevo mi maleta y salí por la puerta de embarque encontrándome de lleno con decenas de personas aglutinadas esperando a sus seres queridos o conocidos. Busqué la puerta de salida de la terminal y me dirigí a ella.

- Tss -¿qué narices? Seguí andando después de ver a un chico con capucha hacerme una seña para que me acerque-. Tsss -repitió.

Seguí mi camino, notando como me había comenzado a seguir.

- ¿Necesitas algo? -pregunté mosqueada enfrentándolo a la salida de lal terminal.

- ¡Eres una suicida! -gritaron los cinco idiotas que salieron del coche que tenía enfrente, entre ellos estaba Connor.

- ¿De verdad te pones a gritarle a alguien que te sigue? -pregunta riendo-. Tu definitivamente quieres morir.

- No hay muchos idiotas que vayan vestidos todo de negro y con una camiseta amarilla con la cara de Bob Esponja, ¿no, Jared? -dirigí mi mirada al "chico misterioso".

- Creo tendencia, tu no lo aprecias porque no sabes de moda -me responde indignado.

- Lo que te haga dormir mejor por las noches. Ahora ya podéis decirme qué hacéis todos aquí en plan comitiva cuando yo esperaba a Andrew.

- Cálmate Angela, no te sulfures que sino en poco tiempo tendrás esa preciosa carita llena de arrugas -Trevor comienza a agarrarme las mejillas y a estirármelas, ganándose un manotazo de mi parte.

- Suelta imbécil.

- Sigue tan cariñosa como siempre -me dicen poniendo cara de adoración, falsa obviamente.

Los hago guardarme la maleta y me siento de copiloto encontrándome a Samuel de piloto.

- ¿A ti no te quitaron el carné de conducir? -pongo mala cara.

- Fue un malentendido, no me lo tendrían que haber quitado. ¡Abrazo! -se ríe tirándose encima de mi de mala manera.

Me lo quité de encima y me encontré con dos pares de ojos mirándome en la parte de atrás.

- Llegaríais a flipar si supieseis el mal rollo que dais con esas sonrisas de bobos.

- Te echamos de menos princesa -me sonríe Spencer.

- Yo a vosotros... también -susurré.

- ¡Nos ha extrañado! - gritaron como locos.

De camino a casa me ponen al día de todo lo que ha pasado en estos casi nueve meses, olvidando que yo ya estaba enterada por los mensajes que compartíamos por nuestro grupo de WhatsApp. Spencer se había ido a vivir con su novia de toda la vida, Melody, dejando una habitación libre -ya ocupada- en el piso que compartían entre todos.

Estaba impaciente por llegar a casa, pero más por ver a mis mejores amigos: los hermanos Bennet. La historia de cómo nos conocimos era bastante rara para la gente de fuera.

Ambas familias vivíamos en Manhattan y los niños nos pasábamos todo el día jugando en Central Park dedicándonos a sacarle canas verdes a padres y niñera en mi caso, pero cuando tenía doce años las cosas cambiaron. Ryder empezó a aplicarse más en el colegio y a sacar una de las medias más altas del Dalton School ubicado en el Upper East Side, sorprendiendo a todos. Más sorpresa cuando tres años después la carta de aceptación universitaria que le llegó fue la de Harvard y no la de la Universidad de Nueva York.

Resulta que Ryder había postulado para la prestigiosa universidad de la la Ivy League sin decirle nada a nadie. El orgullo que mostraron sus padres ese día fue enorme y rápidamente empezaron a buscar residencias cercanas a la universidad para que su hijo tuvieses una gran experiencia en la "mejor etapa de su vida".

Mi hermano por aquel entonces ya vivía en Cambridge y estudiaba en el Instituto Tecnológico de Massachusetts una ingeniería aeronáutica, ya que en mi familia o triunfabas académicamente o eras un apestado en la familia. Le ofreció a Ryder una habitación en su piso y los Bennet aceptaron agradecidos, imaginando que así controlaría a su hijo. Falso. Mi hermano era incluso más desastre que Ryder.

Este año las cosas iban a cambiar, ya no estaría en Manhattan durante las vacaciones que tendría en España. Me quedaría definitivamente en Cambridge para cursar en Harvard mi grado en Biología Molecular y Celular. Era una disciplina que siempre me había llamado realmente la atención y, contra todo pronóstico, la elegí, sorprendiendo a mis amigos que pensaban que cursaría un grado en Literatura, por estar siempre con un libro en mis manos.

Llegamos al edificio que albergaba los dos pisos en los que habitaríamos mi hermano con sus amigos y yo. Quise vivir sola, ya que no soportaba demasiado que me molestasen mientras estudiaba, aunque todos sabían que me pasaría todo el tiempo en el apartamento de mi hermano y sus payasos. Ryder ya no vivía con ellos, su familia se había mudado a Cambridge trayendo consigo a Chloe, mi mejor amiga, así que veían innecesario que su hijo viviese en otra casa teniendo ellos una habitación preparada con su nombre. Pobrecillo, se le había acabado tanta libertad. Suerte que no vivían tan lejos de nuestro apartamento.

- Llegamos little demon, todos abajo.

- Chicos, hacedme el favor de subirme la maleta a casa que voy a ver a Chloe.

- Ya, ya... a Chloe -rieron todos, ganándose un puñetazo de parte de mi hermano-. Vamos, bro... Todos sabemos que esos dos tortolitos acabarán juntos y que Ryder acabará conquistando la isla de nuestra pequeña con su bandera.

- ¡Es mi hermana pequeña, par de idiotas! -gritó mi hermano ignorándolos.

Me reí de la situación y antes de irme recibí de parte de Trevor un preservativo.

- Mejor prevenir que lamentar... -me dijo.

- Más vale pene enfundado que un niño llorando -soltó Grayson haciendo que todos lo mirasen raro-. ¿Qué? A ver si va a ser Jared el único que puede crear una tendencia.

- Sois raros, pero raros, raros... -les dije.

- Hemos cogido la talla pequeña -rió con sorna Spencer-. No creo que el angelito tenga mucho instrumento, ya que siempre que llegaba con una chica "para estudiar" no oíamos gritos.

- Dirás gemidos -digo riendo y tirándoles su gomita de vuelta.

- Ay, peque... Gemidos los causan los principiantes, los hombres de verdad hacemos gritar -todos chocaron los cinco con Spencer por su comentario.

- Tu debes ser principiante, porque nunca oí a Melody gritar cuando te encerrabas con ella en la habitación -le solté mientras me reía.

Los dejé en la puerta del edificio riéndose de Spencer y gritándole lo idiota que era.

Hombres... O intento de ello... 

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⏰ Last updated: Oct 10, 2019 ⏰

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Buscando mi caminoWhere stories live. Discover now