Desde mi propia constelación

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I

Ruidos, voces, silencios, que cubren todo el espacio que ocupa mi ser, no hay letargo que pueda subyugar lo que yo quiero o deseo recordar.

II

Vestida de lino blanco, como de una túnica mágica, yo la contemplo desde lejos, su sonrisa, muestra su juventud, su pelo castaño juega con el viento de abril, es mi amor que llevo por dentro, en sigilo camino a su lado, por laberintos llenos de faunos, centauros y pincoyas que me atrapan con sus cantos, navego por mares de aguas turquesas, que reciben mi aroma de nostalgias.

III

Las campanas de la iglesia mudas de mi barrio, enmohecida con tu presencia etérea de damisela, gritan cuando pasas por su lado, ¿debo evocar sólo tu nombre? Quizás sí, pero mi cobardía que es inherente, hace que yo sienta mi propia tiranía.

IV

Una alta araucaria, milenaria, observa caprichosa, que yo pueda tener a mi amada, esparces aromas desde la altura, que recorre mi espacio sideral, majestuosa, fastuosa en tu estampa de coqueta hembra, tus fosas nasales perciben el olor de tu amado.

V

Tanta quietud, como de los campos sacramentales, que cobijan tu esencia perenne, reflejada en las sombras de amantes que buscan la complicidad de miradas que atraviesan sus carnes de deseos y despachan una energía psicodélica, que el dios cronos retiene en su retina perversa de los años mozos, lo hemos vuelto cómplice de nuestros secretos, de nuestra piel curtida por la injusticia de otros, que no comprenden, ni saben conjugar el verbo amar.

VII

¡Dolor apacible que desgarras gritos de furia incontrolable, te cobijas donde más duele! No es el corazón sino en el alma, que perforan mis oídos, con lamentos ancestrales de sufrimientos, de entrañables recuerdos que oprimen el tuétano de mi existir, arrojad las culpas de tu propia esclavitud en cuerpos llenos de yagas causadas por el oscuro torturador, aplaca mis ansias de libertad.

VIII

Toda tu ira, despedazar mi noble humanidad, que será convertida en vestigio anónimo de pasajero inexistente en esta constelación de olvido; es tiempo que recobre mi lucidez, de volver ser un simple soma, sin espíritu, de dar rienda suelta a lo que los demás quieren de mí.

IX

La luz de la luna se ha hecho más brillante, radiante, recorre mi rostro, la oscuridad produce sentimientos de encuentro, las estrellas rodean nuestros besos, abrazos de adolescentes, que están en la insidia de amarse, por milésimas de segundo, los astros del universo se arrodillan ante nuestra presencia fantasmagórica, formamos una nube dispersa de una bocanada de humo de un cigarrillo lleno de memorias emotivas, nuestros labios se llenan de océanos húmedos, y nos transportamos a la vía láctea, donde somos solo diminutos puntos existentes.

X

El fin se acerca, mis brazos fuertes rodean tu cintura, no puedo pronunciar jamás un pasado tormentoso contigo, eres mi presente, jardín prohibido de flores que yo arranque de tu tierra fértil, eres mi presente de esperanzas, de sueños, de libertades incondicionales, de caricias gratuitas que recorren mis debilidades eres tan solo mi presente.

XI

Si el amor existe, tiene forma de mujer, esa eres tú, cubrió con velo rojo los ojos de la justicia y se dio a la lujuria de mi compañía, que puedo decir, sólo gracias por hacerme tu compañero, tu compinche, de secretos puros, que me susurrabas, en noches cálidas, abarque todo el cielo nítido sin manchas de tu amor, demos gracias infinitas a las casualidades por encontrar a nuestras propias personas, a la esquiva paz de los dioses del olimpo, te doy las gracias pues mantiene mi equilibrio, a controlar mis emociones, que tarde o temprano en la dimensión de lo oculto nos volveremos a encontrar.

Huechuraba 19/09/2019

Desde mi propia constelaciónWhere stories live. Discover now