Capítulo 4.

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La mente de Stiles era un caos, no podía, no quería, creer que su madre podía haber asesinado sobrenaturales y al ver que su familia materna podría ser cazadores no le gustaba. La sola idea lo hacía temblar, era eso o el miedo de los pasos del alfa que lo seguía.

«Ambas. Definitivamente ambas.» Pensó el humano.

Sus piernas aún parecían tener fuerza para seguir corriendo, y incluso podría apostar que eran más de una persona que lo seguía pero eso solo aumentaba su miedo, agradeció tener la pulsera puesta o lo hubieran atrapado desde antes. Deseo gritar de la furia pero en vez de eso canalizo su enojo en aumentar la velocidad, cada vez se adentraba al bosque y este se oscurecia más, dándole un aspecto aterrador.

Los pasos del alfa dejaron de escucharse, solo la respiración del castaño era notoria junto con sus jadeos por falta de aire, se detuvo y se recargo en un árbol.

En ese momento, lleno de silencio y soledad, el menor se permitió imaginar que, tal vez, su madre no quería una vida llena de cacerías o simplemente cerca de lo sobrenatural, y él, irónicamente, había terminado envuelto en esta.

Una risa sarcástica salió de él mientras se alejaba del árbol y volvía a avanzar, si tenía suerte saldría antes del amanecer y nadie notaría su ausencia pero, como siempre, se equivocaba. Alguien lo tacleo de espaldas, haciendo que cayera de frente a la tierra y provocándole un quejido de dolor y sorpresa.

– ¡Sueltame! – Ordenó el menor de los Stilinski moviéndose con la fuerza que podía pero no conseguía ningún resultado.

De un momento a otro, el desconocido que lo sujetaba lo hizo voltearse con fuerza, y al quedar boca arriba deseo haber seguido corriendo y no parar en ningún segundo, ni siquiera por oxígeno.

Los ojos del alfa eran rojos pero desprendía frialdad y cierta maldad, las garras de éste acariciaban la tela de la playera del castaño.

– Dime tú nombre.

– ¿Para qué?

– Solo hazlo.

– No.

Stiles no imagino que en manera de “castigo” el alfa le clavara las garras de la mano derecha en su costado, cosa que le hizo soltar un grito de dolor y miedo. El dolor, claramente por que su piel era abierta y su sangre, tibia contra su piel, comenzaba a caer al suelo y el miedo por que no había nadie, los Collin no vieron cuando salió y la manada estaba lejos como para ayudarlo.

«Bueno, si muero y existe un más allá, mi madre será, seguramente, la primera en recibirme» Pensó el castaño con resignación.

El menor sintió como las garras se clavaban con más fuerza, haciéndole sentir más dolor.

– Está bien, me llamo Stiles.

El rostro contrario pareció sorprendido, alejándose solo unos centímetros para después este acercarse más.

– Vaya... Conozco a alguien que adorara tenerte en sus manos. – Bien, con eso Stiles se había dado por vencido, cerró los ojos y pensó en Derek, como este había tenido que estar parado alrededor de una hora ya que no sabía como decir «Me gustas».

Con ese recuerdo en mente sonrió y se relajo, pero el peso sobre él desapareció de un momento a otro. Miro hacia el frente, notando como su primo, Andrew, apuntaba a la cabeza del hombre y Andrea corría hacía él.

[...]

Los mellizos habían seguido al lobo y cuando creyeron que lo habían perdido, un grito de dolor los guió hacía éste, descubriendo que Stiles era atacado. Claro que cuando llegaron, Andrea había sujetado al alfa de el hombro y el cabello para jalarlo hacía atrás, dejándole el trabajo a su hermano. La herida del castaño parecía grave, era profunda y no sabían si había echo algo grave por dentro, ellos no eran doctores.

El secreto de los Stilinski.Where stories live. Discover now