Capítulo doce.

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La intensidad del brillo que el sol destellaba fue lo suficientemente fuerte para que el castaño despertara, cubriendo su rostro con el dorso de su brazo.

Una especie de gruñido salió de los labios de Louis en forma de queja. Descubrió su rostro con la intención de cubrirse con la manta que cubría su cuerpo, pero entonces se dio cuenta que no tenía manta alguna haciéndolo. Palpó con la palma de su mano la cama en busca de la suave tela, pero en su lugar encontró la suavidad de una cálida piel que se encontraba debajo de su propio torso.

No tardó mucho en incorporarse y confirmar su sospecha. ¿Acaso había dormido toda la noche encima del torso del rizado? Una mueca de espanto iluminó su rostro, el simple hecho de pensarlo le erizaba la piel por completo. Negó varias veces con la cabeza y talló sus ojos con ayuda de sus nudillos, esperando que sólo fuera una ilusión, pero no lo fue.

¿En qué momento se había quedado dormido? Eso no le parecía realmente relevante en aquel entonces, lo que si le producía cierta incertidumbre era el hecho de haber despertado en la cama cuando recordaba haber estado en el sofá.

Su mirada recorrió el torso del ojiverde. Los apenas marcados músculos que se encontraban en todo su abdomen le provocaron un escalofrío. No recordaba lo fuerte que era, no podía creer que siendo menor que él tuviera un cuerpo tan envidiable.y

Sus manos se acercaron tímidamente al torso del rizado, completamente concentrado en él. Fue suficiente el simple roce de sus dedos para darse cuenta de lo que estaba haciendo. Se detuvo bruscamente y llevó su mano a su rostro, golpeando con la palma su mejilla en una forma de castigo.

— ¿¡Qué estás haciendo Tomlinson!?—. Susurró con molestia.

Tomó la manta que se encontraba a los pies de la cama y la lanzó al torso del rizado sin cubrirlo por completo. Bufó desganado y cubrió su rostro avergonzado. Definitivamente no había comenzado de la mejor manera con su día.

— Buen día—. Saludó el rizado con un tono ronco en su voz.

El castaño se sobresaltó, suplicando al cielo con todas sus fuerzas que Harry no se hubiera percatado de lo ocurrido.

— Buen día—. Respondió sin mirarlo.

El ojiverde se incorporó. Estiró un poco sus brazos y se levantó de la cama con gran energía.

— ¿Sigue el plan en pie?—. Preguntó el rizado, caminando en dirección al baño.

— ¿De qué hablas?—. Respondió el castaño con confusión.

— ¿De qué hablo?—. Asomó su cabeza por el marco de la puerta, incrédulo. — Tenemos una cita ¿No recuerdas?—. Cuestionó con tono sarcástico.

Louis maldijo mentalmente. No podía fingir demencia por el simple hecho de que deseaba sentir nuevamente el delicioso sabor de los mejores helados de Doncaster en su boca después de tantos años.

— Claro—. Respondió con una sonrisa forzada.

El rizado volvió al interior del baño, mirando en el espejo los apenas visibles vellos que comenzaban a crecer alrededor de su boca.

— Debe ser una broma—. Exclamó con molestia.

— ¡No lo es! ¡De verdad son buenísimos!—. Respondió rápidamente, poniéndose de pie.

Harry miró confundido al castaño, quién lo miraba con una gran expresión de angustia.

— No estoy hablando de los helados Tomlinson—. Indicó.— Hablo de mi vello facial... ¡Han pasado solo dos días y esto comienza a notarse!—. Se quejó, volviendo su mirada al espejo.

| Pretty Lie |  Larry StylinsonOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz