Capítulo único

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Liu Qingge podía sentir la tensión en los músculos de su entrecejo. El ruido de fondo aumentaba progresivamente, el gran salón estaba llenándose. Aprieta la mandíbula y endereza la postura, incómodo entre tantas personas distintas. Su de por sí mal genio empeoraba cada vez más a medida que el resto de los invitados iba llegando a la ceremonia. Si no fuera por la importancia del asunto, no se habría molestado en seguir haciendo presencia en el evento.

Mingyan le dio un mal disimulado codazo y su cabeza se gira para enfrentarla, la mirada de su hermana le decía claramente que no estaba actuando como debía uno de los amigos del novio, pero en este punto, él ya no podía sentirse avergonzado de su propio comportamiento.

Liu Qingge resopla. Cambia el peso de su cuerpo de una pierna a la otra y lucha contra el impulso de cruzar los brazos sobre su pecho en un claro gesto agravado.

—No voy a decir nada que ya sepas —dice ella, observándolo fijamente y con pocos deseos de discutir—. Pero si no lo vas a hacer por ti, hazlo por él.

Mingyan siempre había sido certera con sus palabras, contrario a él, razón por la que decidió callar y darle un corto asentimiento como respuesta. Ella suspira como si se rindiera con él.

Es por eso que toma la instancia para separarse e ir por uno de los tragos que estaban sirviendo en la barra de la fiesta. La fiesta en honor a los desposados. Lo iba a necesitar.

...

La cosa es que Liu Qingge había amado a Shen Yuan.

Señor, sí que lo había amado. Por años. Es por lo mismo que, cuando Luo Binghe volvió a su vida y de una u otra forma logró ganarse su corazón (si es que no lo había tenido siempre), Liu Qingge decidió dejar ir sus afectos y centrarse en sus propios asuntos.

Por supuesto, todo eso era más fácil de decir que hacer. Tenía el estómago revuelto y la cabeza conflictuada, no sabía qué sentir. Estaba feliz por su amigo, estaba algo celoso, sabía en su corazón que esto era lo mejor, pero también la amargura se expandía de a poco.

Al final, tenía claro que ya no sentía lo mismo. Aún así, añoraba.

En la barra se encontró con un ansioso Yue Qingyuan y un Shen Jiu tomando whisky en las rocas como si no hubiera mañana, quebrando en pedazos esa fachada inalcanzable. Le pareció bien (a Liu Qingge siempre le había molestado su falsedad de todos modos), incluso si desde las ruinas dejaba entrever la verdadera personalidad pútrida.

—Te digo que esa pequeña bestia no es suficiente para él —la voz de Shen Jiu estaba algo rugosa debido al alcohol, pero más allá de eso no se veía como un hombre que ya había tomado media botella de licor en solo un rato—. No lo apruebo.

Yue Qingyuan suspira, intentando tomar el vaso que Shen Jiu traía solo para recibir un manotazo de vuelta:

—Xiao Jiu, la felicidad de A-Yuan es lo más importante, es tu hermano...— Intentaba razonar el otro, mientras sus manos volvían a forcejear con el agarre que tenía sobre el inocente vidrio. A pesar del rostro iracundo de Shen Jiu, este no fue capaz de responder a lo que su pareja había dicho.

Solo cuando Liu Qingge se sentó en la banca de al lado y pidió su propio veneno a uno de los barman, fue que el par salió de su burbuja. Los ojos penetrantes de Shen Jiu se clavaron con furia sobre él:

—Tú piensas lo mismo, ¿verdad? —a pesar de las diferentes peleas entre ellos, Liu Qingge jamás había escuchado un tono tan venenoso y hostil salir de los finos labios de Shen Jiu. De ser un hombre con menos carácter, se habría acobardado en su asiento—. A-Yuan merece mucho más.

EfervescenciaWhere stories live. Discover now