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Pov Katsuki

Luego de que esa persona me curara me devolvieron a mi celda. Me dirigí hacia un rincón y ahí me quedé quizás minutos u horas, no lo sabía. Sentí mi cuerpo algo entumecido. Escuché movimiento fuera, pero no del lado de la puerta, sino de la pequeña ventana con barrotes. Al acercarme noté que la persona que había visto anteriormente estaba ahí, a sus lados, un poco alejados, había más personas formando dos filas con sus miradas dirigidas al pecoso.

Sus marcas se iluminaron, una especie de luz dorada se podía ver. Y entonces apareció una especie de varilla de luz entre sus manos, recibí una mirada cómplice y comenzó a moverse. Los movimientos eran fluidos pero delicados. No podía apartar la mirada y tampoco quería. La persona fuera detuvo sus movimientos de repente colocando sus manos a cada lado de la varilla haciendo presión de golpe hasta juntar sus manos sin dejar rastros de dicha "arma" de luz, ésta fue reemplazada por aros de la misma luz alrededor de sus muñecas para volver a comenzar de nuevo con lo que suponía era su entrenamiento. No sabia cuánto estuve observándolo, quizás fueron horas.

Las personas ubicadas en dos filas saludaron y se fueron. Cuando no quedaba nadie más que el pecoso éste miró en mi dirección y me saludó con la mano, volviendo a mostrarme la misma sonrisa.

Me aparté de la pequeña ventana nervioso. Esa persona parecía ser amable, pero él tenía algo que yo no, libertad. Esa misma noche cuando el cielo estaba completamente oscuro y lleno de estrellas –las cuales sabia su nombre gracias a esa mujer de la celda de al lado– un sonido se escucho en la puerta de metal. Me puse en posición de ataque a pesar de no saber mucho de pelea. Por la poca luz que entraba en ese lugar vi que no era alguien muy alto.

—¿Hola? —su voz me parecía conocida— Se que estas ahí, no vengo a hacerte daño.

Me acerqué intentando no hacer ruido, fallando en el intento por culpa de mis pezuñas. La persona se acercó a mi guiado por el sonido y note que era la persona que había estado observando entrenar.

—¿Que haces aquí? —el pecoso sonrió— Vas a meterte en problemas, nadie viene aquí en la noche.

—Nadie me ha visto, tranquilo. —su sonrisa se hizo más grande— Mi nombre es Izuku, Midoriya Izuku, ¿el tuyo?

—Kat-Katsuki, sólo Katsuki. —baje mi mirada, me hubiera gustado conocer a mis padres y saber mi apellido.

—Es un lindo nombre.

Se lo veía un poco mayor que yo, aunque no por su altura.

—¿Cuantos años tienes? —me acerqué y lo vi más de cerca y luego aparte la mirada— No es curiosidad, solo me pareces un poco viejo.

—¿Eso es algo cruel, sabías? —rasco su cabeza— Tengo 13, ¿tu? Si no lo sabes no es algo de lo cual debas avergonzarte, mi madre me ha contado por lo que pasan.

—¡Si sé! ¡Tengo 10! —me sonroje y miré el suelo— O eso es lo que me ha dicho ésa mujer.

—Entiendo, debe ser duro para ustedes la vida a la que los obligan a llevar. —lo miré y ya no podía ver su sonrisa— Por cierto, tus orejas son diferentes, no son iguales a las de ellos.

Me llevé mis manos a mis puntiagudas orejas y pensé en cómo eran las de esa mujer, las había visto ya que se asomaba a la reja. Las suyas eran redondas, como si estuvieran enrolladas y caían a cada lado de su cabeza. Nunca me había puesto a pensas en eso.

—Eso quiere decir que ni siquiera pertenezco a la misma especie que ellos. —me inundó la tristeza, no era igual a mi madre después de todo.

—No, no lo eres, —tomo mi cara entre sus manos y sonrió mostrando los dientes— pero me gustan tus orejas. ¿Te cuento un secreto? —asentí— Mi sueño es poder ayudarlos algún día, no deseo que pasen el resto de sus vidas aquí.

Mis ojos brillaron, podría sacar a esa mujer que tanto se preocupó por mi de aquí, al igual que a todos los demás. No tendría que pasar el resto de mi vida aquí y la ayudaría a ella a volver al exterior, el lugar que tanto extrañaba. O eso es lo que yo pensaba.

Deseo de Libertad (Hiatus)Where stories live. Discover now