Capítulo 5: Punto de no retorno

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En medio de la oscuridad, Domhnall y Kira estaban sentados, apoyando sus espaldas uno en el otro. El suelo negruzco estaba seco y no parecía quedar rastros de la lluvia que azotaba ese lugar asiduamente. Ambos no podían evitar ladear la cabeza buscando la mirada del otro, pero aún así, evitaban mirarse directamente. Era algún tipo de timidez o tal vez algún recuerdo que permaneció del pasado. Lo que era evidente es que había una sensación de felicidad que los invadía. Aquel sentimiento de reencuentro inesperado.

—Eras muy agradable —comentó él recordando la noche en que se conocieron.

—Tú también lo eres, Dom —afirmó ella y luego bajó la mirada hacia sus propias rodillas—. Admito que cuando me disté tu teléfono esa mañana, sabía que debía mandarte un mensaje, pero me puse tan nerviosa que tuve que pedirle ánimos a mi amiga Helen. No sabía qué decirte —confesó riendo con las mejillas coloradas— y no quería darte mala impresión, sobretodo porque caminaba chocando contra cada marco de puerta que me encontraba —reveló nuevamente con una risa alegre y vibrante—. Entonces, me dije: ¡Voy a escribirle antes de que se escape! Y luego, Helen dijo: "¡Sé la divertida Kira que eres! Eres super guapa, la más cool del mundo, así que sea lo que sea que digas, te verás super chula". Y entonces, con esos ánimos y sin esperar más, te escribí casi de inmediato —relató con voz melodiosa.

—Recuerdo que me lo contaste a penas nos encontramos esa segunda vez —comentó él con una sonrisa cómplice y añadió con un dejo de añoranza—. Dile a tu amiga de parte mía que tuvo razón, que pensé todo eso a medida que nos fuimos conociendo.

La dulzura en la voz de él hizo que ella se sonrojara, agradecida de que él no pudiera verle.

—La verdad es que no soy guapísima como mi hermana y no sé por qué —bromeó—. Podría demandar a mis padres, pero la verdad es que prefiero ser así antes de ser como esas chicas que hasta duermen maquilladas.

—A mí me sigue pareciendo que te subestimas. Yo me interesé por ti al ver que teníamos aproximadamente la misma edad. —Él se entristeció un poco—. Pero eres muy agradable. —Al oír nuevamente la risa de ella a sus espaldas exclamó—: ¡En serio! Por eso —empezó a decir con una suavidad en la voz— seguí saliendo contigo y espero que hayas seguido por lo mismo. —Él sonrió nerviosamente—. Nunca conocí a tu hermana más que por las cosas que me contaste, pero sé que eres guapa tal y como eres.

—Sí, pero no me respondiste y tuve que mandarte un segundo mensaje —explicó ella abochornada.

—Siento no haber respondido en cuanto me escribiste, de verdad, lo siento —se disculpó—. Si no recuerdo mal, no había alcanzado a leer el primer mensaje porque estaba medio dormido durante esos días. Me acostumbré a no prestar demasiada atención a mi teléfono por eso de no conocer a mucha gente agradable con la cual pasar el tiempo. Lo más seguro es que no te pase porque eres mujer, pero más de una vez, las personas malinterpretan las intenciones de mis saludos. —Su voz se acalló en un silencio incómodo para él—. Un hola es un hola, no una propuesta de matrimonio, una promesa de amor eterno y la exigencia de tener cinco hijos —se molestó él.

—Un hola ¿propuesta de matrimonio? —caviló Kira—. ¡Tendré que consultar mi agenda! —exclamó ella bromeando—. ¿Una promesa de amor eterno? ¡Vaya! —Se sorprendió Kira de forma divertida—. ¿Exigencia de tener cinco hijos? —Ella fingió estar pensativa—. ¿Con niñera o sin niñera? Esa es la cuestión —chilló mientras reía—.

—¡Con niñera! —respondió él de inmediato, nuevamente contento—. ¿Cómo podría seguir pasando tiempo con mia dorada esposa si hay cinco hijos a los cuales cuidar? —Él rió con fuerza ante la ocurrencia de Kira, pensando para sí mismo lo mucho que había extrañado aquellas charlas—. Sí, le dices hola a una chica y piensan que quieres entablar una relación con ella cuando sólo quieres decir... hola —explicó él.

Destinados a no ser © (Quédate conmigo 1)Where stories live. Discover now