Cap. 17: Una inesperada sorpresa

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Cabalgaba sin cesar entre la espesa arboleda de oscuros pinos que se alzaba ante mis ojos. Ya no podía contar con los mapas, pues los había dejado en las alforjas del caballo que me robaron, junto con las provisiones y mi equipo de maniobras.

Iba anocheciendo poco a poco a medida que dejaba la cordillera atrás, los titanes estarían inactivos de nuevo, pero preferí resguardarme en una cueva cercana y dejar que el caballo repusiese sus fuerzas. Me pregunté quién sería aquel sujeto que me lo entregó sin decirme nada.

Con maña y mucha paciencia, conseguí encender una llama y así formar una pequeña hoguera con la que calentarme. El abrigo que Pieck me prestó era cálido por suerte, pero tantas horas con las manos al descubierto mientras cabalgaba, hizo que el frío las entumeciese.

Había fracasado en mi misión de encontrar a Eren, fue más difícil de lo que imaginaba y tenía que pensar cómo decirles a Mikasa y a Armin que su amigo no iba a volver.

— ¿Quién anda ahí? — dijo la voz de un niño desde la profundidad de la cueva.
— ¿Perdón?
— ¿Cómo has entrado a nuestra guarida secreta? — preguntó otra voz distinta.
— Yo... esto... ¿guarida secreta?

Tres niños salieron de detrás de unas rocas; dos niños y una niña, no tendrían más de ocho años.

— ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? — les cuestioné.

Los tres niños se miraron inseguros pero uno de ellos, rubio de ojos verdes, decidió hablar.

— Estamos en una misión súper secreta. Somos los salvadores de nuestra ciudad — eso no me ayudó mucho.

La niña rubia se fijó en mi abrigo, este llevaba el brazalete de la estrella y no me había dado cuenta.

— Oh, eres de Eldia también — afirmó ella — entonces te podemos contar nuestra misión.
— ¿Eh? Esto... claro, adelante — fingí con tal de saber más sobre lo que tramaban, estaban lejos de la ciudad como para ser el típico juego infantil de "espionaje".
— Verás, tenemos que ir hasta los muros e infiltrarnos con la gente de allí para conseguir información. Dos de nuestros mejores soldados ya están en camino para ocuparse de eliminar a los del cuerpo de exploración.

Me quedé boquiabierta al escuchar eso, sabía que algo andaba mal con aquella ciudad, gracias a esos niños lo comprendí todo; esos soldados no serían otros que Zeke y Pieck. Malditos mentirosos.

— Bueno, me llamo Falco — dijo el rubio — ellos son mis mejores amigos; Udo y Sofía, falta mi amiga Gabi, ella aún está en camino hacia aquí. Y tú eres...
— Nayeli.
— ¡Bien! Mañana puedes acompañarnos en nuestro viaje, todos los eldianos forman parte de este plan de conquista.
— Sí... estaré encantada de ayudaros...
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— Han pasado seis días y no vuelve, dónde está metida la mocosa.
— Paciencia, Levi, estoy seguro de que lo conseguirá. ¿Acaso estás preocupado?
— Tch, no digas tonterías, Erwin. Esa cría no me importa lo más mínimo.
— Ya, ya...
— ¡Comandante, el titán bestia ha regresado!
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Abrí los ojos con pereza al sentir el sol de la mañana saliendo con lentitud, el cielo se teñía de bonitos colores.

Los niños todavía dormían, si hubiese tenido mi puñal a mano les habría asesinado sin dudar ni un segundo, parecía que los titanes no eran los únicos enemigos por ahí. Esa gente quería conquistar los muros matando a los soldados, pero la pregunta era el porqué, el motivo que les llevó a hacer eso.

Caminé fuera de la cueva con el caballo para admirar el paisaje cuando se me ocurrió una idea sobre cómo detener a aquellos niños. Cogí sus mochilas y las até a la montura del animal, subiéndome a su lomo y tirando a la nieve la dichosa banda del brazo. Una sacudida en las riendas y el caballo comenzó a galopar lejos de la cueva; sin provisiones morirían de hambre. Tres problemas menos.

Estaba completamente centrada en el regreso a los muros, me guiaba con mi sentido de la orientación hasta que a lo lejos divisé largas murallas grises, premio. Puede que no hubiese encontrado a Eren, pero traía valiosa información sobre la ciudad de Eldia. Sin embargo, no todo fueron buenas noticias cuando al acercarme a los exteriores del muro María empecé a ver innumerables cadáveres humanos. Ralenticé el trote del caballo hasta que me frené ante los cuerpos, perpleja y sin entender qué había sucedido, había rocas por todas partes.

Bajé del animal para caminar por mi cuenta con cuidado entre los soldados sin vida que teñían la nieve con el carmín de su sangre. Los titanes no habían podido provocar  aquella masacre. Preocupada por el estado de mis compañeros, empecé a llamarles a gritos con la esperanza de que estuviesen sanos y salvos, pero no obtuve respuesta.

— ¡Armin! ¡Jean! ¡Bertholdt! ¡Mikasa!

Silencio total. Solo el susurro de la brisa se escuchaba. Un tirón en mi brazo me hizo girar preocupada para ver a un chico de pelo rojizo y ojos pardos; era de la legión de reconocimiento.

— ¿Te encuentras bien? — me preguntó — ¿estás herida? Ha sido una masacre...
— Sí... acabó de llegar, ¿qué ha ocurrido?
— El titán bestia, el colosal y el acorazado han vuelto a atacar. El comandante está gravemente herido, tenemos que ir con él ahora mismo.
— ¿¡El comandante!? ¡Vamos!

Abrazándome a él al no tener equipo, conseguimos llegar hasta el tejado de una casa bastante deteriorada, allí estaban los superiores Hanji y Levi con Erwin; el comandante estaba muy débil, con una herida profunda en el costado totalmente vendada, pero no dejaba de sangrar.

— Nayeli... — susurró.
— He vuelto, comandante... aunque sin Eren.
— Eso no importa... han pasado cosas peores que esa...

Hanji tomó mi mano al verme derramar lágrimas por el hombre.

— Señor... quédese... siempre le he admirado desde pequeña porque usted siempre ha sido la esperanza de la humanidad. No puede abandonar así como así...
— Qué niña más adorable... Levi... Hanji...
— Sí, Erwin... — dijeron al unísono.
— Aseguraos de cuidar bien de ella, es una chica maravillosa...

Sin más que decir, el comandante cerró los ojos para no volver a abrirlos más.

LA CHICA DE FUERAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant