Capítulo 02: Depredadores y presas.

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Dan despertó sobresaltado, como si un rayo lo hubiera alcanzado, pero aunque intentó incorporarse no pudo hacerlo. No era que su cuerpo siguiera agarrotado, era simplemente que le dolía todo y cualquier intento de movimiento lo dejaba sin aire. ¿Qué le habían hecho? Así tendido sobre un colchón paseó la mirada por su alrededor. Estaba en un cuartucho apenas más grande que un closet o un cuarto de baño, de paredes desnudas y blancas, con sólo una ventana cuyos vidrios estaban cubiertos de alguna sustancia negruzca. Aparte del colchón, que no tenía base ni sábanas, y una silla de madera recargada en una de las esquinas, no había ningún otro mueble.

¿A dónde lo habían llevado? Se sorprendió de no estar atado o encadenado a alguna pared, lo que le dio un poco de esperanza. Tal vez pueda escapar, tal vez tenga una oportunidad. Ignorando el dolor de su cuerpo se incorporó, pero tuvo que quedarse sentado por un rato porque todo comenzó a darle vueltas. ¿Eran los efectos de la droga que le inyectó aquel hombre? No, eso no importaba tanto, la pregunta que de verdad debería estarse haciendo era si el hombre andaba cerca.

Se puso de pie, pero tuvo que recargar casi todo su peso en la pared para poder moverse. Se acercó a la puerta y pegó el oído, esperando escuchar algo, alguna voz o cualquier sonido que le dijera dónde estaba, pero afuera estaba tan silencioso como una tumba. Se dio por vencido y se encaminó a la ventana, la que, para su fortuna, no estaba cerrada bajo ninguna llave. Es mi oportunidad, puedo escapar. Con un poco de dificultad logró abrirla, al principio pensaba gritar por ayuda o hacer señas hasta que alguien lo notará, pero aunque lo hiciera nadie acudiría a su rescate; estaba en medio de un bosque.

Sus esperanzas se hicieron añicos. Aún podía saltar por la ventana, se dio cuenta que era una cabaña de un solo piso, ese no era el problema. La cosa era que aunque pudiera saltar y huir, la muerte sería lo único que encontraría. No sabía en qué bosque se encontraba, ni qué tan alejado de la civilización estaba, podía aventurarse, pero si la noche lo atrapaba en la intemperie, que lo haría si seguía sin poder mover su cuerpo con libertad, moriría de frío o atacado por algún animal salvaje. No había escapatoria. Se dejó caer derrotado de rodillas al piso.

No era justo. No era nada justo. No sabía en qué cosas había estado metido Darius que lo hicieron tener que huir y que al final lo llevaron a la muerte, pero eran asuntos de su tío y no suyos. Dan no le había hecho nada a nadie, jamás se metió en problemas, ¿entonces por qué tenía que pagar él por algo que su tío hizo? ¿Acaso era una especie de venganza? Comenzó a llorar, de verdad no quería hacerlo, pero se sentía acabado y sin esperanzas, llorar era lo único que le quedaba.

*****

Kissa escuchó cada paso raquítico y cada respiración laboriosa del humano mientras éste caminaba alrededor de la habitación. Lo sintió también acercarse a la puerta y pegar su oído en ella, lo que a Kissa le pareció gracioso y lo hizo bufar burlona-mente. Humanos estúpidos, siempre confiando en unos sentidos tan atrofiados y creyendo que si algo no puede ser escuchado, visto o sentido debe ser porque no está ahí, pero Kissa estaba ahí, justo detrás de la puerta y el humano no pudo ni percibirlo, y muy seguro de que no había nadie se dio la vuelta y se dirigió a la ventana, dándole la espalda y así bajando la guardia. ¿Y de esa forma los humanos se creían la cúspide de la cadena alimenticia? ¿Los depredadores más peligrosos? Já, Kissa se reía de ellos.

¿Y ahora qué harás, humano? ¿Abrir la ventana? ¿Intentar escapar? Bueno, Kissa se aburría a muerte, así que esperaba que el humano lo hiciera, que intentara huir. Lo dejaría alejarse lo suficiente para creer que estaba a salvo y después lo cazaría tan fácil como a un conejito, sólo para estirar las piernas. Por supuesto no podría matarlo, eran órdenes de los de arriba, lo que era una lástima porque comenzaba a sentir hambre, sólo le daría un sustito y lo traería de vuelta.

Pero el humano no escapó, en cambio se dejó caer de rodillas y comenzó a llorar, lo que tomó a Kissa por sorpresa. Vaya, que aburrido. Iba a darse la vuelta y volver a dónde Ritter, pero la curiosidad le ganó. No era que nunca hubiera escuchado a un humano llorar, que va, los humanos siempre andaban llorando, "no me mates, por favor", "piedad, piedad", y cosas por el estilo, pero hacía mucho que no escuchaba un llanto como ese, tan silencioso. Usualmente los humanos gritaban y gritaban, lo que era una molestia para los oídos y arruinaba el apetito.

Decidió entrar a la habitación, sólo para apreciar mejor el espectáculo, además porque era lo único medianamente entretenido que podía hacer. Ritter era un bastardo aburridísimo y con problemas, con él todo debía estar ordenado y limpio si no querías que te echara bronca por tres horas enteras. Kissa pasaba de eso. No era que el humano fuera una mejor opción para matar el tiempo, pero dadas las circunstancias era todo lo que en ese momento tenía, así que lo tomaría.

La ventana seguía abierta, pero gracias a los frondosos árboles la luz que alcanzaba a llegar hasta la habitación era tenue y no dañaba nada, apenas causaba unas simples cosquillas, así que eso no lo detuvo. Se acercó hasta estar a tan sólo unos centímetros de distancia y se agachó para poder estar a su altura. Kissa lo analizó todo, de arriba a abajo, en especial la manera en la que los músculos de su garganta se contraían con cada jadeo e hipido. Sería tan fácil halarlo del cabello, ladear su cabeza y enterrar los colmillos en esa garganta que con cada contracción parecía estarlo llamando. Y es que el humano olía tan bien. Se le hizo agua la boca. Un poquito de sangre, nada más, no tengo que matarlo. Pero el humano se dio la vuelta antes de que Kissa pudiera siquiera intentarlo. ¿De verdad lo había sentido? Imposible. Sólo fue una coincidencia.

El chico se lanzó hacia atrás, entre sorprendido y asustado, hasta que su espalda chocó con la pared y no pudo seguir retrocediendo. Kissa sonrió, se apoyó sobre las palmas de las manos y estiró el cuerpo hasta estar dentro del espacio personal del humano, que al sentir a Kissa tan cerca se puso tieso como una roca, con miedo de que si se movía ese animal salvaje que tenía frente suyo atacaría. Hmm, haces bien, pensó Kissa, sólo tienes que quedarte quietecito. Primero pasó la lengua por su mejilla, saboreando las lágrimas saladas que aún la bañaban, después bajó hasta su cuello y enterró ahí la nariz. Sí, olía tan, tan bien, a sangre pura y dulce. Sólo una probadita, una chiquita.

―Kissa. ―Oh no. Rodando los ojos Kissa se apartó del humano, que seguía ahí tieso, con el cuello al descubierto, provocando-lo. Como siempre Ritter arruinaba la diversión, era peor que un grano en el culo. ―No has olvidado que las órdenes son llevarlo con vida, espero.

―¿Cómo podría? ―respondió, con voz aburrida, poniéndose de pie mediante un ágil salto. ―Sólo quería darle un vistazo, ya sabes, averiguar si realmente vale la pena jugarse el pellejo por él.

―Has llegado a un veredicto, me imagino.

―Uh huh. ―respondió con una sonrisa gatuna y le lanzó una mirada al chico. ―Después de sacarle la ubicación ya no nos sirve para nada, ¿no es así?

―Eso me temo. ―Ritter suspiró con cansancio. ―Y ya veo a donde quieres llegar. Supongo que no habría problema, míralo como una especie de incentivo para terminar con esto lo más pronto posible.

―Oh, cuenta con ello. ―Kissa respondió con una sonrisa. ―Cuenta con ello.

Kissa giró gracilmente sobre uno de sus pies para volver a encarar al muchacho, que seguía ahí sentado en el piso, mirándolos a ambos con unos ojos castaños bien abiertos y llenos de... sorpresa, curiosidad incluso. No, no era miedo lo que esos orbes transmitían, al menos no la cantidad de miedo que Kissa esperaba encontrar en ellos. Humano idiota, podría matarte y no me llevaría más que un segundo, no deberías mirarme con esos ojos. Kissa jamás había conocido a un humano que no le temiera, pero eso no le molestaba, que los humanos le temieran sólo demostraba que era él quien tenía el poder y quien decidía cuándo acababa la vida de su víctima. Ser temido era vigorizante. Sólo espera a que pueda ponerte las manos encima, entonces sabrás lo que es el verdadero miedo.

Kissa sonrió con ternura fingida para el humano frente a él, inclinó medio cuerpo hacia adelante y estiró el brazo para poder acariciar la mejilla del chico. Pudo sentir como los músculos de éste volvían a tensarse y cómo por un par de segundos dejó de respirar. ¿Ahora sí me tienes miedo? Kissa notó lo suave y tierna que era la piel del muchacho, iba a ser todo un placer encajar-le los colmillos.

―Cuidaré de ti. ―aseguró, sin borrar la sonrisa y sin dejar de acariciar su mejilla. ―Haré todo lo que esté en mi poder para asegurar que llegues vivo hasta el final.

Y así poder matarte yo. 

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⏰ Dernière mise à jour : Jun 05, 2020 ⏰

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