21. El hada de la alegría - parte III

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—No me dirijas la palabra. Por tu cara, supongo que ahora son muy buenos amigos —dijo Jerónimo con mirada reptil, apenas vio que Cristóbal entraba al salón. Las hadas liliputienses retomaron sus labores y ya habían salido del lugar.

—¿No tuviste el valor de confesarle que la amabas y te pones celoso?

—¡Traición! ¡Un buen amigo no se junta con la ex de su amigo! Es básico entre hombres.

—Tenanye tiene razón: de veras que eres tonto. Ella aún te ama, idiota. Aunque no me lo dijo exactamente de esa forma. Es más, no quiere saber nada de ti.

—Era obvio —intervino Cupido—. Te pasó por decirle fea, Jerónimo. Pero tranquilo, no te lo digo con el fin de... torturarte.

—Doctor, mejor termine el rodeo y me explica el motivo de ponerle una cabeza de chimpancé a mi cuerpecito. En este rato no ha hecho más que irse en evasivas y me deja en nada, como si yo tuviera que resolver un misterio. No le creo eso de que usted sí hizo algo en mí o que sus bromas tienen un sentido. ¡Y por favor dígale al simio que deje de hacer el ridículo! ¡Intenta hacerme reír y me desespera!

El Doctor se acercó al chimpancé y le dio una carantoña en la nuca. Luego lo llevó al segundo ventanal. Una brillante puesta de sol sería el espectáculo necesario para cautivarle los sentidos y de ese modo mantenerlo distraído. Cris de inmediato se acercó a Jerónimo, lo tomó de las orejas, lo volteó y dejó la zona del cuello mirando hacia el techo. «¡No hagas eso, Cristóbal! Oye, si estoy enojado contigo», reclamó el fantasma. «Respeta a tus mayores. ¡No me toque, no haga eso! Eso no, eso caca. ¡Me mareo!» Después de examinarlo por unos segundos el pequeño volvió a dejarlo sobre la camilla, tal como estaba.

—Claro que el Doctor hizo algo en ti —dijo—. La inscripción ya no dice Tenanye, sino que aparece tu nombre.

—Oh, entendí —Jerónimo echó un sarcasmo—. Qué sabias son las bromas del Doctor: ya tengo mi nombre puesto. De acuerdo, ahora contacten al dueño que de seguro está buscándome con desesperación. Y por favor díganle que me porté bien, que no me deje sin mi huesito.

—Oye, tonto, mejor preocúpate de Turion que se encargó de separarlos.

—¡Ese farsante! —exclamó el Doctor— Veo que Tenanye te habló de él.

—Esperen, ¿de qué me perdí? —preguntó Jerónimo.

El Doctor no se tragaba el cuento de Turion. Lo encontraba el ser más charlatán, tramposo y para colmo, cizañero. Un engañador de tomo y lomo con una verborrea espiritualmente iluminada. La luz y el universo eran sus palabras favoritas con las que emperifollaba sus frases que parecían estar escritas por los mismos ángeles. De ser un poeta, Cupido ya le habría comprado la obra completa. Es que nadie hablaba tan hermoso del amor como aquel apuesto y espigado elfo de cabellos plateados, hipnóticos ojos verdes y orejas puntiagudas. Y nadie podía igualar su sabiduría que daba un sentido existencial a las elfas que estaban aburridas de la inmortalidad. Nadie como Turion hablaba tan lindo y cuidaba tanto a las féminas del bosque.

Ahora, la pregunta que Jerónimo y Cristóbal se hacían sobre este personaje, era por qué, siendo él un elfo de admirable labia, y más al hablar del amor, estaría también impidiendo que en el bosque existieran las parejas de enamorados.

—¡Porque las quiere a todas a sus pies! ¡Dríadas, elfas, duendecillas... todas! —contestó Cupido—. A él no le importa esta dictadura del bosque; aunque en estos momentos le conviene. El plan de Turion es lograr que Tenanye le dé su alegría por completo, que es lo único que nunca pudo trasmitir superlativamente a los crédulos que le seguían o siguen. Una vez que lo consiga le romperá el corazón, dejará que se marchite y tomará el reino. Después se encargará del regreso de las féminas desterradas, salvo del hada Titania porque ella le significa una amenaza. Mezclará su conocimiento y falsa sabiduría con la alegría obtenida, lanzará un hechizo que las hará caer a todas, junto con las solteras que ya están y... —su voz se llenó de tinieblas— convertirá cada rincón del bosque en un harén.

Jerónimo sin cabeza [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora