Confía

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Cuando Antonio salió ya no había nadie allí. Entró a la casa, se baño y se fue a dormir. La mañana siguiente salió hacía el miedo pero no encontró a nadie. Ante el fuerte calor decidió ir al río y la encontró allí, sentada, pensativa.

-Bárbara- se volteó, lo observó y volvió a voltearse-
-¿Qué haces tú aquí?, ¿Qué quieres?-
-Vine a pensar, aquí todos los problemas calman por un momento- esperó alguna respuesta pero no la tuvo, así que hablo devuelta
-El otro día... fuiste a mi casa, ¿Qué buscabas?-
-Nada-
-Vamos Bárbara no seas tan dura, dimelo-
-Nada, Antonio, no buscaba nada- se paró rapidamente y atentó a irse. Se paró unos segundos despues y retrocedió, se acercó hacia Antonio

-A tí, te buscaba a ti- se dirigió hacia su caballo
-¿Por qué?- no le respondió,se subió a su caballo y se fue. Ya había sido suficiente, Antonio estaba decidido a aclarar esta situación fuese como fuese; así que se dirigió al miedo, la había visto llegar y su caballo se encontraba ahí. Entró a la casa. Lo esperaba sentada, él se sentó junto a ella

-¿Por qué?- Bárbara bajó la cabeza, se miro los dedos, jugueteo con ellos un instante y subió la mirada, lo miró fijo en los ojos y le respondió, sin decir nada. Antonio se levantó y la tomó por la cintura, la besó calidamente mientras sus pasos acompañaban hacía la habitación. La recostó suavemente sobre la cama sin cortar con pequeños besos; le quito la blusa y se quitó la camisa y la musculosa que traía puesta. Es noche llovió, llovió como nunca antes había llovido por esas tierras, algo había cambiado, algo dentro de un alma triste y rota se había curado, alguien estaba empezando a ser feliz.

La mañana siguiente Antonio observó a Bárbara un largo rato, la amaba y quería hacerse cargo de eso. A pesar de no saber como no quería terminar con esta relación, no importaba de que tipo fuera. La quería en su vida, para siempre.
Le corrió un cabello que molestaba en su casa y Bárbara despertó, lo miró a los ojos y sonrió. Se besaron y un poco más, una vez más.

-No te vayas- le dijo. Era la primera vez que Antonio la escuchaba decir eso.
-No, no me voy-

Pudo haber sido de los días más bonitos pero tan solo unos minutoa después Bárbara tuvo que dejar todo aquello ya que en la sala la esperaba Santos. Le pidió a Antonio que saliera por donde no lo vieran y que alrededor de las seis de la tarde la esperara en el río. Antes de irse le dio un dulce beso, lo que lo dejó más tranquilo. Tenía en la mano un vaso con agua

-Miren lo que trae la lluvia, pense que no venías más por aquí-
-No te hagas la graciosa Bárbara, sabes por que vengo-
-¿Ah si?-
-Quiero todo el dinero que me corresponde por las reces que has estado sacando de Altamira todos estos años-
-¿Qué?-
-Me oíste-
-Santos, ¿cómo...-

No la dejó terminar, ya se había ido. Estaba tan furiosa que rompió el vaso de agua contra el suelo. Este imbecil podía destruirla si quisiera en solo un segundo y lo odiaba por eso.

Vengate, amorWhere stories live. Discover now