El fin de un perdedor

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Ah, un día más en la maravillosa ciudad de Chicago. Oh vaya, no me había dado cuenta de que había alguien conmigo, lo siento mucho, si tuviera padres me daría una colleja.

Se me conoce por muchos nombres ya que cada vez que cambiaban el director de nuestro orfanato, los que tuve durante más tiempo fueron Mcloren y Cedricson, pero prefiero que me llames William o Will. vivo en Chicago con mi mejor amiga Beatris. Los dos hemos estados juntos desde que tengo memoria. Los dos somos huérfanos y al cumplir los quince nos dieron un piso para que podamos ir al insti ya que el orfanato estaba demasiado lejos de la institución.

Bueno, como ya sabrás, me llamo William, soy un chico cercano al metro setenta de altura, pelo negro corto, pero lo suficientemente largo como para ser caído, mis ojos son castaños y un tono de piel de raza blanca, pero no muy pálido y muy bronceado, normal. Por otro lado, mi mejor amiga, ella tiene el pelo largo y rojo con ojos verdes, algunas pecas en su cara, un poco más baja que yo, pero solo unos centímetros y piel pálida. Ella es la persona a la que más aprecio ya que siempre hemos estado juntos.

Ahora mismo nos encontramos en la mesa del comedor de la casa en la que vivimos como si fuéramos ocupas ya que nosotros no pagamos nada. Estábamos desayunando unas simples tostadas con un zumo.

- Bueno Will, ¿tienes hechos los deberes de literatura? - Preguntó Beatris con una gran sonrisa mientras tomaba su baso para tomar un trago de zumo. - No eran un problema muy gordo que digamos.

- puede. - Le contesté mientras miraba mi tostada quemada. - No eran complicados, pero no quiero salir a corregirlos, siempre se burlan de mi porque me pongo nervioso.

- Mira, no puedes ser así siempre, habrá un día en el que yo no estaré, tienes que saber defenderte solo. - Dijo eso con un tono triste. - Pero quiere que ese momento no llegue nunca.

Tras decir eso los dos reímos un poco par luego ver la hora. Llegabamos tarde, por lo que salimos corriendo hasta el instituto central de la ciudad, el único que tenía la inscripción gratuita. ¿Os sorprenderá saber que soy el blanco de todos los bullys del insti?

Cuando llegamos al instituto, nos vimos obligados a separarnos ya que la primera hora no la teníamos compartida, ella tenía estudio de las religiones y yo tenía historia mundial. Mi rutina cuando pasaba esto era la siguiente, salir corriendo hasta el pasillo que estaba cerca de la sala de profesores, en esa zona estaba seguro ya que siempre había uno o dos profesores. Yo me dirigía a la zona segura, pero de la nada noté la mano de Chuck en mi hombro. En ese momento un escalofrío subió por mi espalda, el mayor abusón e hijo del jefe de estudios.

- Hombre Willy, cuento tiempo sin vernos. - Dijo este con una gran sonrisa. - Hace mucho que no me haces los deberes.

- Pero siempre que los hago la mayoría está mal o a medias. - Le contesté un poco asustado.

- Pero hechos están. - Dijo el matón. - Pero bueno, quiero que hagas algo por mi, consigue que el bombón que tienes como amiga sea mi novia, creo que conmigo sería más feliz que contigo.

- No creo que pueda. - Dije un poco enfadado. - Ella no quiere salir con gente como tú.

Cuando dije eso, Chuck me dio un puñetazo en la boca del estomago dejándome sin aliento para luego agarrarme de los hombros. - Vaya amigo, deja que te acompañe al baño, no te encuentras bien. - Él dijo eso en voz alta para que algún profesor que estuviera cerca no sospechara algo malo de él.

Efectivamente me acompañó al baño, me llevó a la taza de bater para luego sumergir mi cabeza en el y tirar de la cadena varias veces. Un tiempo después dio su tarea por finalizada para luego irse como si nada hubiera pasado dejándome solo en el baño. Esto ocurría unas cuantas veces a la semana, por lo que estaba acostumbrado, pero estoy completamente harto de que pasase eso. En mis adentros maldecía a todos los que ignoraban los que hacía el matón, a los compañeros que lo ignoraban cuando sabían lo que iba a hacer, y sobre todos a mis padres, no sabían si estaban muertos o si me abandonaron, pero solo quería desahogarme, por lo que me eché a llorar hasta que sonó la primera campana de la mañana.

El trono de los héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora