Parte 1

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                                                                        EL HIJO QUE TAMBIÉN AMÉ


La brisa intensa de finales de mayo entraba por la puerta principal de la iglesia, mientras yo, que me encontraba sentado en el banco mas posterior dela iglesia, soportaba su flujo sobre mis manos descubiertas al rezar. El sacerdote, que parecía no afectarse por el clima inhóspito que había ese día, recito sin interrupciones la misa en honor al joven Simón. Entonces, sin percatarme, vino a mi mente ese recuerdo, de aquel día hace mas de 20 años.

-¿Necesito saber si quiere continuar con su embarazo, señora María?- Pregunto el doctor Burns

-Debe haber algún error con los exámenes, se lo suplico dígame que hay algún error –decía la señora María en medio de fuertes sollozos, sin prestar atención a las palabras que el doctor dijo seguidamente.

La voz del sacerdote mientras nos pedía colocarnos de pie para realizar una oración por el alma del difunto Simón, me trajo de nuevo al presente, a los ojos negros de la señora María llenos de lagrimas, y sus manos blancas entrelazadas en posición de oración.

- Yo se que la partida de Simón es muy triste para todas las personas que lo conocían, pero Dios no hace nada sin ningún motivo, y si este fue su designio,seguramente fue para ahorrarle un sufrimiento mucho mas grande. Ahora su alma descansara para siempre, así que los invito a que hagamos una oración por esto. – Entonces, escuche los murmullos de la gente mezclándose unos con otros, en incomprensibles susurros, y en medio de ello, mi mente volvió a perderse en recuerdos distantes.

Después de un par de minutos, escuche la bendición del padre dando finalización a la ceremonia, y con ello, a un tumulto de gente que empezó a dispersarse por el lugar. La mayoría de los invitados solo eran familiares lejanos y antiguos amigos de la familia, que habían sido invitados por cortesía y que se marcharon tan rápido como llegaron al terminar la ceremonia, así que realmente solo fue un puñado muy pequeño de personas, las mas cercanas a la familia, las que se quedaron esperando poder hablar y darle el sentido pésame a la señora María.

Seguí a la señora María, que se encontraba un poco demacrada y con los ojos enrojecidos por el llanto inconsolable de los dos últimos días,hasta la puerta de la iglesia. En el fondo estaba seguro de que ella no quería ver a nadie, sobre todo porque le recordaba los comentarios desagradables que habían hecho sus pariente por su embarazo, pero por incomodo que fuera, como muchas cosas de las que se hacen a diario, era inevitable soportar aquel momento. La primera persona en acercarse fue su hermano mayor Marcos, quien la abrazo mientras susurraba a su oído – lo lamento mucho, pero no te puedes culpar por algo que era algo inevitable. Creo que al fin vas a ser libre –luego su esposa Lucia y su hija de 9 años le dieron la mano a la señora María, diciendo solamente unas palabras de aliento, antes de dar media vuelta y caminar hacia la esquina de la calle, donde habían dejado estacionado el automóvil familiar color rojo, en el cual se marcharon. La siguiente persona en saludar a la señora María, fue su primo Martín, quien desde hace 5 años se había trasladado a un pequeño poblado en las montañas del norte, para vivir en completa soledad, después de que por motivos aún desconocidos por los demás se hubiera separado de su esposa - lamento mucho lo que paso, pero con el tiempo te acostumbraras a su ausencia, como hice yo - dijo él y luego se acerco al altar donde se quedo rezando por un rato.

Guié rápidamente a la señora María hacia el estacionamiento, ubicado en el piso inferior de la iglesia, evitando así que ella tuviera algún encuentro adicional con otro de sus familiares.

- En el estado en que me encuentro, no soportaría ver a nadie mas – expreso al señora María al subir al coche.

- ¿Vamos a casa,señora?- pregunte de inmediato

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2019 ⏰

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