El Hada Herida

Terminar y Amar

"Ah...este sentimiento...es tan familiar... ¿Dónde estoy?" El protector se levantó del suelo y vió como una capa de oscuridad envolvía todo lo que alcanzaba su mirada.

"Vaya...al final sucedió", se tomó un tiempo para dar un hondo respiro mientras acomodaba sus pensamientos.

No lograba recordar lo último que había sucedido hasta que como un rayo a través de su mente, recordó todos los detalles de lo que pasó.

"Soy un idiota, todo lo que hice y lo único que logre es hacerle daño..." decía el protector con un inmenso dolor en el pecho.

"¡Maldición! ¡Por que debo de ser tan estúpido! Arruine todo, ya no puedo seguir, ya nada puede detener esto..." la desesperanza lo invadía como la oscuridad al bosque.

Se puso en posición fetal en el suelo y cerró los ojos, deseando que todo lo que pasaba enfrente del desapareciera por completo.

Que todo lo que lo abrumaba y confundía se desvaneciera como una nube en el cielo, como el vapor del agua caliente, como su propia voluntad de vivir.

En ese momento el solo se acostó a esperar que todo terminara, que todo hubiera sido una mentira. Se acostó a esperar lo inevitable.

(...)

"Ah mi cabeza, ¿Qué es lo que pasó? no veo absolutamente nada" decía el hada mientras se reincorporaba como le era posible.

Se sentía completamente sola, completamente abandonada, podía sentir el dolor y la tristeza que emanaba la oscuridad que la rodeaba, que de a poco se hacía más densa y dañina para el alma y el corazón.
Cada instante que ella permanecía en la oscuridad la hacía sentirse aún más débil, era como un veneno que la consumía lentamente, y si seguía así, tarde o temprano iba a acabar con su vida y con todo aquello que habitara el bosque.

"Debo salir, debo encontrar a mi madre y al protect...", el hada en ese momento recordó todo lo sucedido y lo dicho, se sintió terrible de lo que había pasado.

"Definitivamente esta no era la forma en la que quería que pasaran las cosas, esto está mal, muy mal. Debo encontrar al protector y salir de aquí antes de que sea demasiado tarde".

El hada empezó a caminar firme en la oscuridad como un caballero que cabalga con su corcel hasta la guarida del enemigo, no sabía si iba a volver de esto con el protector o si quedaba varada por siempre en las garras de la lúgubre oscuridad, consumida por el mortal veneno que es la desesperación y la soledad.

Pero tenía algo claro y eso era que aunque se quedara esperando ayuda, nadie vendría por ella, tan solo ella y nada más que ella era capaz de resolver este problema que había causado. Decidió así seguir su camino entre la oscuridad.

Después de caminar un buen tiempo recordó que podía contactarse con el protector de la forma en que él le enseñó.
Lo intentó repetidas veces sin tener éxito, es como si el protector estuviera totalmente aislado del resto del bosque, como si ya ni siquiera estuviera en él.

La gran bestia que era el bosque perdía energía con cada segundo que la oscuridad permanecía dentro de ella, cada vez se hacía más grande y fuerte, y si no llegaban a tiempo la bestia iba a sucumbir ante la oscuridad y a ser devorada por la misma.

El hada cerró los ojos y pensó una forma para encontrar al protector, tenía que haber alguna forma de poder despejar la oscuridad aunque sea por un momento.
El hada intentaba recordar toda su aventura en el bosque tratando de hallar la manera de salvar a todos de esta terrible situación.
Recordó su llegada, su primer encuentro con el protector, sus alas perdidas...

De repente sintió a través de sus párpados un tenue haz de luz, esa pequeña esperanza transformada en resplandor que le hizo abrir los ojos de par en par.