Westeros

2.2K 197 51
                                    

Cersei Lannister caminaba con toda tranquilidad, como si su hijo no se hubiera muerto. Como si no le preocupará que Alto jardín tomará represalias contra la corona por la muerte de dos de sus herederos. Cómo si Dorne no estuviera tan rabioso y resentido desde años con la esperanza de poder vengarse. Su vestido color negro con un broche de león tan dorado como el oro. Su cabello peinado y sus manos juntas. Se regocijaba de la matanza que había orquestado contra la fé. Y justo volvía de hacer sufrir a la mujer que la torturó y humilló en su encierro y en el paseo de la vergüenza. Una sonrisa en su rostro se dibujo, satisfecha de sus actos. Entró a la torre de la mano donde estaba llevando a cabo una reunión de todo el consejo. Se sorprendió de que su hija, Myrcella estuviera ahí sentada en una de las esquinas. Qyburn le advirtió con la mirada que esto era un tema totalmente serio. Se acomodó, mientras tomaba asiento. El hombre se aclaró la garganta. Aunque solo eran ellos tres por ahora.

—Nos ha llegado está carta del norte, majestad , princesa— dijo Qyburn.

—¿Lord Ramsey Bolton?— Pregunto Myrcella con curiosidad.

El hombre titubeó.

—No, princesa— respondió con suavidad—. Es de Aliya Stark...— Cersei Lannister frunció mientras apretaba la mandíbula—. La casa Stark ha recuperado el norte, y se han proclamado reyes de este mismo. Un reino independiente.

—¿Que barbaridades dices?— cuestionó la rubia.

—Aliya Stark enviaba está carta al rey Tommen...— Myrcella sintió una opresión en el pecho. Tal vez su madre puede andar con una sonrisa. Pero ella no. Primero su prometido, Tristán. Su hermano Joffrey el insoportable. Se estaba quedando solo con su verdadero padre Jaime y su madre—. Eso fue antes de todo...

—¿Cómo es que perdimos el norte?— exigió saber Cersei—. ¡Todos odian a Robb Stark desde que huyó cual cobarde luego de la boda roja!— grito con molestia—. ¡Jon Snow es un bastardo! ¡Sansa Stark! ¡Debí matar a esa chica cuando tuve oportunidad!

—Majestad— llamó el hombre—. Esa no es la única noticia...— hablo con miedo—. Se han escuchado rumores de que la araña está en Dorne...

—¿Dorne?— frunció el ceño—. ¿Que tiene de interesante?

—Tal vez no lo sepa ,majestad— titubeó—. Pero Aegon VI Targaryen aún es de la casa Martell, debido a que Varys se le fue visto por última vez llendo a Mereen... Quiero suponer que el joven Targeryen está estableciendo alianzas con su familia.

—Madre, si esto es verdad, Oberyn Martell no dudará en hacerlo— intervino Myrcella—. Odia mucho a nuestra familia que al mismo Rhaegar Targaryen desde la muerte de la princesa Elia.

—¡La puta flor de Dorne!— exasperó. Qyburn se quedó en silencio—. ¿Algo más?

—Lady Olenna ha viajado hasta Dorne... Majestad, los enemigos de la corona no tardarán en atacar— dijo el.

—Yo me encargo de ello— gruño—. Ahora , retiraté, quiero estar a solas con mi hija.

El hombre asintió mientras hacía reverencia saliendo inmediatamente del lugar cerrando tras de él la puerta. Cersei golpeó sus manos contra la mesa. Si los Targeryen desembarcaban en Westeros y todas esas alimañas rastreras se unian a ellos estaban perdidos. Tenía que usar unas estrategias del libro de su padre. Un sabor amargo se mezcló en su boca. El nombre de Elia Martell era algo mucho más despreciable que el de la misma Lyanna Stark. Y es que ambas le habían arrebatado al único hombre del cual se enamoro a primera vista. Sin contar a su hermano. Rhaegar fue su primer amor, el cautivó su corazón en el primer instante y el hecho de que su status político era tan importante como ser el rey le atrajo más. A sus ojos ella debió casarse con el y nada de la rebelión de Robert hubiera ocurrido. Tendría pequeños niños Targeryen corriendo y una corona en su cabeza. Lo hubiera tenido todo. De no ser por la madre de Elia. Quien resentida por qué su padre le había hechado de Lannisport. Todo eso concluyó a qué la mujer de Dorne presentará a Elia al príncipe como su esposa. Y por qué ambos reinos eran enemigos una alianza era más bien que recibida para el rey. Aún cuando el rey tenía más planes macabros que involucraban a Elia. Todo eso termino en la boda más asquerosa que pudo ver en su vida. Recordaba como Rhaegar la tomaba con delicadeza mientras besaba sus labios con suavidad y la devoción en la que se presentaban. Todo lo que debía ser de ella. Término siendo de una flor frágil y estúpido de Dorne. Una flor que no pudo preveer que a los leones no le gustan las flores. Myrcella se levantó. Tal vez era una Lannister. Una leona disfrazada de Cierva. Pero tenía una cosa en mente. El odio de su padre a los Targeryen. ¿Cuántos Baratheon necesitabas para causar una tormenta? Uno, y Myrcella llevaba una tormenta en sus venas gracias a su dolor de perder al hombre del cual estaba enamorada. Pero Myrcella no era la única ciervo.

۝ The power of dragons۝ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora