Parte única.

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ADVERTENCIA: Historia creada sólo para aliviar mis fetiches de lectura medio extraños. Si no te gustan los personajes con orejas y cola de algún animal, el smut entre estos o la posesividad, te recomiendo no continuar leyendo. Gracias por la compresión. 


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—Ven aquí, Eijiro, no tengas miedo.

A las semanas de nacido, Eijiro llegó a la reserva Yūei después de haber sido rescatado por unos ambientalistas, quienes lo separaron de su madre muerta luego de que unos cazadores acabaran con ella, y esta, en sus últimos segundos de vida, se acostara sobre el cuerpo de su pequeña cría para protegerlo.

Después de que Eijiro fue rescatado, pasó por todas las pruebas médicas necesarias para confirmar que se trataba de un cachorro de león sano y fuerte, demostrando, a través de su deslumbrante y hermoso pelaje rojizo que sería todo un macho alfa cuando tuviera la mayoría de edad.

Confiando en ello, los ambientalistas lo enviaron a la reserva más cercana, donde sabían que mantenían a sus leones en buen estado y tenían grandes campos donde crecer con tranquilidad.

En la reserva, el cachorro fue aceptado con gusto, explicando que su manada de leones se encontraba un poco ausente de leones machos, así que uno más les caería bastante bien, considerando que las hembras experimentaban periodos de celo bastante intensos. Claro que Eijiro tendría todavía un tiempo más antes de preocuparse por esas cosas, pero su principal propósito de mantenerse ahí era crecer como un león fuerte e independiente, para quizás, si estaba en condiciones, algún día volver a su habitad natural.

Lo que el pequeño cachorro no sabía era que, apenas su cuerpo cruzó el umbral que le pertenecía a la zona de los leones y fue abandonado ahí por los trabajadores de la reserva, varios leones se acercaron a conocerlo.

—¡Pero mírenlo! Si es tan bonito —Oyó a una leona de pelo colores castaños, mientras esta acercaba su rostro para poder olerlo mejor.

—Ah... Eh... Y-Yo... —Eijiro no sabía exactamente qué hacer o decir, pues la cantidad de aromas que se encontró en ese lugar consiguieron abrumarlo un poco.

Hasta antes de eso, el único león que había conocido se trataba de su madre, por lo que hallar otros de su misma especie era algo bastante nuevo para él.

Otro par de leonas se acercó y estuvieron olfateándolo y analizándolo por varios minutos, mientras el pequeño cachorro escondía su cola entre sus patas y se encogía en su lugar. No era que lo estuvieran tratando mal, pero tal cantidad de sensaciones y emociones nuevas sólo consiguió aturdirlo y asustarlo.

De pronto, cuando estuvo a punto de llorar, oyó el potente e intimidante rugido de otro león. Su propio cuerpo tembló asustado y notó que las leonas dejaron de hostigarlo, dándose la vuelta para observar al león que se acercaba, el mismo que acababa de rugir, según imaginó Eijiro.

Cuando sus ojos se enfocaron lo suficiente para observar a aquel león macho, Eijiro se sorprendió por lo deslumbrante que este se veía, contrastando con los últimos rayos de luz que le regalaba ese hermoso y naranjo atardecer. Poco a poco, mientras el día se apagaba, el león se acercó lo suficiente para que el pequeño cachorro pudiera verle el rostro, observando la hermosa melena despeinada de alguien que con sólo su presencia calmó a las hembras y provocó que sus patas tiemblen.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el león rubio, acercándose a él lo suficiente para olerlo. Eijirou miró al suelo una vez sintió que se había perdido demasiado en lo majestuoso que era ese animal.

Tienes que ser tú. | Bakugou Katsuki x Kirishima EijiroWhere stories live. Discover now