Aries es un viajero ambulante que esta en la búsqueda de una persona a la que aprecia, en su aventura por encontrarlo conoce a personas interesantes que estarán con el, pero hay un problema todos aquellos tienen una mente muy malvada para el Ariano...
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Se tocó el golpe y maldijo fuertemente, todo era culpa de aquellos pecadores y sin evitarlo dirigió la vista a Aries (su deidad), no entendía el significado de justicia y no lo haría. ¿Como era posible que no pudiera llamarse justicia el matar a alguien?. Para el era muy justó; pero para Aries no lo era y eso lo enfadaba.
Si solo le dejara matar a sus compañeros el mundo sería mejor, menos personas no creyentes en su Dios, y apostaba que su creador le recompensaría y alabaría su logro uno que debía ser otorgado.
—Deja de verme así— dijo Aries levantando un trozo de leña.
—¿Como quiere que le deje de ver mi Dios sino hizo justicia?
—Hice justicia, solo que tu no sueles reconocerla.
—El castigarlos con cuidar a Tauro no es justicia,— me toque la mejilla a dolorida —ellos me golpearon, deben ser purificados.
—El sacrificarlos no es justicia.
—Pues entonces no se que es, debió dejar que los matará, no son religiosos y además tampoco inocentes.
—¿Y tu lo eres?— me pregunto seriamente, y desvíe la mirada —No puedes hablar de inocencia si no lo eres.
Odiaba cuando se ponía serió, cuando tenia razón y sabia que no se equivocaba, era mi Dios terrestre y su palabra era mi ley, aunque no me beneficiará en lo absoluto.
—Malvado.
—No lo soy— fue lo que contesto.
—Deje matarlos en nombre de mi Dios,— le miré mientras le enseñaba mi libro —sera recompensado.
—No.
—Vamos, sólo uno.
Si mientras que matara a Géminis con eso tenía. Aquel pecador que solía acosarlo debía morir, aunque eso ya le sonaba muy chicle, pero le motivaba, si mataba a ese castaño arruinaría la vida Leo, quien culparía siempre a su reconocido rival Capricornio con el cual solía pelear todos los días. Pero como el era inteligente y sabia que el signo fuego era impulsivo y desearía vengarse; pero cierto niño pequeño no lo permitiría (Cáncer, el mas cuerdo después de virgo) y defendería al joven peliverde de ser asesinado, pero como todos los días Piscis interferiría y los demás no se quedarían atrás.
Era la venganza perfecta todos se matarían mutuamente.
—No,— fue la respuesta certera de Aries antes de levantar otro trozo de leña —además deja de pensar en tu diabólico plan.
—¿Cómo lo sabes?, ¿lee la mente?, mi Dios como lo supo.
—Tu sonrisa me lo dijo todo.
Y con eso simplemente se fue, caminando entre los pinos mientras que yo lo seguía y no evitaba sonreír con entusiasmo, mi Dios realmente me conocía pero no me rendiría fácilmente.
