Primeros Encuentros

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Es el primer día de clases después de unas vacaciones intensas, por decirlo de una manera; por algún motivo mis clases terminaron antes el curso pasado y tuve cinco meses de corte de verano, los cuales pasé en mi casa básicamente encerrada. No que tuviera muchas cosas que hacer o amigos con quienes salir, apenas nos mudamos a Madrid y en realidad no conocía a nadie, así que aproveché las largas vacaciones para familiarizarme con el lugar, encontrar un nuevo terapeuta, acostumbrarme a los nuevos medicamentos, y al acento español.

Llegando a la escuela noto como algunos de los otros estudiantes se me quedan viendo cuando paso cerca de ellos, cosa que no me sorprende pues no solo soy la nueva en la escuela sino que, además, vengo de otro país y tengo las puntas del cabello pintadas de color morado, era inevitable que llamara la atención, aún así es un poco incómodo en especial cuando paso junto a un grupo de cinco chicas que literalmente dejan de hacer lo que están haciendo solo para voltearme a ver, las volteo a ver también y noto como una de ellas, la que esta justo al centro de las cinco, una chica de cabello rubio, se me queda viendo fijamente y su expresión se vuelve triste justo antes de voltear la mirada; me permito unos segundos de confusión antes de dirigirme a mi salón de clase.

Primer periodo: Historia. Segundo periodo: inglés. Tercero: mate. Cuarto: Descanso.

Salgo del salón de clases y me dirijo a mi casillero, siento unas miradas a mi espalda mientras guardo mis libretas y volteo, un chico de cabello chino y otro con el cabello más claro me están observando desde el otro lado del pasillo; por alguna razón me pregunto si son pareja. Cierro mi casillero, tomo la bolsa con mi almuerzo y voy a la cafetería a comprarme una soda, ya casi estoy por pagar cuando noto al grupo de chicas en una de las mesas, la chica rubia está llorando y la abraza una chica – asumo yo – musulmana, quien me voltea a ver y me dirige una media sonrisa. No se me ocurre más que hacer que regresarle el gesto, pagar mi soda e irme.

Quinto y sexto periodo: ciencias. Último periodo: literatura.

Llego un poco tarde pues el salón está del lado opuesto de donde está mi casillero y me he encontrado con un poco de dificultades para localizarlo. Cuando entro al salón, el profesor ya está dando el tema y solo me hace una señal indicando donde debo sentarme, dudo un momento al ver quien es la persona con quien tenerte que compartir pero voy y tomo asiento, pongo mi mochila en el suelo, saco lo libreta, mi pluma, y me acomodo para escuchar la clase.

Concentrarme fue un poco complicado, la chica (por más que lo intentaba) no paraba de observarme, pero evitaba el contacto visual si yo volteaba a verla.

Suena la campana marcando el final de la clase y del día, todos los chicos del salón salen lo más rápido posible, algunos salían del salón mientras seguían guardando sus cosas, al final solo quedamos ella y yo, algo me dice que esta tardándose a propósito y decido presentarme.

“Hola.”

Me voltea a ver, pero no dice nada, sus ojos azules me observan y no puedo leer su expresión facial.

“Me llamo Joana.”

Ella asiente por unos segundos durante los cuales su mirada se vuelve triste de nuevo, se voltea y aprieta los labios.

“Ya. – voltea a verme de nuevo con una sonrisa que no le llega a los ojos – Yo soy Cris.”

Nos quedamos en silencio unos segundos y antes de que podamos decir algo más, escuchamos que alguien la llama desde la entrada del salón.

“Cris, ¿nos vamos?”

Es una chica con los ojos claros y no muy alta. Me voltea a ver un momento y me sonríe asintiendo con la cabeza, pero sin decir nada más, volteo a ver a Cris quien parece que quiere decir algo más, voltea a ver a la chica y después me voltea a ver a mí.

“Cris, vámonos.”

Es una voz diferente, más firme, más severa. Es la chica musulmana, ella me mira y su expresión no dice absolutamente nada.

“Si, ya. Ya voy. Ciao… Joana.”

“Adiós.”

Sale del salón seguida de las dos chicas, la chica musulmana me voltea a ver con una expresión de… ¿advertencia? No entiendo muy bien, pero no le pongo demasiada atención, los primeros días siempre son extraños, simplemente termino de guardar mis cosas y salgo del salón. Pero justo antes de salir las escucho hablar así que espero un momento a ver si escucho lo que dicen.

“¿Qué haces Cris? Acuérdate de lo que nos dijeron, no debemos de-”

“Ya. Sí, ya sé. Es solo que…”

“Que… ¿qué? ¿Eh? ¿Cris?”

“¡Que no es tan sencillo, Amira! No puedo solo fingir y hacer como que no pasa nada, ¿vale? No puedo.”

“Sabemos que no es fácil, pero-”

“No, Nora, no saben nada.”

“Cris, no es fácil para nadie, ¿vale? Pero tenemos que intentarlo, por el bien de todos.”

“Amy, es que – escucho que empieza a llorar y, por alguna razón, me llena de tristeza también –…  es que no puedo evitarlo.”

Escucho como Cris sigue llorando, pero el sonido se escucha opaco, asumo que sus amigas la estarán abrazando… ojalá pudiera hacer algo para animarla.

“Vamos. Ven, Cris, salgamos de aquí.”

Escucho sus pasos alejándose, y me asomo para ver que estén suficientemente lejos para yo poder salir, veo como las dos chicas caminan un poco más adelante que Cris, las sigo con la mirada y cuando ya están por dar la vuelta al pasillo salgo por completo del salón pensando que están lo suficientemente lejos, pero justo antes de desaparecer por el pasillo, Cris voltea a verme una vez más, hacemos contacto visual y el mundo se detiene unos instantes, hasta que me dirige una sonrisa un tanto triste y desaparece de mi vista.

Me toma unos segundos retomar el control de mi cuerpo, fue un día confuso y solo quiero ir a casa; aunque dudo poder sacarme a Cris de la cabeza.

Atrapando humoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora