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Kuroo y Akaashi están en una cita en el museo, el menor se encontraba observando una de las tantas pinturas que poseían las paredes. Tetsurou llegó hasta su lado e hizo un sonido inconforme, lo que llamó la atención de Keiji.

Akaashi: ¿Aburrido?

Kuroo: No exactamente..

Akaashi: ¿Entonces?

Kuroo: Solo.. me di cuenta que no todas las obras de arte están en el museo

Akaashi: Uhmm.. bueno, las más conocidas están en París y-

Kuroo: No me refiero a eso— Keiji lo miró, confundido— Tú por ejemplo—El desconcierto de Akaashi era notorio— tú solo estás en mis pensamientos.

Akaashi fue un completo tomate en ese instante, aunque su expresión facial no varió mucho, Kuroo sabía que al  menos había logrado algo esa tarde. En todo lo que quedaba de la cita, se la pasaron tomados de la mano hasta que Tetsurou tuvo que dejarle en su casa, cuando les tocó despedirse del otro..

Kuroo: ¿Eh? —El único monosílabo que pudo pronunciar ante el beso que le robó hasta su último aliento con solo un toque de unos pocos segundos.

Akaashi estaba frente a él, con las mejillas suavemente difuminadas con un color carmín, su mirada lucía avergonzada mientras sus manos jugueteaban entre sí a causa de los nervios que aún seguían circulando dentro de su cuerpo.

Akaashi: Hasta mañana, Kuroo-san —Con aquella dulce despedida, dio media vuelta para insertar las llaves en su puerta y entrar a su vivienda.

Kuroo a duras penas pudo devolverle las palabras, estaba tan anonadado. Y es que, no siempre tu amor platónico después de varios intentos fallidos te regalaba un beso después de una cita. ¡Se sentía en las nubes!

Además de aquella sensación que le hacía sentir un cosquilleo cálido en todo el cuerpo, había otra que le inquietaba y, a diferencia de la otra, recorría toda su espina dorsal en forma de escalofríos. Nada lindo.

Pero ¿Qué de lindo tendría el aura amenazante de un padre que acaba de presenciar a su único hijo besar a un completo desconocido para él? Absolutamente nada.

Intentó hacerle un gesto con la mano tratando de verse amistoso, pero tan pronto como lo intentó, el hombre había desaparecido de la ventana y en su lugar la enorme persiana cayó impidiendo su visión del interior.

Si Akaashi lo aceptaba como su novio, esperaba poder llevarse bien con él...derrotar al  "El jefe final" como diría Kenma. Dioses, denle fuerzas

Shots KuroAka [HQ]Where stories live. Discover now