TIEMPO FUERA

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MIÉRCOLES 03:05 PM

Aún no lo entiende. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué lo está evitando de esta forma? Desde que lo fue a buscar a la fiesta no ha visto a Otabek y casi no han intercambiado palabra. Esto no tiene sentido. ¿Por qué está tan enojado con él? Decenas de mensajes y llamadas que el ruso le dejó y sólo obtuvo un "Lo siento, Yuri. Estoy ocupado con un asunto personal. Yo te llamo", que provocó un gran desasosiego en su alma.
No ha dejado de darle vueltas al asunto en su cabeza y, día a día, la tristeza que lo embarga por su amigo ausente va aumentando cada vez más. Incluso sus prácticas se han vuelto mediocres por su falta de concentración.
No para de pensar en la noche de la fiesta, hace casi una semana repasando una vez más el orden de los acontecimientos, pero sin llegar a ningún resultado. En esa ocasión, Yuuri y Guang llegaron presurosos y con gran preocupación a su lado. Le dijeron que Otabek estaba esperándolo afuera y que estaba muy enojado.

FLASH BACK

- ¡Yuri, Yuri!
Levantando la vista de su celular, el pequeño ruso ve a Yuuri y Guang que se acercan de prisa hasta el.
-¿Qué pasa katsudon?
- Eso queremos saber. ¿Qué pasó con Otabek?
- ¿A qué te refieres?-pregunta sin entender a su amigo. - Lo estoy esperando, porque dijo que me pasaría a buscar.
- Está afuera. - sentencia el nipon.
- Salió de aquí muy enfadado. - agrega Guang.
-¡¿Qué?!... - pregunta desconcertado. - ¿Enfadado?... Pero...
- Si, nunca lo había visto así. Guang le preguntó si lo ayudabamos a buscarte y dijo algo así como que ya te había encontrado... y que estabas ocupado. En verdad se veía muy molesto.- le dice el pelinegro.

La sensación de un balde de agua helada cayendo por su espalda, deja petrificado al ruso. Otabek lo vio besando a esa chica. Con los nervios a flor de piel, sale corriendo a buscarlo, dejando al otro par más confundido aún.
Al llegar a la calle lo ve caminando de un lado a otro junto a la moto. Su cara muestra un visible enojo, algo que nunca había visto en su amigo, y eso le provoca un nudo en el estómago.
No entiende por qué, pero un sentimiento mezcla de culpa, vergüenza, arrepentimiento y temor se adueñan de su corazón a medida que se aproxima al kazajo.
Un tímido "Hola" es lo único que sale de su boca y, por más que lo intente, no puede mirarlo a los ojos.
Un seco "Hola, Yuri" es todo lo que recibe por respuesta. Sin mirarlo, mayor le pasa el único casco que trae.
El ruso se queda estático, su boca y sus ojos muy abiertos, mirando a Otabek sin entender por qué lo está tratando así. Luego de unos segundos se pone el casco, se sube detrás del kazajo, pero no se atreve a abrazarlo tampoco éste toma sus manos y lo hace rodearle su cintura como tiene por costumbre. Con el corazón encogido, se agarra del asiento de la moto.
Otabek pronuncia un frío "Sujetate, Yuri", que lo termina de aniquilar. Con la cabeza gacha se agarra tímidamente de la chaqueta de cuero del mayor y se van.
Luego de unos minutos, el kazajo aparca en la puerta de la casa de Yacob sin apagar la moto ni dirigirle la palabra o mirarlo.
- Beka... yo... - susurra el chico.
- Estoy cansado, después hablamos.- lo interrumpe con voz firme. Toma el casco de las manos del menor y se despide. - Adiós, Yuri.
Sin decir más, se va.

No puede moverse. Sus pies sobre la acera parecen de concreto, su cuerpo entero tiembla y sus ojos le escuecen fuertemente mientras ve al kazajo alejándose en su moto.
Después de varios minutos, con paso lento entra en la casa, va a su habitación, se quita la ropa sin molestarse en levantarla del piso, se mete a la cama y se hace un ovillo abrazándose a sí mismo. Potya se acerca a su cara ronroneando y Yuri le abre la sábana para que entre con él. El felino se acurruca de inmediato junto a su humano y éste lo abraza contra su pecho para alejar ese extraño frío que siente en su interior.

No sabe cuanto tiempo estuvo así, hasta que escucha la puerta de su cuarto abrirse, pasos sigilosos y el peso de sus tres amigos hundiendo levemente el colchón de su cama ahí donde se sientan.
Ninguno enciende la luz.
El japonés lo llama con suavidad aún cuando sabe que está despierto.
- Yuri. Sé que quizás quieras estar sólo, y si es así, lo respetaremos. Pero estamos confundidos y preocupados.
- ¿Qué pasó entre tu y Otabek? ¿Se pelearon por algo? - pregunta Pitchit en voz baja y con cautela.
Desde abajo de sus sábanas, el ruso sorbe su nariz. Guang toma de su mesa de luz un paquete de pañuelos y se los deposita en la mano.
Yuri se sienta y se limpia su nariz mocosa. Guang le pone una mano sobre su hombro, en señal de apoyo y, ante su gesto, los ojos del ruso se inundan de lágrimas que no deja salir. Lágrimas de tristeza, de rabia, de incomprensión.
Yuuri lo abraza y el pequeño ruso se deja hacer, apoyando su cabeza en el hombro de su amigo, dejando oír en un susurro su voz quebrada:
- No sé qué pasó, en serio. Estaba en la fiesta y ya estaba cansado y aburrido. Me quería ir a casa. Entré a Instagram para ver si Beka había publicado alguna foto de su presentación en Eros y a los dos minutos me escribió. Estuvimos mensajeandonos e insistió en que me pasaría a buscar para llevarme. Todo estaba bien. Después de eso, estuve haciendo tiempo revisando mis cuentas hasta que en un momento Tanya, la chica de la clase de ustedes, llegó hasta donde yo estaba y me preguntó sobre las próximas competencias, ya que una amiga suya participará por Canadá. Yo quería matar el tiempo, así que empezamos a charlar.
Estuvimos conversando tranquilos un rato y de repente, se me acercó y me besó.
Al principio me sorprendió, pero no quise quedar como un idiota cobarde y le correspondí, pero... - se detiene, cerrando fuertemente sus ojos y tomando el puente de su nariz entre su pulgar y su índice.
- ¿Pero qué? ¿No te gustó como besaba?- quiere saber el tailandes.
- No, no fue eso... No lo puedo explicar, pero... - Poniendo su mano abierta sobre su pecho, el rubio continúa- aquí dentro... algo no se sintió bien cuando lo hice. Nunca me había pasado algo así. Fue... fue como si estuviera haciendo algo malo, algo que no debía... algo que no quería que pasara. - jalando su cabello con ambas manos, exclama- ¡Rayos! ¡No tiene sentido! No fue la primera ni la segunda, ni la tercera vez que beso a una chica, p-pero... no me gustó. Sentí... - suspira pesadamente y continúa bajando la cabeza- sentí que no era la persona correcta...

Perfectos extraños, perfectamente destinados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora