4. Crazy (Marco Reus)

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Y amar es, tal vez, la mayor de las locuras...

Volteé a mi izquierda y observé a la hermosa mujer junto a mí. Su cabello castaño caía sobre mis almohadas como chorros de chocolate y su tez brillaba como seda dorada al sol de la mañana. Extrañaba el color de sus ojos profundamente oscuros, a pesar de que los había visto solo horas atrás.

Sonreí, la verdad es que  jamás me había sentido tan orgulloso. Ni siquiera el codiciado trofeo de la Copa Mundial de Fútbol en mis  manos se sentía tan bien como la mano de Aileen apretando la mía.

Ella seguía dormida y parecía no tener intenciones de despertar pronto, y tampoco me molestó que así fuera. Me gustaba esa silenciosa charla que tenía con los recuerdos de la noche pasada mientras la observaba durmiendo. Instintivamente mi mano subió a su rostro y mis dedos recorrieron toda su piel allí. Ese era el momento más glorioso para mí, cuando estaba con ella, sin afanes ni deberes.

Aquella mañana parecía ser más fría de lo normal, y esa fue mi excusa para acercarme más a ella. Las comisuras de sus labios rosados se elevaron con sutileza y aún sin abrir los ojos se acurrucó contra mi cuerpo, y para mí me fue inevitable sonreír también.

La luz blanca se colaba entre las cortinas y apenas si podía percibir el calor del sol sobre mi piel. Sin dudarlo, agaché la cabeza y le besé la mejilla. Me era difícil, casi imposible explicarme la forma en que ella me hacía sentir, o la forma impulsiva en la que actuaba cuando estaba cerca, o la simple carencia de claridad o cordura absoluta mientras ella se encontraba conmigo. Pero  la respuesta era simple: estaba loco por ella.  

Mi teléfono vibró bajo la almohada, y con cuidado de no interrumpir el precioso sueño de Aileen, lo tomé en mi mano. Era un mensaje de Mario.

Después del entrenamiento iremos al Lardy para celebrar que estamos otra vez en casa’

Eso era claramente una invitación. Miré de nuevo a la mujer junto a mí.

‘Tendrán que festejar sin mí’

Reuuus no seas aguafiestas”

‘Estaré ocupado’

‘¿Aileen está en tu casa? ¿Es eso? ¿Qué ocurrió? Exijo saberlo todo, idiota.’

‘Otro día te contaré la historia. Ahora, déjame dormir Götze’

‘Claro…dormir. Hablamos luego, Reus’

No me tomé la molestia de responder a su último mensaje, en cambio, eché el pequeño aparato dentro del cajón de la mesilla junto a la cama. Lejos, donde no pudiera interrumpirme más. Observé de nuevo a Aileen, y noté que ella parecía cada vez más dormida, más ajena a toda la realidad. Pero eso me daba paz a mí.

Quería que mi familia y amigos la conocieran, a pesar de que ella me insistiera que prefería mantener el perfil bajo. Una y otra vez me recalcaba que odiaba la prensa y los escándalos, que no le gustaba que la fotografiaran cuando salía conmigo, y que jamás querría aparecer en la portada de una revista. Pero yo no podía conceder la idea de seguir así con ella; llegando de incógnito cada noche a su departamento, o encontrándonos en lugares alejados para que nadie nos viese. Aileen me parecía la mujer más bella que alguna vez había conocido y estaba seguro de algo: por fin había encontrado a la correcta.

Había sido complicado, un poco arriesgado y desde ese momento ella había tomado la decisión de no salir de nuevo en algún medio. Y yo la había respetado, porque había sido un buen escándalo, jugoso para las revistas de farándula, y ellos habían disfrutado de ello.

Footballer lover | Fanfiction-Selección AlemanaWhere stories live. Discover now