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-Pues estoy bien- mintió - estaré bien… de verdad- su voz sonaba rota, pero sería mejor así.

-¿De verdad?- volvió a preguntar - Yo no lo creo. Ellos te tienen atrapada, Jennie. Sé que te morirás si no te liberan. Tal vez no enseguida por que eres fuerte, pero antes o después…- agarró mas fuertemente su rostro y casi susurró lo siguiente - ese fuego que siento por ti, Jennie; ese fuego puede apagarse.

Jennie solo la miraba. Por dios que quería poder echar todo por la borda y decirle la verdad. Decirle que quería estar con él, que no le importaba nada que fuera pobre por que ella ya lo era; solo deseaba tener la fuerza suficiente para poder lanzarse.

-No es asunto tuyo salvarme, Lisa- contestó mintiendo.

-Tienes razón- se dio por vencida Lisa - Solo tu puedes salvarte- estaba tan cerca que podía besarla, pero…

Jennie retiró su mano:

-Debo regresar, tienes que olvidarme- y acto seguido, sin que Lisa pudiera hacer nada, se marchó dejándola sola.

Lo había arriesgado todo… todo por ella. Casi la detenían dos veces por su culpa. La había hecho disfrutar, la había hecho bailar, sentirse como nunca antes le había hecho sentir ninguna otra persona. Ahora… nada de eso importaba. Era como si hubiera echado toda su intención, su esfuerzo.

Más tarde, aquella misma tarde, nunca mejor dicho; Jennie se encontraba en el salón del té, envueltas en más estúpidas conversaciones entre su madre y ricachonas que creían tenerlo todo cuando nada tenían. Se sentía fallecer, pero todo era por el futuro. Aunque de repente vio algo que la hizo pensar.

En una mesa cercana una madre y su hija de no más años, aprendía modales. La niña, echada de mala forma, era corregida por su madre que la trataba como su fuera un robot que para siempre estaría a las ordenes banales de un futuro. Un futuro que conocía muy bien Jennie, un futuro que estaba viviendo ella en aquel momento. De repente recordó, había una oportunidad, podía hacerlo contar. Solo levantarse y decir adiós reglas, hola felicidad.

Miró a su madre y sus amigas. Seguían con las tonterías de la boda, una boda que detestaría toda su vida si no hacía lo que es correcto. Tenía que salir de allí y lo haría.

Lisa se había dado por vencida. Miles de cosas siempre habían salido mal en su vida: su intento de ser pintora, su intento de vida mejor; todo. Aun así, nunca le había importado hasta aquel momento. Amaba a Jennie con toda su alma y nunca la podría olvidar. Incluso el ruido del mar le hacía decir ama a Jennie. Desde luego había sido mala idea ir a la punta del barco, donde antes había gritado soy el rey del mundo, ahora tendría que arrepentirse.

-Hola, Lisa- esta se giró, allí estaba, imposible, pero allí estaba; sonriendo como una adolescente - He cambiado de opinión-Lisa sonrió ante aquello, a lo que Jennie se acercó, poco a poco - Me dijeron que estabas

-Shh- Lisa le extendió su mano - Dame tu mano.

Jennie sonrió y aceptó agarrando firmemente su mano.

Lisa la acercó poco a poco a ella:

-Ahora, cierra los ojos. Hazlo- le pidió cosa que Jennie obedeció y, con su mano agarrada, la fue acercando sin que se callera al borde del barco - Acércate, sujétate a la barandilla- le pedía mientras que Lisa se adaptaba atrás - Mantén los ojos cerrados, no vallas…

-No los abro- advirtió Jennie.

-Ahora súbete a la barandilla- y con miedo, lo hizo -Sujétate- y, mientras terminaba de tomar posición, Lisa también tomó su posición - No te sueltes y mantén los ojos cerrados .- ¿Confías en mí?

Titanic (Jenlisa) Where stories live. Discover now