XVI. 8 de octubre de 1983

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CAPÍTULO

XVI

8 de octubre de 1983

6:00 p.m.

Si hubiéramos salido sin conocer la situación en la que se encontraban "Mao" y Orson, nos habríamos dado cuenta esa misma noche de que algo raro había entre ellos. La distancia que ambos se habían puesto, y el hecho de que nunca cruzaban miradas era demasiado notable para el resto de nosotros. Los dos iban en el extremo del grupo, y estábamos ligeramente separados en dos. Orson tampoco dirigía mucho la palabra con Juicy y Todd, puesto que estos siempre hablaban con el chico de ojos violetas y ellos intentaban siempre incluir en toda conversación a Mao.

Esa noche, después de días de haber hablado con él en la enfermería, no había descubierto ninguna otra letra de su nombre. Solo sabía que iniciaba con I, y la lista era larga. Ivan, Isaac, Irvin, Ismael eran los únicos que se me venían a la mente, pero ninguno de ellos combinaba muy bien con él y su aura misteriosa, así que terminé dándome por vencido.

Otra cosa que pensé sobre el chico que tanto me gustaba, era en su madre. Ahora que podía verlo claramente, él y ella eran sumamente parecidos, pero, lógicamente, él llevaba ciertas características de su padre como la forma de su nariz y la mirada penetrante, aunque seguía pareciéndose más a ella, puesto que, aunque su mirada parecía analizarte como la de ese hombre, la de él aparentaba ser más gentil y nada peligrosa.

La feria a la que habíamos venido, llevaba ya unas dos semanas en la pequeña ciudad; sin embargo, los ánimos no habían bajado y la gente seguía yendo, provocando que hubiera una enorme cantidad de personas a nuestro alrededor. Sin necesidad de decirlo, todos tratábamos de no separarnos para evitar perdernos. La música sobre nosotros era bastante animaba y rimaba con las carcajadas de Juicy y sus dos amigos resonando por cualquier estupidez que estuvieran diciendo. Las hileras de focos deslumbrantes iluminaban bien nuestro camino, aunque era fácil distraerse por los enormes y llamativos puestos de comida y juegos que habían por los pasillos que daban a los juegos mecánicos.

Charlie y yo podíamos sentir la ligera presión que Orson ponía sobre nosotros por su cara larga, a demás de que parecía que pronto sacaría humo por los oídos. Aunque yo, entre caminatas, intentaba echarle una pequeña mirada al chico de ojos violetas con tal de pensar que, por alguna extraña razón, y por fuerza del destino, estábamos en una salida juntos, aunque estuviéramos bastante separados en ese momento.

—Este sujeto es más raro que los amigos de tu novio. —Me dijo Charlie al oído, refiriéndose a Orson, mientras enganchaba su brazo con el mío. Orson parecía inmune a su acto, aunque siempre odiaba que no le incluyéramos en lo que hacíamos, por más mínimo que fuera. Entorné mis ojos y me crucé de brazos sin apartarle.

—No es mi novio, Charlie. —Le aclaré ligeramente sonrojado por su acusación; suspiré y le dediqué una mirada al mayor. —Pero tienes razón. Está más raro que nunca. No nos habla, solo camina con esa cara de ogro y se cruza de brazos.

—Tengo un plan. —Dijo repentinamente, lo que me hizo mirarle tanto confundido como sorprendido. —Karl, por primera vez en todos estos años de conocerlos a ustedes dos, me entero que el líder tiene algo que lo irrita al punto de dejar de ser un idiota. —Sonreí interesado esta vez, y asentí. —Dejando de lado el hecho de que me preocupa, también me interesa. Quiero ver qué más puedo sacar de aquí.

—¿Qué piensas hacer? —Le pregunté, notando que Orson por fin volteaba a vernos y fruncía el ceño al ver que no hablábamos a escondidas con él.

El chico de los ojos violetasWhere stories live. Discover now