Arturo

1K 75 26
                                    

Antes de poder mirar quién había estado llamándola volvió a recibir una llamada entrante.

— ¡Featriz!

— ¿Arturo?

— No, soy Merlín.

— ¡Arturo! ¿Qué pasa?

— ¿Qué hacías para no contestarme? Te estoy esperando.

— ¿Cómo que me estás esperando? ¿Dónde estás?

— En el aeropuerto, ya estás tardando.

— Espera, espera

— Eso hago y estoy harto

— ¿Me estásdiciendo que has... que tú...estas aquí?

— Que sí mujer. Anda date prisa y ven a por tu hermano.

Arturo colgó antes de que Beatriz pudiera contestarle. Una amplia sonrisa se dibujó en su cara. Cuando volvió a la realidad se vistió en un momento y se dirigió al aeropuerto.

Allí estaba Arturo, con una maleta gigante esperando a Beatriz.

— ¡Arturo! —gritó Beatriz moviendo las manos para llamar su atención.

Cuando al fin la vio corrió hacia ella con una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Se dieron un gran abrazo.

— Vaya, sigo sin creer que estés aquí.

— Y yo que lleves casi un año sin llamarnos...

— Lo siento es que...

— Ya lo sé, estabas ocupada, recuerda que allí vemos la tele.

Beatriz volvió a abrazar a su hermano.

— Me alegra muchísimo verte.

— Si a mi también pero deja de agobiarme, que me ahogas —dejaron de abrazarse.

— Venga, vamos al coche y me lo cuentas todo, con comas y puntos —señaló Beatriz.

La verdad es que no eran hermanos de sangre, pero eran grandes amigos desde hace años por lo que ya se llamaban hermanos.

— Patricia te manda recuerdos.

— ¿Que tal está ella?

— Aún no se ha cansado de mí, así que bien jajaja.

— Pobrecilla lo que tiene que aguantar —bromeó Beatriz.

— ¡Oye! —se quejó disimulando indignación.

— Y el trabajo supongo que no te falta.

— Como siempre, además voy a salir en una serie como un viudo deprimido que busca el perdón, muy trágico todo.

— ¿De verdad? Mira que bien, lo que tu querías, pero tendrás que currartelo mucho.

— Lo sé, es un reto importante, la verdad es que lo necesitaba.

— Estoy segura de que lo harás bien, ya lo verás.

— Ahora cuéntame tú —Arturo la miró con expresión pícara— te has echado un buen novio.

— ¡Arturo!... Pues sí —se ruborizó a causa de la fija mirada de Arturo-— hoy es su cumple, bueno ayer... A estas horas ya no.

— Pero yo soy más guapo y me quieres más.

Beatriz se rió con ganas.

— La película va muy bien, gracias por preguntar —dijo Beatriz con tono sarcástico.

— De nada —contestó con gracia.

— Pues ya hemos llegado —dijo mientras frenaba.

Subieron al piso, Beatriz se alegro de tenerlo todo recogido.

— Qué acogedor...

— Para mi sola no es pequeño, Arturo.

Al tiempo que Arturo deshacía la maleta, Beatriz le preparaba el sofá.

— Ya está todo listo

— Sí, muchas gracias

— No me las des —Beatriz se mostraba cansada— ha sido un día largo

— Y te encantaría pasar la noche en vela hablando conmigo pero...

— Pero tengo sueño —le interrumpió, e inmediatamente después comenzó a reírse— ya no me acordaba de estos momentos en los que

-Nos acabábamos la frase —dijeron al mismo tiempo.

— Buenas noches

— Buenas noches hermanita —dijo Arturo mientras se acercaba para darla un abrazo.

Ese abrazo duro un rato, por poco Beatriz no se quedó dormida en sus brazos.

— Anda a la cama antes de que te quedes dormida de pie —la acompañó a la habitación— descansa.

— Hasta mañana... —dicho esto Beatriz se durmió.

Estaba realmente cansada, huelga decir que durmió de un tirón. Por la mañana Beatriz se despertó al oír unos ruidos metálicos. El sonido provenía de la cocina.

Era Arturo buscando cubiertos.

— Buenos días —saludó Beatriz entre bostezos y con los ojos cerrados.

— Mira quién ha aterrizado.

— De eso hace ya horas si no me equivoco.

— Me refería a tí, petarda

— ¿Qué haces?

— Buscar con qué remover el colacao.

Beatriz fue a por los cubiertos y le dió una cuchara.

— Toma, aquí tienes.

— Gracias

— Ya siento que no haya café

— Ni muchas otras cosas como unos bollitos o algo para mojar en la leche.

— Uff no me hables de eso, que desde que me di un atracón nada más llegar aquí ahora me dan asco. Tendrá que pasar un tiempo para que me vuelva a gustar.

— Que pena.

— Si me hubieras avisado

— Mírala, ahora me culpas a mí

— Pues sí —dijo con tono de burla cual niño pequeño

A lo que Arturo le respondió sacándole la lengua.

— Bueno haya paz —dijo Beatriz, y se preparó el mismo escaso desayuno que Arturo.

Después de lavar los vasos y cubiertos, Beatriz se dió una refrescante ducha y se vistió. Pensó en Chris <<¿Qué tal se lo habrá pasado? ¿Qué habrá hecho? ¿Qué tal estará? ¿Estará durmiendo?>> Muchas preguntas y una única respuesta que ansiaba conocer. Que estuviera sano y salvo.

Arturo también se dió una merecida ducha y se puso la ropa.

— No se si te he preguntado, cuánto tiempo estarás aquí.

— Una semanita

— Ya se la respuesta pero... ¿Por qué has traído ese maletón enorme medio vacío?

— Ya sabes la respuesta pero te la diré... Souvenirs

Ambos se rieron.

— Me tengo que ir a trabajar así que puedes quedarte aquí o ir conmigo.

— Lo que quiero es conocer a ese tal Chris Evans.

— Entonces vente, ¿algo a destacar de su Wikipedia?

— Nada especial, bueno sólo una cosa.

— ¿El qué?

— Todo

Una Vida Soñada. I © (TERMINADA) Where stories live. Discover now