Epílogo

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Octubre estaba por terminar, en México se acercaba el día de muertos, Donald siempre creyó que es una tradición hermosa, recordar a tu ser querido y guiarlo a la felicidad, es tan bello.

Y por eso mismo, desde hace 3 meses Donald apartó un vuelo a la Ciudad de México, iría a celebrar el día de muertos.

— Honey, everything it's okay? — su esposa se acercó a él, acariciando su espalda, dándole el consuelo que necesita, después de todo ella sabe por lo que pasó hace 10 años.

— Yes Daisy, don't worry dear — besó la frente de la mujer y caminó hacia su habitación, la verdad estaba tan melancólico, ir a México no le recordaba momentos lindos, al contrario.

« Iré a verte, amigo »

José bajó del avión algo mareado, acababa de despertarse y tuvo que ordenar todo de una vez, sin tiempo de estirarse.

Se puso su sombrero y respiró hondo, hace bastante no respiraba el aire de México, miró a su alrededor en busca de una tienda, iba a tomar un café e iría a su hotel.

Digamos que su vida es estable económicamente, encontró un buen trabajo formal, pronto iba a casarse con Rosinha, así que su vida cambió, ya era un hombre de bien, era un caballero.

José salió del aeropuerto y tomó un taxi a su hotel, con una enorme sonrisa saludó al taxista y este lo llevó a su destino.

— So, you come back in November 4, all right? — Daisy abrazó a su esposo, él necesitaba despejarse de todo Estados Unidos y ella lo entendía, había dejado de ser una novia loca y quería lo mejor para él.

— Yes darling, don't worry, I'll bring something for you— Donald estaba apunto de abordar el avión, no sin antes besar a Daisy, aunque ofreció llevarla, ella dijo que no, él necesitaba un descanso.

— Good bye my love! —

— Adiós amor... —

Donald se sentó en su lugar, esperó pacientemente el vuelo, el viaje sería corto y directo, su corazón latía fuertemente, pero no era por vértigo, era por la verdadera razón de su viaje a México.

1 de noviembre

Donald llegó con un ramo de flores de cempasúchil a la tumba, había algo de gente, pero al acercarse se dio cuenta de que esa tumba no estaba sola, había un hombre de saco negro frente a ella, con un mezcal en la mano.

— Brindo por ti... y porque encuentres la felicidad... Panchito —

Donald no podía creer lo que había escuchado, esa voz... José Carioca. El americano tragó saliva y se acercó a la tumba, José notó inmediatamente que era Donald, su "amigo" pues dejaron de hablarse después de la muerte del mexicano, a ambos les afectó tanto que lo mejor fue alejarse.

— Buenas noches... —  saludó Donald, quería portarse educadamente al menos, dejó las flores en el suelo y juntó sus manos a modo de rezar, quería hablar con José, pero tenía tanto miedo de que lo insultara o se alejara.

— Buenas noches — devolvió el saludo.

Donald observó la tumba, ver su nombre, la fecha de muerte y recordar todo eso le dolía, estaba seguro de que iba a llorar en cualquier momento.

— Yo también lo extraño, también espero que en verdad esté descansando en paz... — José se acercó a Donald — Anda, llora, eso no te hace menos hombre, es mejor soltarlo... —

Donald entendió eso y abrazó al brasileño, este último creyó que lo ignoraría o lo ofendería, pero también aceptó su abrazo.

— Zé, no debimos separarnos, somos los tres caballeros, vamos siempre unidos, dos en la tierra y uno en el cielo... — lo dijo con la voz entrecortada, recargó su cabeza en su hombro.

— Donald... lamento haberme alejado de ti, fueron demasiadas cosas que yo... debí... —

— José, yo tampoco debí alejarme de ti, debimos de afrontar lo que venía y no huir, eso no es de caballeros —

Una noche cálida, las velas alumbran todo ese lúgubre lugar, pétalos de flores volando, se sienten las presencias de esos espíritus que vienen esa noche a festejar.

Esa noche un espíritu abraza a sus amigos, él sabía que ellos volverían, tres caballeros, tres mosqueteros, Panchito estará con los brazos abiertos para cuando ellos tengan que ir.

— Gracias chicos —

Donald y los demás invitados aplaudieron ante ese beso, Daisy no dudó en abrazar a su esposo, el bebé que portaba en sus brazos también parecía estar contento, su tío se casaba, ¡una noticia bella!

José cargó a Rosinha cual princesa, observó a los invitados, de lado de Donald había un sombrero de mariachi, su amigo también festejaría ese día.

— ¡Brindo por mi boda, mi amada María, mis invitados presentes y mis invitados que me cuidan desde el cielo! ¡Salud! — José alzó la copa de vino y brindó, obviamente cantó su magnífica canción.

Y desde el cielo hay una gran estrella, una estrella que los guía, nunca los abandonaría, pues donde va el primero van siempre los otros

The end
Fim
Fin

D E S O L A T E  [The three caballeros]Where stories live. Discover now