Después de presenciar la muerte de mis padres, mi tía Genevieve me llevó a vivir con ella a L.A.
Tres años después, regresé a Vancouver, dispuesta a enfrentar todo, pero lo que no sabía era que las cosas iban a tornarse más tensas....
● Esta histori...
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Ha pasado casi un mes después de la muerte de Lucy, ha sido un poco difícil, puesto que Lana todos los días pregunta por su mamá, y sinceramente yo no sé que decirle. Becca se ha encargado de decirle que su mamá estaba haciendo un largo viaje, Finn y yo nos encargamos de entretenerla un poco, entre los tres hemos estado haciendo un gran esfuerzo para poder cuidarla.
En cuanto a las huellas de el otro día, Henry me ha dicho que si, son similares, y se agregó cómo pista, pero sólo eso, ya que no se encontró nada más, y dice que no hay relación en cuanto al incendio de la casa Roanake.
Me encontraba caminando hacia casa, había terminado mi jornada de medio tiempo en una tienda, trabajo que conseguí para ya no depender tanto de mi tía, conseguía para lo necesario, cómo comida y pañales para Lana, también me ha servido cómo distracción para que mi mente no comenzara a divagar.
Iba caminando por una farmacia cuando de pronto encontré a Finn, entré y lo asusté por detrás, él se sobresalto un poco.
-¡Maldita sea, me asustaste Mallory!-se colocó una mano en el pecho.
-¿Qué haces?- pregunté.
-Compraré unas pastillas, estoy algo enfermo.- y lo pude notar por su extrema palidez, más de lo normal. Toqué su frente.
-Finn, estás ardiendo.
-Lo sé.-dijo algo desganado.
-Te llevaré a mi casa, ya es tarde, y no puedo enviarte sólo en ese estado.-asintió.
Pagué unas medicinas, y salimos juntos, lo ayudé a sostenerse ya que se encontraba débil, en menos de 5 minutos estabamos dentro de mi casa, Becca se encontraba dormida junto con Lana.
Coloqué a Finn sobre la cama de mis padres y lo cubrí un poco, saqué un par de toallas pequeñas y las remojé con agua, se las puse sobre la frente, saqué unas aspirinas y se las di. Iba a cambiar el agua de la toalla, se la quité, cuando estaba dando la vuelta me tomó de la mano.
-No te vayas.-me miró.
-No lo haré, sólo remojaré la toalla.
-Está bien, pero..regresa, por favor.
-Claro.-fui al baño y puse la toalla bajo el chorro de agua, regresé y se la coloqué en la frente, me senté junto a él.
Lo miraba, tenía los ojos cerrados, las mejillas sonrojadas y sus labios estaban secos, tomó mi mano.
