°•Dangerous Atraction•°

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Jennie estuvo un rato abajo frente al televisor junto a Minnie, quien tuvo la idea de ver una película cualquiera ya que ambas se habían aseado.

La morena siendo sincera no pudo atención alguna a la película que veían, pues su mente estuvo únicamente recordando el momento que tuvo con Lisa en la piscina.
Sabía que estaba mal, y Rosé solo se lo había dejado más en claro, pero le era totalmente imposible no dejar de pensar en ella.

Lalisa Manoban era una persona difícil, pero que la atraía, la atraía su egocéntrica personalidad, hasta cierto punto le llamaban la atención sus celos hacia ella, aveces podía llegar a ser tierna, era una mujer inteligente, y sobre todo muy bella.

No podía sacar de su mente los besos y caricias que le había brindado, pues un simple toque de ella hacia que su cuerpo ardiera.

Nadie nunca la había tocado tan descaradamente, nadie había admirado su cuerpo como ella lo hacía, su forma tan profunda y deseosa con la que la miraba hacia que se estremeciera, nadie nunca había sido como Lalisa Manoban era con ella.

La atracción que la niña tenía hacia la mujer era innegable. Lastima que no era mutua. O al menos eso pensaba Jennie, pues a ella la atraía su perfecto cuerpo tanto como su descompuesta personalidad.

Sabía que la mujer le hacía daño de muchas manera, era una persona complicada que desgraciadamente no sabía querer, pero por alguna razón Jennie siempre caía a sus pies simplemente por su cálido aliento cerca de su oreja susurrando que se dejará llevar y que todo iba a estar bien.

Cuando finalmente la película terminó, Minnie sugirió dar una caminata en la playa, pues justo el sol se metía por detrás del mar y podrían presenciar juntas la puesta de Sol, a lo que Jennie aceptó.

Jennie tenía puesto un short de mezclilla con una camisa larga casi tapando todo de él, sus Vans y su corto cabello chocolatado callendo por sus hombros, se veía muy linda y Minnie lo notó y no dudó en expresarlo.

-Te ves muy bonita Jennie- Le dijo mientras se dirigían a la puerta corrediza que daba hacia el patio.

Jennie no pudo evitar sonrojarse, por lo que miró hacia otro lado intentando evitar que vieras su notable color en las mejillas.

-Y te ves aún más bonita sonrojada- Dijo parando haciendo que Jennie también lo hiciera. La Tailandesa tomó la barbilla de Jennie haciendo que la mirara, pero la morena tenía la mirada abajo, le apenaba mirarla a los ojos.

La muchacha del flequillo se quedó admirando el rostro de Jennie como venía haciendolo muy a menudo. A sus ojos la morena era el ser más perfecto del planeta. Su inocencia la cautivaba, su pureza, su forma de ser tan tímida y su innegable belleza, tanto por dentro como por fuera. Sus ojos de gato la tenían mal.

Minnie estaba dentro de su propia burbuja con la morena dentro de ella y con su mano en la barbilla de Jennie comenzó a acercar su rostro al de ella, totalmente ajena al nerviosismo de la castaña cerró sus ojos al igual que la distancia que había entre sus labios. No hubo movimiento, solo labios colisionando.

Jennie tenía abiertos los ojos, totalmente desconcertada por la acción de Minnie y se quedó petrificada, aún más cuando escuchó un carraspeo proviniente de la persona que menos hubiera querido que presenciará aquello.

Minnie se separó de los labios de Jennie rápidamente y volteó a ver a su hermana pelirroja, quien tenía cara de pocos amigos y sin prestarles más atención se dirigió al pequeño Bar qué tenían en el living de la gran mansión.

Jennie se sintió desvanecer con la fría mirada que la pelirroja le había dedicado, notó sus puños cerrados y sus nudillos volviéndose blancos por la fuerza que ejercía en la mano. Pasó de largo sin volverla a mirar, tomó un pequeño vaso y una botella de vaya a saber que licor y subió las escaleras azotando los pies.

CALL ME DADDY »JENLISA« »G!P«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora