Primer borrador

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El fuerte viento del campo me golpeaba de pleno en el rostro mientras descansaba en mi herramienta tras varias horas de trabajo. La temporada de cosecha siempre era una fecha dura, pero aquellos años eran peores por la situación que se vivía en la región. Mientras retomaba el aliento veía a mi alrededor todo lo que había cosechado ese día. Contaba las cajas y sacaba cuenta de cuanto dinero seria. En una temporada normal seria mas que suficiente. Pero ahora, no estaba completamente seguro.

Ya anochecía mientras terminaba de trabajar. Quizás en unos días terminaba de cosechar el campo entero. La rutina era siempre la misma: al final de cada temporada sembraba el maíz y los granos para cosechar en la próxima temporada. Mientras esperaba a que madurara normalmente pasaba mi tiempo en el mercado vendiendo mientras mi esposa cocinaba. Era una buena vida que nos alcanzaba para pasar los años cómodamente. Pero desde los últimos tiempos ya eso no alcanzaba. Los problemas que cada región empezaba a tener por la aparición de unos monstruos que nunca alguien había visto provocaban que las rutas de negocio no fueran tan concurridas como antes, por lo que se perdía un montón de mercancía mientras se enviaba. Los demás mercaderes estaban con problemas igual, como todos, pero al menos ellos tenían hijos que los ayudasen en las granjas o en los mercados. Yo sabía que, dentro de todo, mis hijos no tenían la culpa, puesto que se habían marchado antes de que sucediera todo. En un tiempo en donde no se podía adivinar lo que sucedería. En fin, no había ningún sentido en lamentarse. Guardé todas las cajas en el granero, aseguré la puerta como todas las noches y me dirigí de vuelta a mi casa. Entre el granero y la casa había una cierta distancia que se podía recorrer en cuestión de minutos. Tras un rato caminando, acercándome a la casa logro oler como mi esposa terminaba de hornear unos panes. Casi podía saborear lo que estaría comiendo en un rato: una buena tanda de pan con queso y mantequilla de nuestra granja. Cada vez me acercaba mas a la casa y podía ver como la ventana de la cocina estaba iluminada. Al entrar en la casa luego de estar todo el día trabajando y sentir la calidez del hogar me di cuenta de que no hay lugar como el hogar.

Aquella noche fue de lo mas normal. Con mi esposa terminamos de comer, ordenamos la casa y nos preparamos para dormir para luego, al día siguiente, cada uno seguir con su rutina. Yo seguiría cosechando los cajones mientras que mi esposa iría al mercado del pueblo para vender.

Sin embargo, no fue así como sucedieron las cosas. Al menos todo fue normal hasta la mañana siguiente. Yo me encontraba en mi campo cosechando; se acercaba la hora del almuerzo en donde iría al pueblo para ir a almorzar con mi esposa. Nos encontraríamos con nuestros amigos del pueblo y hablaríamos de todo lo que estaba sucediendo en la región, como siempre hacíamos. Pero mientras me encontraba trabajando empecé a oler el olor a madera quemada a lo lejos. En un principio no le di importancia ya que pensé que se trataría de algún incendio que sería controlado rápidamente, pero por alguna razón empecé a sentir un peso en mi pecho. El aire me faltaba, como si de alguna manera supiera que había algo que anduviera mal, aunque no tuviera idea de que fuera. Seguí trabajando, pero la sensación seguía aumentando. Fue entonces que decidí ir a mi casa. Una vez ahí vi a lo lejos una columna de humo que venia directamente del pueblo. Me quede congelado por unos segundos y entonces eche a correr tan rápido como podía. No me preocupaba en lo absoluto que mi viejo cuerpo no pudiese soportar aquel esfuerzo físico: tenia que asegurarme que mi esposa estuviera bien. La distancia entre mi hogar y el pueblo se recorría en unos veinte minutos a paso normal, pero en pos de la situación me demore muy pocos minutos en llegar. Al hacerlo me quede casi petrificado. La aldea se encontraba en llamas, con varias casas completamente destrozadas y en el suelo. A primera vista no vi ningún cuerpo, aunque claramente había signos de ellos al haber sangre en el suelo y en algunas casas. Fui directamente al mercado mientras intentaba buscar a alguien que me explicase que fue lo que sucedió, lo cual no dio resultado hasta llegar al mercado. No eran pocos los sobrevivientes del pueblo, pero aun así la cantidad de cuerpos en el mercado era preocupante. Instintivamente fui a donde mi esposa solía ponerse a vender nuestros productos y lo único que encontré fueron ruinas. Me abalance sobre los escombros para ver si mi esposa se encontraba ahí; mis manos resultaron quemadas debido a que la madera seguía estando caliente por el fuego, pero no me preocupo. Fueron varios segundos hasta que siento unas manos sobre mis hombros que me empujan hacia atrás. Rápidamente veo que eran vecinos míos quienes agarran mis manos y las meten en un cubo de agua para aliviar mis quemaduras. Entre balbuceos intento explicarles que buscaba a mi esposa, pero las palabras que salieron de mi boca fueron aleatorias. Sin embargo, se dieron cuenta de lo que intentaba decir y entonces uno de ellos me levanta, hace que apoye mi cuerpo en el y me lleva a un lado del pueblo en donde no había ningún tipo de destrozo. Veo un montón de carpas armadas rápidamente y un flujo de personas. Me llevan dentro de una de estas tiendas y veo en una de las camillas a mi esposa. Podía ver que respiraba, a pesar de mi estado y la distancia. Estaba con los ojos abiertos mirando hacia un extremo de la carpa por lo que no me vio hasta que ya me encontraba cerca de ella.

-Cariño... - Empiezo a decir mientras me acercaba más a ella. Una sonrisa ilumina su rostro mientras me veía. – Pensé lo peor cuando llegué al pueblo y no te encontraba, mas aun cuando vi el estado del mercado... - Empiezo a hablar mientras intento tomar una de sus manos, lo cual no pude por las quemaduras.

-Estoy bien dentro de todo... tuve suerte. – Me dice con un hilo de voz y noto como le costaba hablar y su respiración se entrecortaba al hablar.

-Lo sé cariño, lo sé... Ahora estoy aquí contigo. – Le digo mientras la miraba. Nos quedamos mirando mutuamente hasta que minutos después me dice que quería descansar un rato. La dejo luego de darle un beso en la frente y salgo de la tienda.

Una vez fuera me quede observando alrededor mío. Intente ayudar en algo, pero las heridas de mis manos aun me dolían bastante. Una joven se me acercó y al ver el estado en que se encontraban mis manos me pidió que esperase un rato, tras lo cual tras unos minutos volvió con unas vendas, unas hierbas y un cubo de agua. En lo personal yo no solía necesitar de cuidados y de medicinas puesto que siempre fui cuidadoso en mi lugar de trabajo y nunca me expuse a riesgos. Por eso quizás fue algo nuevo para mi ver el procedimiento de como la joven remojaba las vendas en el agua del cubo por unos segundos; luego se aseguraba de frotar las hierbas en la venda húmeda para luego dejarla en la palma de cada una de mis manos. Luego las envolvió con la venda y me dijo que no tomase cosas ni usara mis manos por unas horas. Le agradecí y entonces se me acercaron unos amigos. Se sentaron cerca mío y de inmediato empezamos a hablar sobre lo sucedido. 

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⏰ Last updated: Dec 12, 2019 ⏰

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Aún no se me ocurre un título :'vWhere stories live. Discover now