𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟑 | Guilty pleassures |

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Exactamente a las 7:29pm, Rogers estaba tocando la puerta de Natasha. Esperó un breve momento y después una deslumbrante pelirroja atendió a la puerta, para luego volver a la mesita en la entrada de su hogar, donde estaba entretenida metiendo algunas cosas en su bolso y retirando las llaves de su coche. La observó tomar del perchero de la entrada una cazadora negra y cuando por fin volteó para sonreírle, ella cambió su expresión a una de extrañeza.

—¿Tengo algo mal?— preguntó viéndose de arriba hacia abajo, luego tocó su rostro, buscando la falla.

—No, no... solo te ves bien, Nat—Comenzó algo nervioso— Espero no signifique que me dejaras botado con alguna mujer que encuentres en la calle.

—Está noche solo seremos tú y yo, Rogers... relájate— le dijo cerrando la puerta y probando que estuviera bien asegurada— ¿Podemos ir en mi coche? No tengo ninguna inseguridad sobre mi cuerpo, pero definitivamente no me gustaría mostrarle el trasero a medio mundo.

—Si— Rodo los ojos— ¿Quién querría ver eso?

—Cállate Rogers, te conseguiré una cita con un hombre si presionas el botón equivocado— le arrojó las llaves con mas fuerza de la necesaria y él las tomó en el aire.

En un gesto que para él era lo correcto, se acercó a la puerta del copiloto para abrirla antes de que ella lo hiciera.

—No empieces, Romanoff.

Ambos entraron en sus asientos y Natasha volteo para ver al rubio, con las cejas por lo alto.

—Piénsalo, tal vez estuvimos buscando en el género erróneo y por eso no te gustan mis sugerencias.

—Creo que tengo muy claras mis preferencias.

—Oh claro que ya se eso— La rusa abrochó su cinturón de seguridad— Tienes un fetiche con los fantasmas del pasado, pero bueno, todos tenemos nuestros gustos culposos.

—¡Ah si?¿Y cuál es el tuyo?— preguntó encarándola luego de encargarse de su propio cinturón, luego esperando a que la reja eléctrica se abriera.

—Sadomasoquismo— Respondió la pelirroja con seriedad— A lo 50 sombras de...

—Si, si— Interrumpió fastidiado— Entiendo esa referencia.

Natasha estalló en una carcajada ruidosa. Steve emprendió el camino, con el ceño fruncido.

—Eso no lo vi venir, ¿literatura erótica? Vaya Rogers, nunca dejas de sorprenderme.

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