1. Matrimonio formal.

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Pov. Mei.
Mi padre solía decirme: "Al ser un buen trabajador se requiere de tener agallas" Hasta la fecha, sigo sin comprender ese dilema. Quizás, era para no preocuparme tanto al dejarme sola por mucho tiempo e irse de viaje cuando se le diera la gana; dejándome a cargo de mi abuelo. Su padre de mi padre. Por mucho tiempo carecía de amor, mi abuelo no era el típico e fabuloso que todo niño quisiera tener a tan corta edad y que sea eterno.

No, mi abuelo era muy indiferente conmigo. Su trato hacia mí, era como un empleado de poco salario queriendo ganar más dinero esforzándose para mantener a su familia. Si, así de jodida fue mi infancia.

"Amor" ¿Qué se supone que sea eso? Quiero decir, ¿Cómo se ama a alguien?, ¿Cómo puedes amar a alguien correctamente?, ¿Y no puede ser erróneo?. Son muchas preguntas en ese aspecto, quiero decir, claro, me he tocado un par de veces. Y mi celo no es mucho de esperarse. Aquella vez que mi abuelo logro olfatear mis feromonas. Vaya, si fue una gran humillación. – Después de ello me dejó muchos deberes adultos teniendo la edad de doce años –.

Mi abuelo me crió con el dilema que: "El alpha debería marcar a un omega. Así se forman unos lazos fuertes, por lo tanto, el alpha reclama a su amado como suyo por toda la eternidad". ¿Se suponía que era algo bueno o malo?

Shō, mi padre. Un alpha de caracter fuerte. A mandado cartas desde hace una semana – poco común –. Leí una dónde se había casado...casado. No había logrado un matrimonio desde que mi madre se fue de mi lado, quizás fue por los cigarrillos o leche, pero no había en la tienda de la esquina y por eso fue más lejos de lo esperado.
Teniendo dos semanas de transferirme, a la cuidad de Tokyo. Es muy escandalosa a comparación de mi mesota, suele decirme que su nueva esposa es muy linda y que pronto le caeré muy bien. Sin embargo, tiene una hija, casi de mi edad, solo me lleva dos años de diferencia.

Rezo porque no sea un puto estorbo.

Llegué al lugar indicado, una casa grande color blanco a casi las afueras de la cuidad. Rodeada de arbustos y pocos árboles que habitaban en aquel bosquesillo. Dos pisos, ventanas sonprendentemente grandes. Camine por unas escaleras de manera que me dirigían a la puerta café. Toque el timbre un par de veces.
Me recibió la esposa de mi padre, amablemente. Pasamos las horas conversando sobre la vida de la otra. Hasta que la puerta se escuchó dejando ver a una rubia malencarada.

Al instante, pude reconocer que era mi hermanastra. Nos presentamos con pocas ganas, yo, con mi indiferencia y ella con sus ganas de morir justo ahora. No le importo mucho si yo existía o no, no debería de importante, pero pertenece a mi familia desde que mi padre firmo el acta de matrimonio. Puedo decir que lo maldigo...pero...olvídalo si lo maldigo.

Por las calles corría la azabache con muchos apresuros. ¿Cuál fue el problema? La puntualidad no estaba de su lado, a pesar de las enseñanzas sobre ello. Acababa retrasada por muchos minutos.
Entre las personas, corría, empujaba, tironeaba, golpeaba. Pero miro el instituto cerca, corrió lo más que pudo, a lo que entro casi cerrando la rejilla de la academia.

Miro la grande escuela, una belleza ante sus ojos, agradecía eternamente quien había fundado esto. Era bella.

Paso por los pasillos buscando su clase correspondiente. Paro sus pasos cuando encontró la puerta, tocó un par de veces y un "pase" se escuchó del otro lado de la puerta. Abrió, y cerca de un ventilador paso. Haciendo que sus cabellos volarán danzando y golpeando violentamente el aire. Muchos rostros la observaban con determinación: – uno en especial –. Su ahora  hermanastra.

La rubia de anoche que solo dejo ver uno de sus ojos, que lo cubría todo el rostro con una bufanda roja. Ahora podría apresar su rostro lechoso, su mandíbula marcados y definida, una nariz celestial.  Podría decir que era algo inefable: cosa que no se puede describir con facilidad. Compartieron miradas pero la rubia desorbito los ojos por unos instantes y cubrió su nariz arremangando su suéter. Rojo.

Ante está acción la de tes blanquecina se extraño. ¿Por qué debería de actuar así? Sin percatarse mucho de su alrededor, choco con el escritorio del profesor, golpeándose el abdomen. Quiso gritar pero su postura deberá manteniéndose firme.

¿Estás bien? – pregunto el profesor con preocupación.

– Por supuesto – respondí con indiferencia.

–Chicos, estudiante nueva viene desde corea – me presento el profesor olvidandose del momento incómodo de hace unos minutos. – ¿Puedes presentarte?

– Mi nombre es mei aihara, vengo de corea. – sin más que decir, se acercó a uno de los lugares donde estaba cerca de su Hermanastra.

Bien clase, hoy comenzaremos con matemáticas.

Los alumnos objetaron nada. Sacaron con pesadez su cuaderno, y comenzaron a copiar lo que el maestro escribía en el pizarrón.

¿Por qué estás aquí? – menciono la chica con dudas a su hermanastra.

La contraria se giro completamente para verla y escucharla mejor.

Reprobé dos veces el mismo año por irme de finta. – se giro nuevamente para copiar las ecuaciones.

Dejando con la duda a la menor.
Por un momento recordo la accion de la mayor, hace unos instantes. Sin ser vista por nadie, paso de percibida y olfateo su axila, pero no había ningún desagradable. Eso dejo a la intriga a la  chica.

☾︎𝐋𝐚 𝐀𝐥𝐩𝐡𝐚 𝐬𝐨𝐲 𝐲𝐨☽︎ || 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora