Si quieres diversión

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Tocaban las campanas de medianoche en la antigua iglesia cuando Ichabod caminaba curioso entre los pasillos de la biblioteca. "Este no es el número", murmuraba.

Mientras sus compañeros andaban en la fiesta más importante del año, Ichabod abordaba la diversión de una manera muy peculiar. Sentía un llamado que bien podía darse en una iglesia o un cementerio. Esta vez sucedía que lo había sentido aquí, en la biblioteca de la universidad donde estudiaba.

Ichabod solía describir estos extraños llamados como guiños o empujones provenientes de otras dimensiones. A veces simplemente se sentía observado, otras veces le parecía ver por un momento un rostro entre la oscuridad, pero en ocasiones el llamado era más fuerte y rompía las barreras físicas de las dimensiones ordinarias. ¿Por qué acudía Ichabod a estos "llamados"? Era una pregunta justa que le hacían sus compañeros de la universidad. Y él respondía con una simple respuesta: "es divertido". A Ichabod lo entretenía seguirle la pista a estas manifestaciones interdimensionales hasta encontrar su origen. Y aunque nunca antes había tenido éxito, lo lograría hoy finalmente en esta biblioteca.

Así, tras recibir un llamado de esta índole, Ichabod se dirigió a la biblioteca para examinar las pistas y encontrar la fuente de dicha maldad. No fue cosa fácil. Si Ichabod quería divertirse de verdad, primero tendría que superar sus peores temores y someterse a verdades del universo para las que nadie nunca está preparado. En todo momento había algo que horadaba su mente, una voz que le decía "tú podrías ser el elegido". A lo que Ichabod entendía que él sería el primer mortal en pactar con una presencia interdimensional, noción que le entretenía más allá de cualquier placer mundano.

Los mensajes provenían de distintos seres según se manifestaban en una localidad o en otra de acuerdo con su naturaleza. Todo esto lo había aprendido de un antiguo tomo polvoriento cuyas páginas correosas yacían aquí mismo, en esta biblioteca. Ahora Ichabod debía hallar los detalles y signos específicos de esta manifestación para relacionarlos con una entidad en concreto. Sus nombres eran impronunciables y sus hogares cósmicos más allá del tiempo, por lo que Ichabod utilizaba números para categorizar a los distintos seres.

"Este tampoco es el número", continuaba murmurando hacia sí mismo. Los mismos pensamientos seguían atormentando su mente.

En el momento del último llamado, Ichabod paseaba tiritando por el pasillo más oscuro de la biblioteca. Se le erizó la piel al sentir una presencia que lo observaba muy cerca, como si alguien de una estatura imposible estuviera junto a él. Acto seguido Ichabod sintió un empujón que casi lo saca de balance.

Alguien más quizá hubiera terminado allí su aventura y habría vuelto de esa biblioteca maldita al seno de la civilización. Pero Ichabod no era una persona normal. Tenía una mente abierta, talvez demasiado abierta, que le obligaba a seguir el camino hasta el fin y conocer lugares desconocidos para el ser humano.

Esa fue la última noche de la que se tuvo registro de Ichabod Green. Su desaparición no dejó rastro alguno, al menos no físico ni que nadie supiera cómo seguir.

Sus amigos aún visitan su tumba vacía y preguntan: "¿Te estás divirtiendo?".

Si quieres diversiónWhere stories live. Discover now