•Prólogo•

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Los apresurados pasos resonaban en el pasillo desierto, con el eco produciendo escalofríos en la persona dueña de éstos. En sus manos yacían más de cuatrocientos papeles apilados y en su boca un lapicero de tinta azul prensada entre los dientes del hombre.

Pasaba de habitación a habitación, mirando las placas de oro adornadas con palabras en extrañas runas legibles para el masculino, éstas pegadas a cada puerta, dándole el nombre a la misma conforme a la ocupación de la pieza seleccionada.

— ¡Señor! — el hombre visualizó como a lo lejos una silueta se movía difuminada hacia su dirección, y con su voz, logró que la misma le observara.

— ¿Hmm? ¿Señor Stan? ¿Qué ha sucedido? — preguntó el hombre de ropaje oscuro, con sus ojos azules irradiando prepotencia e irritación.

El mencionado tragó saliva, dejando la pila de delgados papeles en el suelo y buscando uno en específico.

— Aquí está, señor..., el proyecto dieciséis ha fallado — tragó saliva mientras le entregaba cinco papeles fijados con un clip. Cada uno de ellos escritos en las mismas runas que las letras en las placas doradas y con algunos números avisando de algo. Al último papel se le podía ver cómo la tinta roja adornaba algunos sellos.

— Oh no. No, no, no — el hombre alto y fornido comenzó a gruñir, abriendo sus ojos como platos y leyendo con la mandíbula tensa cada letra escrita.

— ¿Cómo le diremos al jefe? — Stan dijo. Pasó saliva por su garganta y humedeció sus labios con la lengua.

— Haciendo lo mismo que con los proyectos uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce y quince — habló el hombre, engrosando la voz por la frustración —. Dame todos los papeles  relacionados con el proyecto. Cada experimento y prueba, la revisaré junto al jefe.

El científico tan solo asintió, revisando su pila de papeles y sacando hoja por hoja las relacionadas hacia el caso que trabajaban. Al terminar de tomarlas, se las entregó al hombre.

— Son todas, señor. Iré a entregarles las restantes al sector científico. — Y con esas palabras dichas, el nervioso hombre dió medio vuelta y comenzó a caminar rumbo al lugar susodicho.

El ojiazul respiró hondo, y sujetando con fuerzas los más de noventa y tres papeles, se fue rumbo a la última planta del lugar subterráneo, justo esa que estaba enterrada en lo más profundo.

Cada grada era un temblor sacudiendo su cuerpo. Un proyecto más fallido, el jefe no estaría feliz.

Cuando finalmente llegó al pasillo que culminaba en la oficina de tan apabullante persona, caminó sutil y vagamente, cada paso más titubeante que el anterior, y cuando llegó a la puerta, su puño se alzó irresoluto, propinando algunos golpecillos a ésta que sonaron huecos y vacíos.

— Pase — fue la respuesta al sonido, de voz rasposa y superiora.

Abrió la puerta con lentitud, mirando la silueta de su jefe sentado, conversando con tres científicos. Cuatro guardias armados en su totalidad adornaban las esquinas de la habitación y cajas con papeles posaban cómodamente al lado del escritorio de madera de roble.

De repente se sintió agobiado. Cada vez que habían tantas personas en aquella habitación, significaba que una irremediablemente iba a morir.

— Señor, ha surgido un problema — trató de sonar determinado pero sumiso.

— ¿Qué tipo de problema? — aquella voz, tan jodidamente escalofriante, atacó desprevenido al pobre soldado.

— Proyecto número dieciséis..., ha fallado — con voz baja, habló, bajando la mirada levemente.

— ¡A este paso las fuerzas alemanas nos ganarán! ¡Quiero a todos trabajando en un nuevo proyecto! — rugió mordaz el hombre, golpeando con sus manos el escritorio.

— Señor ¿Nuevo proyecto? ¡Este nos llevó más de veinte mil millones de dólares! — gran atrevimiento, grave error. Fue lo último que supo el hombre.

Se llega a escuchar un sonido de disparo. Al parecer, el chico tenía razón, siempre iba a morir alguien.

— Proyecto número 17, ha comenzado — la voz de uno de los científicos atravesó el silencio sepulcral.

Y mientras que los guardias se llevaban el cuerpo inmóvil y con obviedad, muerto, del hombre, una sonrisa mesurada en locura y malicia, se esbozaba en la cara del jefe.

Ya sabía de qué trataría el próximo proyecto. Y sería algo jamás visto.

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Tengo dos teorías de los CountryHumans, sobre su existencia, del cómo fueron creados, pero ambas están ligadas, por lo que este libro será el primero de la saga.

¿Muy descabellada?

Oh, darling, mi mente aguarda cosas peores.

No olviden seguir mi cuenta principal; -Xpaze-, ahí escribo algunos FanFic's no muy feos y aviso algunas cosas que, en algunas ocasiones, podrían ser interesantes.

¡Nos leemos luego!

°• Hyxz.

Proyecto 17 [[CountryHumans]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora