Capítulo 3

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Sabía que algo había pasado.

No estaba segura de qué, pero la pantalla de su móvil no se iluminaba así en meses, y mucho menos las notificaciones de sus redes sociales le obligaban a entrar a darles un vistazo por la insistencia en comentarios, demandando su atención en algo bastante específico, dado que todos parecían indicar a un mismo sitio.

Extrañada, inocentemente decidió darse una vuelta por las noticias, hasta que llegó al enlace en el que tanta gente estaba etiquetándola, en la razón principal por la cual su nombre estaba haciendo eco tan de repente en internet.

Y se quiso morir.

Con solo ver el título de la entrevista se quiso morir, ya que estaba el nombre de ella, pero aún así nada la preparó para leer el subtítulo: "La promesa del ballet vuelve a España luego de cinco años en el extranjero. Aquí todo lo que tienes que saber sobre sus viajes, su trabajo y sus relaciones amorosas, ¡No podemos quererle más!"

La palabra "relaciones" le heló la sangre. No había mantenido contacto con ella en todo ese tiempo, por lo que dudaba terriblemente que fuese a mencionarla tan abiertamente en lo que parecía ser la primera entrevista a nivel nacional que presentaba, pero no podía dejar de hacerle ruido que llegase a ella en primer lugar.

Se debatió mentalmente sobre si debía o no ponerse a ver la entrevista. Se debatió horas, literalmente, tanto que la mano se le entumeció de estar sujetando el teléfono. Se debatió porque no quería saber nada de ella, no quería saber de sus viajes, de su trabajo, y definitivamente no quería saber de sus relaciones amorosas. Pero algo había conectado de la noticia hacia ella, y ahora necesitaba desesperadamente saber ese algo.

Y después de todo no era como si Natalia Lacunza se caracterizara por tomar decisiones acertadas.

Agradeció que también le hubiesen dicho en qué minuto de la entrevista comenzar a ver, porque era mucho más larga de lo que su salud mental le hubiese permitido soportar de otra forma.

Una cosa había sido ver una imagen de ella a unos cuantos metros de distancia y altitud, pero algo muy diferente era ver un vídeo; escucharla hablar, notar que seguía teniendo el mismo tic nervioso de clavarse las uñas donde tuviese la mano para controlar sus emociones.

A simple vista parecía la misma chica de la que se había enamorado hacía seis años atrás.

Pero no lo era. Claro que no lo era.

-... es muy difícil mantener una relación con alguien que no entiende lo que haces, y hay pocas formas de que lo entienda si no lo vive

Aunque ya sabía eso, escucharla decirlo otra vez era como un guantazo de lleno en la cara.

-¿Por eso fué que terminó tu relación con la cantante y compositora Natalia Lacunza?

Pudo ver al instante que ella no se esperaba esa pregunta, y trató de mantener la compostura, pero ver a Alba siempre había sido como leer un libro abierto para ella, no le costaba darse cuenta que estaba aturdida por esa insinuación, y que no estaba en la lista de preguntas aprobadas, ni de coña.

Vió su mano derecha hacer presión en su rodilla, a la par que negaba, insistiendo que era cuestión de tiempo que ellas terminasen su relación, y que lo que hacían para vivir poco había tenido que ver en su relación.

Era la primera mentira que le había oído decir tan entera, tan firme. Aunque su voz había decaído un tono al llamarle por su nombre, cuando ella ya se había olvidado lo que era que alguien se refiriese a su persona así. Antes, lo hacía solo su familia, a quien no le caía simpática Alba.

Menuda vuelta de los acontecimientos. Ahora a ella le parecía una imbécil.

Si no estuviese tan cabreada con ella le encantaría echarle en cara que, bien para decir que eran cuestión de tiempo, sí que habían hablado del futuro antes de que todo se fuera a la mierda. Demasiado. Una de las pocas cosas que siempre creyeron tener como constante en su vida, pasase lo que pasase, era al otro a su lado; lo prometieron cuando decidieron dar el salto de amigas a novias, y de verdad, desde el fondo de sus corazones, hubiesen caminado en carbón con tal de probar la veracidad de sus palabras

El cerebro de la mariposa // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora